Los ataques del Estado turco contra los asentamientos y las áreas en el Kurdistán del Sur (norte de Irak), continúan. El gobierno del Partido Democrático de Kurdistán (KDP), que depende política y económicamente de Turquía, no dice nada sobre los ataques, las ocupaciones y las violaciones sistemáticas de las fronteras por parte del régimen de Rcep Tayyip Erdogan.
Durante uno de estos ataques, el pasado 18 de febrero, varias bombas golpearon la aldea de Ênzê y destruyeron por completo la casa de Ebdulxefer Hesen. En declaraciones a la agencia de noticias Rojnews, Hesen se lamentó: “Se puede ver, no hay nada dentro y alrededor de mi casa que no haya sido destruido. No queda nada de la casa. Todo el mundo sabe, había plantado mi propio jardín en mi tierra y vivía de la agricultura. Afortunadamente, no había nadie en mi casa cuando las bombas la golpearon”.
Hesen explicó que, a pesar del bombardeo, la gente no abandonará su pueblo, su casa o granja. “A lo largo de su historia, la región de Qandil ha sido bombardeada. Pero el pueblo nunca fue abandonado. Llamo al gobierno regional de Kurdistán para que, finalmente, haga algo con los bombardeos en curso”.
Todos los días, aviones turcos y drones de reconocimiento circulan sobre las aldeas. Kiwêstan Hesen, también del pueblo de Ênzê, describió la situación: “En primavera, cuando es tiempo de recolectar hierbas y vegetales en las montañas, vivimos con miedo. Vivimos de las plantas de las montañas. Ganamos nuestra vida cultivando y recolectando hierbas y vegetales en las montañas”.
“La gente de Qandil no tiene la culpa –resumió Kiwêstan Hesen-, pero son asesinados y heridos. Sus viñedos, casas y jardines son bombardeados y quemados. El Estado turco no se detiene ante nada. Crea a sus propios terroristas. Espero que el bombardeo de Qandil se detenga y la alegría regrese a las aldeas”.
FUENTE: ANF / Edición: Kurdistán América Latina