Campesinas kurdas sortean las prohibiciones del Estado turco para poder trabajar + Video

En Colemêrg, Hakkari (Bakur, Kurdistán turco), donde el número de puestos avanzados y bases militares aumenta cada día, para la población es como vivir en una prisión a cielo abierto. Por razones de “seguridad”, el gobierno “prohibió” la entrada a muchas zonas. Las mujeres que ordeñan cabras, hacen queso y recogen hierbas, también se ven afectadas por esta medida. En verano, las ordeñadoras montan tiendas en las tierras altas y viven allí para, con su trabajo, obtener leche de buena calidad. Sin embargo, ahora no se les permite permanecer en las tierras altas. Por eso, tienen que caminar al menos tres horas más para ordeñar a sus cabras.

Las campesinas que habitan el pueblo de Büyükçiftlik (Xırvate), del distrito de Gever (Yüksekova), en Hakkari, tienen que levantarse temprano por la mañana para ir a las tierras altas de Meydana Bellek. En el trayecto, deben atravesar acantilados y carreteras polvorientas y en mal estado para llegar al altiplano.

Las mujeres le contaron a JINHA que los militares no les permite ir a las tierras altas. Nihayet Zeydan, una de las campesinas, dijo: “Todos los días nos levantamos temprano para ir a las tierras altas. Queremos montar nuestras tiendas en esa zona, pero los militares no nos dejan. No sabemos por qué no nos dejan. Pasamos horas viniendo aquí (a las tierras altas) todos los días. Si nos lo permitieran, nos quedaríamos aquí y ordeñaríamos nuestras cabras cuando quisiéramos. Los gastos de transporte son más de lo que ganamos con la leche”.

Nihayet Zeydan, otra de las mujeres, exige que se levante la prohibición. “No nos permiten pasar el verano en el altiplano. Debería levantarse la prohibición para que podamos ir a la sierra –remarcó-. El puesto de avanzada de la aldea no nos permite quedarnos en el altiplano. No queremos pagar tanto por un viaje de dos horas. Enfermamos debido al camino polvoriento”.

Por su parte, Ayşe Unat exigió sus derechos a quedarse en las tierras altas para ordeñar sus cabras. “Las cabras ya no producen leche como antes. Los gastos de transporte son superiores a lo que ganamos con la leche. Si nos quedáramos aquí, no pagaríamos tanto. Debido al camino polvoriento, nuestra salud empeora”, aseguró Ayşe.

Gülcan Çetinkaya, otra de las trabajadoras, nos contó que empiezan a ordeñar sus cabras después de desayunar. “Pasamos tres horas para llegar aquí todos los días –contó-. Todos enfermamos por el camino polvoriento. Queremos quedarnos aquí en verano montando nuestras tiendas. Sin embargo, tenemos que caminar tres horas cada día para traer nuestras cabras y ordeñarlas. Luego, tenemos que volver al pueblo”.

FUENTE: JINHA / Traducción y edición: Kurdistán América Latina

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