Para la estabilidad en Irak, hay que detener los ataques turcos en Sinjar

El 15 de junio pasado, los ataques turcos con drones tuvieron como objetivo el centro de la ciudad de Sinune, en la provincia iraquí de Sinjar (Shengal). Al menos un civil -un niño yezidí de 12 años llamado Salah Nassir- murió. Varios otros resultaron heridos, entre ellos el periodista de Çira TV, Salih Berces.

Los ataques periódicos de Turquía contra objetivos yezidíes en Sinjar, que se producen cada año desde 2017, son un motor clave de la inestabilidad en la región y una de las principales razones por las que muchos yezidíes no pueden regresar a su tierra natal, ocho años después del ataque del ISIS.

Un estudio ha revelado que el 60% de los ataques turcos en Sinjar han provocado víctimas civiles. Algunos ataques fueron, probablemente, asesinatos extrajudiciales, dirigidos a líderes políticos y militares yezidíes iraquíes, que desempeñaban un papel fundamental en la defensa de su comunidad del ISIS tras el genocidio de 2014.

En contra de lo que afirman los funcionarios del gobierno turco, Turquía no se enfrenta a ninguna amenaza “terrorista” procedente de Sinjar. La región está a más de 100 kilómetros de la frontera turca. Las Unidades de Resistencia de Sinjar (YBS), una fuerza de autodefensa creada para luchar contra el ISIS en 2014, no suponen ninguna amenaza militar para Turquía.

Los yezidíes iraquíes, por el contrario, tienen un legítimo interés de seguridad en poder reconstruir, recuperar y determinar sus propios asuntos políticos y de seguridad en el marco de la legislación iraquí.

Los gobiernos y las instituciones internacionales pueden tomar varias medidas para hacer esto realidad: detener los ataques turcos, hacer que los funcionarios turcos rindan cuentas por los daños y desplazamientos de civiles, y tomar medidas diplomáticas para resolver la situación política y militar de Sinjar y las causas fundamentales de la intervención turca en Irak por medios pacíficos e inclusivos.

Detener los ataques

En primer lugar, el espacio aéreo de Sinjar debe cerrarse a todas las aeronaves extranjeras, con excepciones sólo para las misiones contra el ISIS. La Coalición Internacional, las Naciones Unidas y el gobierno de Irak podrían coordinarse para conseguirlo. Bloquear la capacidad de Turquía para realizar ataques aéreos, ataques con drones, vigilancia o cualquier otra acción en Sinjar es una condición previa necesaria para avanzar.

Esto debe ir acompañado de condenas públicas y privadas inequívocas de los ataques de esta semana, y de advertencias a Turquía contra cualquier otra actividad militar en Sinjar. Éstas deben provenir del gobierno iraquí, de la ONU y de Estados Unidos.

Hacer que Turquía rinda cuentas

Turquía debe sentir las consecuencias de su campaña de agresión contra una comunidad que aún se tambalea por el impacto de las atrocidades masivas. Los gobiernos occidentales deben poner fin a la exportación de armas y tecnología que podrían utilizarse en las operaciones transfronterizas turcas contra los yezidíes y otras minorías étnicas vulnerables, como kurdos, asirios y armenios.

Bloquear la propuesta de venta de 40 aviones de combate F-16 y la exportación de cualquier tecnología de origen estadounidense utilizada en el programa de aviones no tripulados de Turquía, sería el paso más relevante que Estados Unidos debería dar en este sentido.

Compromiso diplomático

Tras eliminar la amenaza desestabilizadora de los ataques turcos, la comunidad internacional debe aprender de los fracasos del Acuerdo de Sinjar, respaldado por Estados Unidos, entre el Gobierno Regional del Kurdistán y el gobierno de Irak.

Un proceso político sostenible para determinar el futuro de la región debe ser dirigido por los yezidíes, con la intermediación de mediadores imparciales, e incluir las diversas perspectivas políticas de los residentes de Sinjar. No debe dar a actores externos la capacidad de intervenir en el proceso o imponer su influencia en Sinjar por la fuerza.

La legislación iraquí vigente permite un alto grado de descentralización política y la integración de los grupos armados locales en las estructuras de seguridad existentes, medidas que permitirían a los yezidíes controlar su seguridad y gobernanza sin dejar de estar integrados en el Estado central.

Esta estrategia debe estar conformada por un compromiso renovado con los líderes, las comunidades y las organizaciones yezidíes, sobre todo con aquellas que han destacado constantemente el riesgo que suponen las amenazas turcas. Si se hubiera escuchado a los yezidíes cuando dieron la voz de alarma por primera vez sobre las repercusiones de los bombardeos turcos, y se hubieran aplicado soluciones integrales basadas en sus perspectivas, es muy probable que la región fuera más estable hoy y que más desplazados internos hubieran podido regresar a sus hogares.

FUENTE: Meghan Bodette / Kurdish Peace Institute / Traducido por Rojava Azadi Madrid / Edición: Kurdistán América Latina

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