Servet Turgut, de 55 años y padre de siete hijos, y Osman Şiban, de 50 años y padre de ocho hijos, son dos campesinos kurdos del distrito de Çatak, en la provincia de Van, en el Kurdistán turco (Bakur, sudeste del país). El 11 de septiembre pasado no imaginaron que sus vidas estarían al filo de la muerte. Pero para los kurdos de Turquía sortear a la muerte, gestionada y aplicada por el Estado de forma sistemática, es un ejercicio que tiene, como mínimo, 100 años. Sobrevivir a ese ejercicio es una condición desde sus nacimientos.
Turgut y Şiban fueron detenidos por el ejército, torturados y subidos a un helicóptero, desde donde fueron lanzados al vacío. El 23 de septiembre, Cengiz Şiban, hermano de Osman, afirmó a la agencia de noticias Mesopotamya que estuvo presente cuando los dos hombres fueron arrestados, y que cuando los subieron al helicóptero se encontraban en buen estado de salud y no tenían heridas.
“Sujetaron el arma en la espalda de Servet. Cuando los soldados trajeron a Servet, no había ninguna herida en su cuerpo. Se llevaron a Osman y lo pusieron en el helicóptero. Esto es lo que vi. Tres días después, cuando por fin pudimos llegar a nuestros familiares, nos enteramos de que estaban en cuidados intensivos”, declaró Cengiz.
Ambas personas fueron internadas debido a su situación crítica. Después de varios días, Şiban fue dado de alta del hospital y llevado a Mersin. En breves declaraciones a la prensa, dijo: “No me he recuperado todavía. Me duele el cuerpo. No estoy bien. No recuerdo nada de ese día”.
La imagen que por estos días recorre Kurdistán es la de Osman Şiban internado, con sus ojos inyectados en sangre producto de la caída. En un informe médico, se indicó con respecto a Turgut: “Un paciente anónimo fue ingresado (al hospital) debido a una caída desde altura. El paciente ha sido intubado”. Medios locales señalaron que la información sobre la “caída desde altura” dada por los propios soldados que llevaron a los dos pobladores, en estado de inconsciencia, al centro de la salud.
¿Quién dio la orden?
El martes pasado, una delegación del Partido Democrático de los Pueblos (HDP, por sus siglas en kurdo), integrada por diputados y dirigentes, visitó Van para conocer y efectuar investigaciones sobre el caso de Şiban y Turgut. Ni bien pisaron el aeropuerto de la región, comenzaron los problemas: integrantes provinciales del partido fueron arrestados por las fuerzas de seguridad, bajo la excusa de que en Van rige la prohibición de realizar reuniones, una medida tomada hace años por la gobernación.
En su recorrido, la delegación se entrevistó con el médico jefe del Hospital de Entrenamiento e Investigación de Van. Posteriormente, los miembros del HDP intentaron brindar una declaración pública frente al centro de salud, pero fueron impedidos por la policía, que intentó arrestar a varias personas. Finalmente, la declaración se puedo realizar, pero sin la presencia de medios de comunicación. Saruhan Oluç, integrante de la delegación, explicó que las informaciones sobre Servet Turgut “es extremadamente negativa. Por supuesto, no hay que perder la esperanza, pero su estado de salud es muy malo. La familia también ha sido informada. La persona afectada sufre un traumatismo craneal y numerosas fracturas óseas”.
Oluç apuntó contra el gobernador de Van por defender la teoría de que ambas personas fueron arrestadas “de acuerdo con la norma” vigente en el país. “Traumatismo cerebral, hemorragia interna y huesos rotos, en un caso, y amnesia en el otro, por lo tanto se afirma que están de acuerdo con la norma –agregó Oluç-. Han sido torturados y no es parte de los deberes del gobernador encubrir la tortura. Más bien, debe asegurarse de que se investigue la tortura y se inicien investigaciones contra los responsables”.
El representante del HDP también se preguntó: “¿Quién dio la orden de torturar? ¿Y quién la llevó a cabo? ¿Quién está tratando de encubrir la orden de tortura? ¿Quién fue? ¿Es el Ministerio del Interior el responsable? ¿Es responsable el Ministerio de Defensa? ¿Quién dio la orden? ¿Fueron las fuerzas especiales? ¿Fue la policía o las fuerzas de seguridad? Queremos saber quién torturó a nuestros ciudadanos”.
Oluç fue enfático al declarar: “Los delincuentes violentos de las filas de las fuerzas de seguridad o de las fuerzas especiales son incluso recompensados por ello. En este país se pretende que los kurdos no tienen derechos. Se pretende que los kurdos no son ciudadanos de este país. Incluso, se nos impide hacer una declaración de prensa. No se permite la presencia de periodistas, sólo uno de nuestros representantes puede filmarnos. ¿Y por qué? Porque el gobierno se ha convertido en un déspota”.
En declaraciones posteriores, Rıdvan Turan, médico y diputado del HDP, aseguró que con los informes médicos entregados a la delegación se puede “decir claramente que las lesiones son causadas son por haber sido arrojado desde altura. Teniendo en cuenta que hay testigos que dicen que los dos fueron puestos en un helicóptero, es muy probable que hayan sido lanzados desde ese helicóptero”.
Turan denunció al gobernador de Van, por asegurar que las dos personas “se habían caído de una roca mientras huían”. “Hay una grave violación de los derechos humanos, pero el Estado no lo admite”, manifestó. El diputado alertó que la situación de los campesinos y las campesinas en Van “no es nada agradable” y que están “abrumados por tal represión, que vienen a nosotros y nos dice que los soldados les dicen ‘si no te gusta, entonces vete’”.
La historia sin fin
La situación de los derechos humanos en Turquía es crítica. El encargado de profundizar esta crisis es el propio gobierno turco, encabezado por el presidente Recep Tayyip Erdogan. Las pruebas sobre hechos represivos, secuestros, torturas a opositores, violencia contra las mujeres, persecuciones contra las minorías étnicas, y detenciones masivas y arbitrarias ya son moneda corriente en el país, en particular en la región kurda.
En medio de este panorama de terror, el Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas o Involuntarias de la Organización de Naciones Unidas (ONU) presentó en la 45º Sesión del Consejo de Derechos Humanos, que se celebra en Ginebra hasta el 6 de octubre, una ampliación de su informe de 2016 sobre los derechos humanos en Turquía. En el documento, advirtió que “se han hecho progresos limitados en el ámbito legislativo, en particular en la abolición de la prescripción del delito de tortura”. Además, el Grupo de Trabajo apuntó que “muchas recomendaciones sólo se han abordado parcialmente o no se han abordado en absoluto”.
La agencia de la ONU también alertó sobre las violaciones de los derechos humanos cometidas por la administración turca tanto en el país como en el extranjero. Recientemente, Naciones Unidas difundió una investigación en la que confirma la represión desatada por los grupos terroristas, aliados de Turquía, en Rojava (Kurdistán sirio, norte del país). Sobre esto, el Grupo de Trabajo mostró su preocupación “por el hecho de que las prácticas mencionadas, llevadas a cabo en Turquía o en el extranjero, sean la personificación de una denegación de justicia, en la medida en que estas personas, según se informa, fueron privadas de su libertad por medio de detenciones secretas, no reconocidas o en régimen de incomunicación y completamente sustraídas de la protección de la ley”.
En el informe se advirtió que muchas personas fueron víctimas de privación de sus derechos mientras “se encontraban en régimen de incomunicación, incluso mediante confesiones forzadas de culpabilidad, de la denegación de la presunción de inocencia, la incapacidad de impugnar la legalidad de la detención o la denegación del acceso a representación letrada”. Por último, el Grupo de Trabajo remarcó que “la arraigada cultura de impunidad ejercida por medio de las violaciones de los derechos humanos por agentes estatales sigue siendo el obstáculo principal de cara a que los responsables rindan cuentas en Turquía”.
Días atrás, un informe de la agencia de noticia ANF alertó que “los casos de tortura han registrado un aumento constante en Van. Casi cada año, docenas de casos de tortura salen a la luz. Además, la ciudad ha sido torturada psicológicamente”. En el artículo se recordó que “todas las calles están bajo bloqueo policial”, a lo que se suma que las fuerzas de seguridad “comparten sus torturas en los medios de comunicación social, pero siguen siendo recompensadas con impunidad”.
En América Latina, y en particular en Argentina, los ciudadanos y las ciudadanas sabemos muy bien qué son los vuelos de la muerte: uno de los mecanismos más perversos utilizados por las dictaduras militares en las década de 1970 y 1980 para asesinar a opositores políticos, militantes de izquierda y a cualquiera que levantara las voz contra las injusticias. Por lo visto, el gobierno turco conoce mucho más la historia oscura latinoamericana de lo que imaginamos.
FUENTE: Leandro Albani / La tinta