Continúa la huelga de hambre iniciada por los presos políticos en Turquía para exigir el fin del aislamiento impuesto contra el representante del pueblo kurdo Abdullah Öcalan, encarcelado desde 1999 en la isla-prisión de Imrali. Además, los huelguistas denuncian las permanentes violaciones a sus derechos humanos a los que son sometidos dentro de las prisiones.
El 27 de noviembre, numerosos presos políticos comenzaron con la medida de fuerza que, además de ser indefinida, se desarrolla de forma alterna con distintos grupos de presos que se relevan cada cinco días. Esta protesta suma ya un total de 33 días, y en estos momentos se encarga de ella el séptimo grupo de prisioneros.
En un comunicado dado a conocer en noviembre, los presos y las presas del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) y del Partido de las Mujeres Libres de Kurdistán (PAJK), manifestaban: “Renovamos, una vez más, nuestro llamamiento para que el CPT (Comité para la Prevención de la Tortura) asuma su responsabilidad de prevenir la tortura y los tratos inhumanos en las cárceles, cumpla con los requisitos de una institución independiente, observe las violaciones de los derechos en todas las prisiones, especialmente en Imrali, y haga lo que sea necesario para prevenirlos”.
“A través de un pensamiento y una emoción más organizados se puede romper el aislamiento de nuestro líder y el pueblo y derrotar al fascismo, y esta resistencia puede ser coronada con la victoria”, expresaban en el texto.
Los presos y las presas indicaron: “Sobre estas bases, llamamos a nuestra gente, a la gente de nuestra geografía, a las instituciones democráticas y a la opinión pública, a contribuir en este proceso”.
Ayer, Vedat Bektaş, que se encuentra preso en la cárcel cerrada Nº 1 tipo T de Tarsus, denunció en una llamada telefónica con su familia que mientras que la administración de la prisión dio limón, sal, zumo de fruta y azúcar a uno de sus compañeros en huelga de hambre, al resto les dijo que ya no quedaba nada”.
Bektaş añadió: “Murat Karaaslan está enfermo y permanece en cuarentena. Como no puede beber agua del grifo, pide a los guardias que le traigan agua de la cantina, pero los guardias no se la dan. Sin embargo, los otros presos en cuarentena reciben todo lo que piden. En cuarentena, los presos políticos son provocados, expuestos a discriminación. Con la huelga de hambre, el enfoque de la administración de la prisión ha empeorado todavía más”.
FUENTE: ANF / Edición: Kurdistán América Latina
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