Situación global del Daesh y sus filiales bajo su nuevo liderazgo

En noviembre de 2022, Daesh anunció a Abu al-Hussein al-Husseini al-Qurashi como nuevo líder del grupo yihadista, dando continuidad con este nombramiento a su proyecto de Califato global. Más que el hecho de la premura con la que se nombró a un nuevo líder, tiene aún más importancia los posteriores juramentos de fidelidad de las distintas filiales del grupo, que pese a su descentralización y acciones autónomas, siguen comprometidas con el objetivo de instaurar un Califato global y de manera progresiva, demostrando que esta idea perdura, se expande en algunas áreas geográficas, logra nuevas adhesiones y que la lucha continua siendo un desafío a la seguridad mundial y cuyas capacidades no se deberían infravalorar.

Introducción

Poco se sabe del nuevo califa de Daesh nombrado tras la probable muerte de Abu Hasaan al Hashimi al Qurashi (tercer califa), el cual habría muerto en la zona de Daara (Siria) en combates con el Ejército Árabe Sirio en octubre de 2022, según el Comando Central de Estados Unidos. Daesh, el pasado 30 de noviembre, a través de sus canales de comunicación (en este caso al-Furqam Media) sólo ha mencionado que al Abu Hasán murió en combate, sin precisar ningún dato, nombrando el que sería el cuarto califa de Daesh con el nombre de Abu al Hussein al Husseini al Quraishi. Según Daesh, es un veterano combatiente del que no ha trascendido ni imágenes ni voz. Probablemente, el nuevo líder haya tenido un papel destacado entre los combatientes y pueda tener algún tipo de formación religiosa.

El nombre asignado al nuevo “califa” pocos datos nos aporta, ya que estos nombres suelen ser seudónimos que hacen referencia simbólica a elementos notables dentro del Islam, con el objetivo de reforzar su autoridad y legitimidad. En la dialéctica de Daesh es importante el nombre de un nuevo líder, ya que en su discurso sesgado este es el único y verdadero líder mundial al que deben sumisión el conjunto de los musulmanes. Aquellos que no compartan estos postulados deberán ser considerados como apóstatas y enemigos del islam. A diferencia de Al Qaeda, Daesh aspira a la gobernanza de un verdadero Califato a nivel global y su líder debe ser el gobernante legítimo del mundo islámico, puesto que no debe quedar vacante. Sin embargo, Al Qaeda se presenta como vanguardia para la expansión del islam pero su líder no por ello debe ser el gobernador de la comunidad islámica (umma).

La aspiración de Daesh de conformar su Estado Islámico no sólo se reduce al espacio que llegaron a gobernar y gestionar de manera efectiva entre 2014 y 2019, sino que pretende un alcance mundial, siendo su prioridad los territorios donde la comunidad musulmana esté establecida desde las primeras expansiones del Islam, abarcando desde España (Al Andalus) hasta Indonesia. Las fronteras nacionales no son reconocidas, ya que son consideradas imposiciones de Occidente, creaciones de los hombres y no de Allah. Para este objetivo global, es fundamental el papel de sus diversas filiales reconocidas por la matriz del grupo y nombradas wilayat (provincias), que se expanden por distintos territorios de África y Asia, con el objetivo a largo plazo de lograr un Estado que llegue a gobernar todas las áreas del mundo musulmán.

Aunque actúen de manera descentralizada, los juramentos de fidelidad (bay’a) al nuevo califa demuestran la voluntad y el compromiso de luchar por un Califato unificado, identificándose estos grupos de ámbito local con los postulados de Daesh y su red de lucha global. Es altamente probable que en los próximos meses se intensifiquen los ataques de estos grupos como demostración de fuerzas y lealtad al nuevo líder. Desde los medios de comunicación de Daesh se está animando a estas campañas, principalmente desde el medio audiovisual Amaq así como de la revista Al-Naba.

Pero también Daesh ánima continuamente a la yihad desde una óptica individual y personal, insiste a sus seguidores a atentar allí donde les sea posible y por los medios que sean (apuñalamientos, atropellos, uso de las armas, etc.). Animando a estas acciones a través de foros y medios de propaganda a ataques a través de los movimientos insurgentes operativos, células inspiradas (como pudo ser el caso de los terroristas de Ripoll), ataques individuales (radicalizados por terceras personas) y a los denominados “lobos solitarios” (personas auto-radicalizadas que, de manera individual, cometen un atentado o pretende realizarlo). Por esta razón, en las semanas posteriores al nombramiento del nuevo líder se sucedieron los juramentos de fidelidad al nuevo Califa de diversas filiales (algunas reconocidas por la central de Daesh y otras no), con la intención de demostrar que Daesh sigue activo, que el descabezamiento de la organización no afecta a sus seguidores, operatividad ni objetivos marcados. En el presente análisis desarrollaremos de manera resumida cuáles son las principales filiales de Daesh por áreas geográficas y su papel en los conflictos actuales.

Oriente Próximo: áreas de Siria e Irak

Aunque el Califato fuera reducido prácticamente a la desaparición en 2019 en Oriente Próximo, muchos de sus combatientes lograron resistir en áreas rurales desérticas y aisladas. Esta capacidad de resistencia se ha ido reforzando en los últimos meses, logrando llevar a cabo operaciones de envergadura, como el asalto fallido a la prisión de Al Sina en Hasaka, al noreste de Siria en enero de 2022, el cual duró una semana y en el que actuaron fuerzas de Estados Unidos ante la virulencia del ataque.

Los ataques a prisiones o campos de prisioneros son una de las acciones más recurrentes entre los grupos yihadistas, ya que con ellas se pretende recuperar a combatientes recluidos y lograr nuevas adhesiones entre los reclusos. En este caso en concreto de Oriente Próximo, también se procura mantener alta la moral entre los yihadistas prisioneros y familiares recluidos, sabiendo que aún hay combatientes de Daesh que pretende restablecer el Califato en cuanto vuelvan a obtener un escenario idóneo.

Un ejemplo de que Daesh sigue suponiendo una amenaza para la región, es la presencia de tropas estadounidenses no sólo en Irak, sino en Siria, cuyo número de operaciones contra esta organización terrorista en 2002 pudieron acabar con la vida de 700 militantes de Daesh. Ya en 2023, también se han producido operaciones por parte de las fuerzas especiales y ataques con drones.

Daesh sigue contando con importantes bolsas de resistencias en el noreste de Siria, así como en el área de Deir Ezzor (Siria), realizan emboscadas contra fuerzas gubernamentales de Siria e Irak y grupos opositores, y recurren a los ataques habitualmente con artefactos IED’s. Sus militantes también procuran intentar aplicar la Sharia en sus áreas rurales bajo su control, cobrar el zakat (impuestos) y realizar acciones ilegales para su financiación como son el contrabando de petróleo y el secuestro de personas para exigir posibles rescates. Cada vez son más las acciones que se llevan a cabo en nombre de Daesh, confirmando que el grupo sigue operativo y en fase de reconstrucción.

Probablemente, el nuevo líder se encuentre en las áreas entre Siria e Irak. De hecho, los grupos dispersos de Daesh en los territorios de Irak y Siria (Sham, en la dialéctica yihadista), también han realizados sus juramentos a al-Hussein al-Husseini.

Un dato importante destacado que puede afectar al fortalecimiento de Daesh en sus antiguos bastiones en Siria e Irak, son las continuas intervenciones turcas en territorio sirio (la última en noviembre de 2022). Ya que estas operaciones contra las milicias kurdas a las que Turquía acusa de terrorismo y ser una amenaza contra su integridad territorial, debilita a estas fuerzas que son las principales unidades de choque contra Daesh. Este desvío de fuerzas y recursos de estas milicias para hacer frente a las ofensivas turcas, es aprovechado por Daesh para fortalecerse y aumentar sus capacidades.

Otras áreas de Oriente Próximo

Ya en otros países del área de Oriente Próximo, el nuevo califa ha recibido los juramentos de fidelidad de sus filiales en Yemen y el Sinaí.

IS-Yemen sigue siendo un actor menor en el conflicto yemení, donde hay involucradas terceras potencias como Arabia Saudí e Irán. En Yemen la histórica presencia de Al Qaeda de la Península Arábiga (AQAP) también resta adhesiones a Daesh en esta área.

Respecto a la filial de Daesh en el Sinaí, denominada como Wilayat Sinaí, sigue siendo una amenaza para Egipto, donde ha reclamado más de dos centenares de ataque en 2022. Tras la proclamación del nuevo líder se produjo un ataque reclamado por Estado Islámico del Sinaí fuera de sus áreas de influencia, cerca de un área tan estratégica a nivel mundial como el canal de Suez, señal de su capacidad operativa.

Su principal objetivo en el Sinaí se centra en las fuerzas de seguridad y la minoría cristiana, estando muy activos al norte de la Península. Su cercanía geográfica a Siria e Irak siempre ha despertado las alarmas ante la amenaza que podría suponer una unión de fuerzas y territorios bajo las siglas yihadistas.

También desde Líbano un pequeño grupo realizó un juramento de fidelidad al nuevo líder yihadista, aunque en Líbano Daesh no reconozca ninguna filial.

Daesh también ha reclamado ataques contra Israel, pero parecen ser ataques protagonizados por células inspiradas reducidas o individuos radicalizados más que por una estructura jerarquizada, fija y operativa desde los Territorios Palestinos. En sus medios, son continuos los llamamientos a atacar a los judíos y apoyar la causa palestina.

Daesh en África

África se ha convertido en el territorio donde Daesh está logrando mayor expansión y a un ritmo vertiginoso, convirtiéndose en una verdadera amenaza regional para las débiles autoridades nacionales y en un desafío por su cercanía a Europa. África se ha convertido en el epicentro del yihadismo a nivel global.

Factores como la pobreza, desigualdad, el crimen organizado, la corrupción, la mala gobernanza o la debilidad institucional, favorecen la expansión del grupo yihadista. Aunque en estos momentos tengan unos objetivos regionales con una importante consolidación en el Sahel Occidental, Nigeria o el norte de Mozambique, sus consecuencias trascienden al continente.

Este potencial de crecimiento ya está siendo aprovechado por Daesh, aumentando sus recursos financieros y propagandísticos para potenciar a sus filiales africanas, colocando este escenario como una prioridad. Un ejemplo de la importancia que supone para Daesh este territorio, es el aumento y calidad de las producciones propagandísticas de las filiales africanas, así como la presencia de árabes en las filiales africanas.

También, ya desde España y Marruecos se han llevado a cabo operaciones policiales contra células yihadistas con conexiones con grupos afines a Daesh en el Sahel.

Las filiales de Daesh en África serían Estado Islámico de la provincia de África Occidental (ISWAP), Estado Islámico del Gran Sahara (EIGS), Estado Islámico de la provincia de África Central (ISCAP), Estado Islámico de Mozambique, Estado Islámico de Somalia y Estado Islámico de Libia.

Daesh y su potencial en África Occidental y Sahel

ISWAP fue el primer grupo afín a Daesh en reconocer al nuevo líder, así como de publicar diversos vídeos realizando tal juramento y haciendo demostraciones de fuerza, con exhibición de un gran número de combatientes, armamentos y vehículos. ISWAP actualmente es considerada la franquicia de Daesh con mayor potencial ofensivo.

ISWAP se encuentra muy activo en amplias zonas del norte de Nigeria y en los países ribereños del lago Chad, sustituyendo a Boko Haram como principal grupo yihadista en la zona. Es habitual los enfrentamientos entre ambos grupos, así como la violencia hacia la población civil.

ISWAP es un gran desafío transnacional y amenaza con expandir sus acciones hasta el Golfo de Guinea, con el objetivo de aumentar sus recursos financieros con una mayor implicación en actividades ilícitas, como el tráfico de drogas, de personas, minerales o combustible. Mantiene bastantes relaciones de complicidad con delincuentes comunes y bandidos, e instrumentaliza las luchas tribales por el uso de la tierra.

Su capacidad y calidad en sus medios de propaganda ha aumentado considerablemente, adquiriendo un mayor poder de estimulación y captación sobre la población local: la propaganda también pretende la intimidación sobre el enemigo y su moral.

En importancia a ISWAP en África le seguiría Estado Islámico del Gran Sahel (de siglas EIGS), cuya presencia en muy amplia en la denominada Triple Frontera (región de Liptako) entre Burkina Faso, Níger y Malí. En esta área, la filial de Daesh mantiene un conflicto abierto contra JNIM, grupo afín a Al Qaeda, en el cual parece que Daesh se está imponiendo en algunas zonas cerca de Menaka, aunque JNIM cuenta con mayores lazos con la población local y una amplia red con otros grupos armados tuaregs. Aunque los dos grupos son de corte yihadista, la filial de Daesh actúa con mayor brutalidad hacia la población civil y su aplicación de la Sharia es más severa.

Respecto a su juramento de fidelidad (bay’a) se han publicado vídeos de gran calidad, donde se han utilizado drones para tomar planos y al igual que ha ocurrido con ISWAP, el grupo ha realizado una demostración de fuerzas con un número importante de combatientes y una puesta en escena destacable de vehículos confiscados a sus enemigos y motocicletas (elementos esencial de sus acciones). En los vídeos publicados, el actual líder Abou al-Bara realizó el juramento de fidelidad en un perfecto árabe y no en ninguna lengua local.

La salida de Francia del territorio de Mali y Burkina Faso ha favorecido un auge de los grupos yihadistas, que reciben menos respuestas o presión por lo que expanden sus acciones. Al igual que en otros escenarios, el abandono de las fuerzas occidentales es visto por los yihadistas como una victoria y un paso más hacia sus objetivos, los cuales desde sus perspectivas alcanzarlos es sólo cuestión de tiempo.

La presencia de Rusia en la zona a través de compañías de seguridad privada (comúnmente identificadas como Wagner), así como la ayuda militar proporcionada, están teniendo pocos efectos prácticos, por ahora, en disminuir las acciones insurgentes y terroristas. Cada vez más cercanas a los grandes cascos urbanos.

Daesh en Mozambique

Otro de los escenarios donde Daesh está expandiendo sus acciones es Mozambique. Principalmente al norte del país (provincia de Cabo Delgado), una zona que fue el epicentro de la guerra civil mozambiqueña hasta 1992. La desconfianza hacia las autoridades de Maputo de la población local de confesión musulmana, la acumulación de armamento pasado, su riqueza mineral, la presencia de empresas energéticas extranjeras que no repercute en un aumento del bienestar de la población, la pobreza generalizada, el tráfico de drogas (principalmente heroína) y la infiltración de radicales islamistas desde Tanzania, han hecho del norte de Mozambique un terreno perfecto para la construcción de una filial de Daesh que provoca cientos de muertos, el cierre de numerosas instituciones estatales (como escuelas o centros de salud) y miles de desplazados.

IS-Mozambique, también conocidos localmente como Al Shabbab (no tendrían relación con el grupo yihadista somalí) o Ansar al Sunna wa Jama’a, comenzaron a operar en el país desde 2017, considerándose un problema menor y apenas contrarrestado por el gobierno central. Desde 2018 los ataques fueron reclamados por Daesh como acciones de su filial Estado Islámico de la Provincia de África Central (ISCAP), pero actualmente el grupo opera como una franquicia independiente, mientras que las siglas ISCAP hace referencias al grupo afín a Daesh que actúa en la zona de la R.D. del Congo y Uganda.

En 2019, se incrementó la violencia yihadista en Mozambique con la llegada de combatientes experimentados desde el Congo y otras áreas, teniendo la capacidad en 2021 de tomar la ciudad de Palma, epicentro de proyectos energéticos de inversión extranjera. Pese a la recuperación de la ciudad por parte del gobierno y la ayuda internacional, IS-Mozambique continúa en expansión hacia provincias más al sur, no solo centrándose en objetivos militares, sino también en las comunidades cristianas, mayoritarias en Mozambique.

El asentamiento de los yihadistas que parecía un fenómeno de ámbito local ya es un riesgo regional. Se teme que Daesh pueda llegar a unir diferentes territorios en África, creciendo la preocupación también entre países limítrofes como Tanzania o Sudáfrica. En este último país, considerado una de las potencias africanas, el yihadismo está consiguiendo financiación y el proselitismo de visiones radicales del Islam va en aumento.

En Mozambique ya hay misiones de ayuda militar tanto de países africanos a través de la Comunidad del Desarrollo de la África Austral (SADC) como europea a través de EUTM-Mozambique. También, destaca la aportación de las fuerzas ruandesas por su eficacia. También, se ha reportado presencia de empresas de seguridad privada sudafricanas y rusas en el país, aunque su papel actual es confuso.

ISCAP y su asentamiento en África Central

El mencionado grupo ISCAP es otra de las wilayat de Daesh, que hicieron su juramento de fidelidad y procuraron hacer una demostración de fuerza, aunque menor que otras filiales africanas. Al Bagdadí ya nombró a este grupo como una wilayat más de su Califato global en 2018, aunque su primer atentado reivindicado se produjo en 2019 contra fuerzas ugandesas.

Sus producciones propagandísticas en colaboración con otros grupos afines a Daesh es cada vez mayor y pese a sus limitaciones suele reivindicar sus continuas conexiones con Daesh en Oriente Próximo y otras filiales africanas. En enero de 2023, intensificaron sus acciones como parte del juramento de fidelidad al nuevo Califa, reclamando diversos ataques que pudieron causar 17 fallecidos en la región congoleña de Kivu Norte.

La presencia de Daesh en el avispero que es la República Democrática del Congo es notable, donde actúan numerosos grupos insurgentes, destacando ISCAP y el M-23, aunque de diferentes ideologías pero similares métodos de violencia (se calcula que en la República Democrática del Congo podrían operar hasta un centenar de grupos armados). Al igual que otros grupos, ISCAP se asienta en las zonas de riqueza mineral al este del país, donde su involucración en el tráfico de minerales es básica para su financiación, así como otras actividades ilegales como la caza furtiva o la tala de árboles. También es común el secuestro de personas, las violaciones o el alistamiento de menores forzados. ISCAP recoge a numerosos miembros de diferentes nacionalidades africanas y su matriz se encontraría en el grupo insurgente Alianza de Fuerzas Democráticas (AFD), que juró lealtad a Daesh.

La organización de origen ugandés pero con amplia experiencia en el conflicto congoleño, viró hacia posiciones yihadistas con el objetivo de lograr apoyo asistencial, propagandístico, de financiación y aumentar su capacidad de captación de combatientes. De hecho, el grupo está multiplicando sus vídeos a través de canales como Telegram (mayor encriptación que otras redes sociales) y presencia narrativa en los medios de Daesh. También ha recibido financiación desde círculos radicalizados en Reino Unido y Kenia, así como a través de criptomonedas.

Pese a que la población musulmana en la RDC se estima en el 2% del global, se está detectando un fuerte radicalismo entre imanes con formación en los países del Golfo o procedentes de Somalia. El epicentro de este radicalismo se encontraría en la ciudad de Goma.

ISCAP centra sus actividades principalmente contra las comunidades cristianas y las Fuerzas Armadas congoleñas. Evitan los ataques a la Misión de Naciones Unidas, ya sea por evitar protagonismo internacional o porque esta misión rehúye de una mayor implicación en los conflictos que asolan a la RDC. También, ISCAP ha protagonizado incursiones en Burundi y Tanzania.

Su estratégica zona de influencia en una zona central del continente como el Congo, puede ser una amenaza futura aún mayor, ya que puede funcionar de nexo de unión entre las filiales que actúan en África Occidental, Mozambique y Somalia.

Los líderes de estas filiales de Daesh son fácilmente reemplazables, de ahí a que muchas veces el descabezamiento del líder no signifique una debilitación del grupo. En el caso de ISCAP y su descentralización en varias áreas hace complicado identificar a un líder. En el caso del vídeo de juramento de lealtad al nuevo califa, se identificó a Abu Abd al-Rahman al-Ughandi.

Daesh en Somalia

Somalia es prácticamente un Estado fallido desde 1991, azotado continuamente por un conflicto armado interminable. Así, la violencia yihadista, se une a otros factores como las sequías, hambrunas y enfermedades, elementos que hacen de este país estratégico en el Cuerno de África un continuo polvorín.

En la actualidad, el débil gobierno nacional instalado en Mogadiscio, con apoyo internacional, parece que está recuperando terreno al principal grupo yihadista del país que sería Al Shabaab, una franquicia de Al Qaeda operativa desde 2006 y protagonista de numerosas acciones terroristas y crímenes.

En este escenario tan caótico, también Daesh cuenta con su propia filial que nombró su lealtad al primer califa de Daesh en 2015, con presencia principalmente en el estado de Puntlandia, región que actúa de forma autónoma al resto de Somalia. Aquí, Daesh ha protagonizado diferentes acciones y ha conseguido atraer a combatientes radicalizados de Al Shabaab y lograr captación entre la población local.

Su presencia y fortalecimiento no ha pasado inadvertido para potencias como Estados Unidos, cuya fuerzas especiales  y drones actúan con regularidad en territorio somalí , fijando a Daesh en Somalia como un objetivo prioritario. Su juramento de lealtad al nuevo califa se produjo a principios de diciembre de 2022 aunque su principal líder Abdulkadir Mumin no apareciera en dicha proclamación. Daesh en Somalia cuenta con un papel muy activo en los medios oficiales de Daesh como la revista Al-Naba.

La influencia de Daesh en el resto de África

Pese a que en el auge del grupo Daesh en Siria e Irak, principalmente entre 2014 y 2017, surgieron diferentes grupos yihadistas que proclamaron su fidelidad al nuevo califato en el norte del Continente, muchos de estos grupos o células fueron desapareciendo, diluyéndose en otros grupos o dedicándose a otras actividades criminales.

En Libia, donde llegaron a protagonizar acciones de envergadura, ocuparon importantes poblaciones y realizaron crueles asesinatos, siendo reconocidos como una wilayat por Al Bagdadí, el grupo ha perdido fuerza, con gran parte de su miembros en cárceles y replegándose en zonas desérticas remotas. Allí se ven  involucrados en actividades delictivas o incorporados a la filial de Estado Islámico del Gran Sahel. No obstante,  en una situación tan volátil como la que se vive en Libia, el grupo puede resurgir como ha sucedido en otros lugares.

Respecto a otros lugares del norte de África, solo en Túnez un grupo de personas no armadas publicaron un vídeo de lealtad a Daesh. Esto no significa que Daesh pueda contar con células infiltradas en países del Magreb o que se puedan producir ataques por personas individuales o grupos inspirados que pueden reclamar sus acciones en nombre de Daesh. Uno de los principales objetivos de todas las publicaciones de Daesh es precisamente animar e inspirar a estas acciones puntuales para seguir expandiendo sus ideales, mantener activa sus reclamaciones y mantener vigente la idea de un Califato Global. Toda la propaganda de captación de Daesh fue diseñada y planificada por Abu Mohamed Al Adnani, el cual centraba al ciberespacio como un pilar fundamental para el resurgir del nuevo Califato.

Daesh en Asia Central y el Sudeste Asiático

En Asia, los terroristas que actuaron en nombre de Daesh han protagonizado diversos atentados en países como India, Pakistán, Sri Lanka o Bangladés. También, el nombre de Daesh y la supuesta lucha contra el terrorismo yihadista ha sido instrumentalizada por gobiernos autoritarios para ejercer violencia contra la población civil, como el caso de la Junta Militar de Myanmar contra la minoría musulmana rohynga. Por desgracia, el terrorismo en Asia Central y el Sudeste Asiático ha actuado en multitud de ocasiones, pero en lo referente a Daesh han destacado dos lugares donde sus franquicias lograron mayor protagonismo y donde siguen estando activas, aunque en contextos y con capacidades muy diferentes, como son los casos de Filipinas y Afganistán.

La situación de Daesh en Filipina

Actualmente la presencia en Filipinas de grupos leales a Daesh es prácticamente residual. A pesar de que la mayoría de la población filipina es mayoritariamente cristiana, en la sureña provincia de Mindanao y otras islas cercanas (la región Bangsamoro), la mayoría de la población es musulmana. Esto llevó al surgimiento de una insurgencia que buscaba la independencia de la zona, siendo el grupo autóctono Frente Moro de Liberación Islámica el grupo mayoritario que capitalizaría una insurgencia armada contra el gobierno central. Pero también existían otros grupos más radicales y violentos como Abu Sayyaf que proclamaron su filiación a Daesh en 2014.

Entre 2014 y 2015 surgieron distintos grupos en la zona que clamaron su lealtad a Daesh. Estos grupos se sintieron muy reforzados por la llegada de combatientes filipinos, indonesios y malayos que habían adquirido experiencia de combate con Daesh en Siria e Irak, y posteriormente retornaron al Sudeste Asiático con el objetivo de expandir la yihad. Filipinas fue considerada una wilayat más por el primer califa Al-Bagdadí, pero sobre el terreno actuaban varios grupos independientes que clamaban su lealtad a Daesh. Además de Abu Sayyaf, surgió el denominado Estado Islámico de la Provincia del Sudeste Asiático (ISEAP).

Estos grupos en 2017 en una acción coordinada llegaron a asaltar con éxito la ciudad de Marawi en Mindanao, con la intención de dar un impulso al Califato en la zona a imagen de lo sucedido en Siria e Irak en 2014. Dicha acción sorprendió a las autoridades locales que tardaron más de 5 meses en recuperar la ciudad, teniendo que contar para ello con apoyo de fuerzas de Estados Unidos sobre el terreno y apoyo material ruso y chino.

Tras el asalto de Marawi, las fuerzas yihadistas quedaron muy debilitadas y desgastadas. Además, el gobierno aceleró el proceso de pacificación de la isla y estableció conversaciones de paz con el FMLI para calmar un posible descontento mayor en la zona y evitar su radicalización. A través de estos acuerdos de paz se ha reconocido la singularidad religiosa y cultural musulmana de la región de Bangsamoro pero no la Sharia como fuente de derecho público.

Respecto a ISEAP y el nuevo califa, el grupo publicó un vídeo en diciembre donde clamaba su lealtad. Sin embargo,  lo cierto es que ISEAP no supone una amenaza de consideración actualmente y sus acciones se reducen a combates espontáneos con las fuerzas de seguridad, robos, secuestros o extorsión en áreas selváticas remotas. Aun así, no se puede subestimar el poder de reconstrucción de estos combatientes.

Abu Sayyaf también sigue actuando puntualmente en la provincia de Sulu. Como singularidad, hay que señalar que es el único grupo en Filipinas que ha protagonizado ataques suicidas con mujeres (como el ataque a la catedral de Jolo).

La filias de Daesh en Asia Central: ISKP

Esta filial de Daesh denominada Estado Islámico del Khorasan se encuentra asentada principalmente en Afganistán, aunque el nombre Khorasan haría referencia a una región histórica que abarcaría gran parte de Asia Central, entre ellos los actuales estados de Afganistán, parte de Pakistán e Irán. Con este nombre haciendo referencia a una región histórica, Daesh manda el mensaje de que las fronteras actuales son divisiones nacionales ilegítimas impuestas por Occidente y asimiladas por los gobiernos regionales apóstatas actuales. ISKP fue el segundo grupo afín a Daesh en proclamar su juramento de fidelidad del nuevo Califa, escenificación que transmitió a través de la revista digital Al Naba y Voice of Khorasan.

ISKP se comenzó a organizar en 2014 aunque su reconocimiento de filial de Daesh se produjo en 2015. Su origen estaría conformado por ex miembros del grupo Tehrik-e Talibán Pakistán (TTP, los comúnmente llamados Talibanes paquistaníes), talibanes afganos radicalizados, uzbecos pertenecientes al Movimiento Islámico Uzbeko y tayikos. Aunque llama especialmente la atención la integración en este grupo de miembros de etnia uigur, un pueblo musulmán originario de la provincia China de Xinjiang pero fuertemente reprimido desde Pekín.

Los miembros de ISKP rivalizan profundamente con los Talibán a los que consideran apóstatas y de regirse por cuestiones tribales o nacionales y no religiosas. Además, lo acusan de confabular con el enemigo infiel, como quedaría demostrado en los Acuerdos de Doha alcanzados entre los Estados Unidos y los Talibán.

Los Talibán aún continúan siendo aliados de Al Qaeda, grupo con el que Daesh lucha por la hegemonía del yihadismo global, lo cual también sería una causa más de su enemistad. Un ejemplo de esta rivalidad fue el hecho de que la primera ejecución que los Talibán se adjudicaron al tomar Kabul, fue el líder de ISKP Abu Omar Khorasani el cual se encontraba en prisión.

En los últimos años de presencia de las potencias occidentales en Afganistán, se llevaron a cabo diversas operaciones de gran escala contra ISKP, destacando en 2017 el ataque que se realizó contra sus posiciones haciendo uso de la bomba convencional más potente de la historia.

Conforme las fuerzas internacionales se iban retirando, ISKP iba expandiendo su presencia que en un principio estaba centrada en las provincias del norte y este de Afganistán fronterizas con Pakistán, siendo su epicentro Nangarhar. Esta expansión de actividades y capacidad se hizo patente en el último atentado que sufrieron los estadounidenses en Afganistán, concretamente en la caótica operación de repliegue de fuerzas estadounidenses donde fueron asesinados 13 militares de Estados, así como de cientos de víctimas civiles.

Actualmente, algunas fuentes aseguran que el grupo cuenta con algunos miles de combatientes pero es difícil contabilizar sus fuerzas reales. Sobre el terreno no controlarían reseñables áreas de manera efectiva, aunque sí parecen ser la mayor fuerza armada opositora al nuevo Emirato. Sus capacidades pudieron ser reforzadas con la salida de prisión de algunos de sus combatientes en la situación de caos vivida en 2021, o la adhesión de miembros de la inteligencia y fuerzas de seguridad del anterior gobierno.

Su estrategia estaría enfocada con la mismas tácticas que los Talibán utilizaron contra el anterior gobierno y fuerzas internacionales: atentados indiscriminados contra las infraestructuras sensibles así como contra la población civil (principalmente contra la minoría hazari de confesión chií), emboscadas, utilización de IED’s y asesinatos selectivos.

En algunas de estas últimas acciones estarían involucrados miembros de ISKP de origen uigur, cuyos objetivos han sido ciudadanos chinos en Afganistán. Hay que recordar que China y las nuevas autoridades afganas han mostrado su deseo de colaborar. Mientras que los Talibán se comprometerían a no prestar apoyo a la causa secesionista uigur, los chinos invertirían en Afganistán con el objetivo de conseguir concesiones en el campo de la minería y tierras extrañas. Esta complicidad entre China y los Talibán han sido criticada y amenazadas por ISKP, quien ha colocado a los intereses chinos en Afganistán como uno de sus principales objetivos en su lucha contra los Talibán y ha denunciado la represión que sufrirían la población musulmana uigur en China.

Llama la atención como China está comenzando a ser señalada por grupos yihadistas como un nuevo objetivo, teniendo en cuenta la expansión y mayor presencia del gigante asiático en nuevos escenarios.

También ISKP ha actuado en Pakistán, pudiendo ser los autores del atentado contra una mezquita de las fuerzas de seguridad pakistaníes que dejaron cientos de víctimas.

Los Talibán no dejan de hostigar a los miembros de ISKP, señalándoles como su principal amenaza y centrándose en desactivar cualquier célula en Kabul. Con ello también querrían ganar la confianza internacional de que Afganistán no supondrá una amenaza regional ni base para grupos terroristas, pero lo cierto es que los Talibán siguen siendo aliados de grupos yihadistas como Al Qaeda y en su gobierno están integrados miembros de la red terrorista Haqqani, por lo que Afganistán posiblemente sea un foco de inestabilidad regional.

Conclusiones

La proclamación de un nuevo Califa no significará un nuevo y repentino renacer de Daesh a nivel global, pero sí simboliza que la ideología que pretende impulsar y su causa “divina” sigue contando con un líder dispuesto a seguir capitalizando una lucha por la supuesta voluntad de Allah y la defensa de su verdadero mensaje. La proclamación del cuarto Califa de Daesh es una cuestión simbólica sin valor operativo, ya que este no ejerce mando directo sobre las distintas filiales.

Los grupos terroristas de índole yihadistas han demostrado una gran capacidad de adaptación, resistencia y organización ante cualquier escenario de inestabilidad, siendo capaces de instrumentalizar situaciones críticas, volátiles o de malestar para expandir su ideología de la violencia, que puede atraer a sectores de la población radicalizados o desencantados con las situaciones políticas de allá donde vivan.

La ideología yihadista sigue atrayendo a miles de simpatizantes. Las redes sociales e internet han favorecido su expansión y capacidad de captación a nivel mundial, de ahí la importancia y repercusión que las distintas filiales de Daesh le han dado a sus proclamaciones de fidelidad, con la intención de persuadir a posibles simpatizantes. En Oriente Próximo pese a la derrota de Daesh en 2019 preocupa que cualquier cambio de escenario pueda reactivar la amenaza regional.

Mientras, en África la amenaza yihadista se consolida, siendo el epicentro actual del yihadismo global. África se puede convertir en un terreno perfecto para el crecimiento de los grupos yihadistas donde factores como la pobreza, la falta de oportunidades y la desilusión puede atraer hacia postulados radicales y rompedores con la política tradicional a una población muy joven y en pleno proceso de explosión demográfica. En Asia, Afganistán posiblemente sea un foco continuo de inestabilidad, no solo por ISKP sino por la propia política de las nuevas autoridades.

Daesh, aunque frágil en su matriz, resurge en otros escenarios sin cesar de ser una amenaza para millones de personas.

FUENTE: Manuel Paz Bernal / Geopol21

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