Sorxwîn Mako y la liberación de Kobanê (Parte I)

El 1 de noviembre se celebró el Día Mundial de Kobanê. Sorxwîn Mako fue comandante del frente en Kaniya Kurda, en Rojava, durante la defensa de Kobanê contra ISIS en 2014. Allí perdió un ojo. Hemos hablado con ella sobre cómo llegó desde las montañas de Botan a través de la frontera con Rojava y lo que sucedió después.

“Estábamos en las montañas de Kurdistán en 2014. Con los recursos más limitados, solo una radio, seguíamos la guerra en Kobanê. Como combatientes kurdas, sentimos profundamente la violencia de la guerra –recordó Sorxwîn-. Hubo un ataque cruel contra la población, contra las mujeres, los niños y los ancianos. En cuanto se conoció la gravedad de los ataques, muchas revolucionarias quisieron ir inmediatamente a Kobanê. Muchas fueran y simplemente abandonaron sus unidades, y otros propusieron ir a Kobanê. Porque somos las luchadoras de nuestro pueblo. Oír hablar de la destrucción de un pueblo mediante masacres daba a toda la gente revolucionaria el derecho a intervenir. Era una tarea revolucionaria ir a Kobanê. Nos pusimos en camino”.

Volver a luchar

El enemigo detuvo a muchas de nosotras por el camino. Muchos camaradas fueron heridos antes de llegar a Kobanê, pero algunos lo logramos. Cuando cruzamos la frontera, Rûken, de Silopi, también estaba allí. Había sido gravemente herida en el abdomen en la batalla de Kobanê y había venido al otro lado de la frontera para recibir tratamiento. Sus heridas aún no se habían curado, pero tenía muchas ganas de volver a cruzar la frontera con nosotras. Dilpak, de Amed, también recibió impactos de bala en la espalda y la cabeza. También regresó a Kobanê. A pesar de las graves heridas, regresaron a Kobanê. Me llamaron mucho la atención. Sus heridas eran visibles, necesitaban tratamiento, descanso, pero volvieron a luchar. Esto reforzó nuestra moral, se convirtió en una fuente de moral. La frase de Erdoğan ‘Kobanê ha caído y caerá’ provocó la ira de todo el pueblo revolucionario.

Cruzamos la frontera hacia Kobanê. Nunca olvidaré cómo un padre se abalanzó sobre mí en la frontera y me dijo: “¡No vayas, morirás! Todo el mundo se va de Kobanê”. Mi respuesta al padre fue: “¿Qué sentido tiene vivir si nuestro país ha desaparecido?”. El padre guardó silencio. Cuando llegamos a la valla fronteriza, los soldados turcos atacaron con unos 30 tanques. Éramos muchas. No sólo cruzaron la frontera los revolucionarios y revolucionarias, sino también gente corriente. Cuando llegamos a Kobanê, 28 de nosotras habíamos resultado heridos por las balas y las bombas de gas. Unas 300 personas llegaron a Kobanê. Pagamos un alto precio en la frontera, pero aun así llegamos a Kobanê con grandes aspiraciones. Llegamos a la ciudad a las tres de la madrugada. En Kobanê todo lo que se veía era polvo, humo y fuego. Nos encontramos con coches ardiendo y explotando y casas destruidas; nos recibieron en casas cuyo fuego aún no se había apagado. Kobanê estaba en llamas. No había lugar donde no se oyera el ruido de las balas. Se oían constantemente obuses, morteros y tanques. Después de pasar por la puerta de Mürşit Pınar, fuimos a una casa y nos dispararon con los cañones infernales de ISIS. Más de la mitad de nuestros amigos y amigas agarraron las armas que les dieron y se pusieron en posición. Fui al cuartel general e informé sobre el grupo recién llegado. En el cuartel general comprendí las dimensiones de la guerra.

Frente de Kaniya Kurda

Fui al frente de Kaniya Kurda y Heval Gelhat estaba allí. Lo primero que me dijeron tanto los amigos del cuartel general como Heval Gelhat fue: “Intenta no caer en los tres primeros días. Después de tres días entenderás el método de la guerra”.

Cuando llegué a Kaniya Kurda recibí noticias de muertos y heridos. Eran personas que habían llegado a Kobanê conmigo y formaban parte de mi grupo. Entre ellos se encontraba Heval Mîran, de Şirnex. Esta situación avivó mis sentimientos de venganza y victoria.

Después hicimos un plan de batalla apresurado mientras estábamos de pie. Ante nosotros y nosotras había un barrio que teníamos que tomar por entero. Estaba sólo a dos edificios de distancia. Avanzar dos puertas significaba estar un paso más cerca de la liberación de Kobanê. La victoria de Kobanê estaba encerrada en dos casas. Empezamos por la noche y despejamos ambas casas por la mañana. Tuvimos algunos heridos. Nuestras tácticas de guerra eran buenas, pero nuestra munición no era suficiente. No era una guerra con armas pesadas ni una batalla librada con diversas tácticas. Fue una batalla pecho con pecho. Luchamos con granadas de mano y Qilêş (Kalashnikov). Nuestras granadas de mano y munición no eran suficientes. Por eso teníamos heridos. Fue una guerra gigantesca librada con pocos recursos. Apenas hay una tropa o revolucionario en la historia que luchara contra un tanque con una bomba o un Qilêş. Nunca se había visto que se pudiera llegar hasta debajo del tanque con dos bombas, hacerlas explotar y detener el tanque. En Kobanê luchamos con este espíritu. Con una voluntad de acero plantamos cara a los grupos de ISIS.

Tras tomar aquellas dos casas, íbamos avanzando más y más. Nuestras tácticas y métodos siguieron mejorando. Las guerras de montaña y de ciudad son muy diferentes entre sí. Cada día buscábamos nuevas tácticas. Nuestras experiencias con la guerra urbana se desarrollaron durante la guerra de Kobanê. Por lo demás, nunca habíamos participado en una guerra en la ciudad. Tuvimos que desarrollar nuevos métodos de guerra de un momento a otro.

Choque de ideologías

Fue un choque de dos ideologías. Una era una ideología de exterminio, negación y masacre contra los valores del pueblo, y la otra era la ideología apoísta (en referencia a Abdullah Öcalan) de la gente que sacrificó todo lo que tenía por su pueblo. Era la ideología de los que sacrificaron sus vidas para salvar a una mujer y a un niño. La fuerza opositora saqueó, robó, violó y masacró. Quemaron viva a mucha gente. Vi con mis propios ojos cómo rociaban a la gente con gasolina y la quemaban viva. Cuando se dieron cuenta de que estaban siendo repelidos, aumentaron el uso de estos métodos. Con la entrada de nuestro grupo de Alepo en la guerra, las posiciones en Kobanê se convirtieron en una fortaleza. ISIS estaba quebrado y luchaban desesperadamente. Cuando se pusieron los cimientos de la libertad, el enemigo se quebró. Había un bazar en Kaniya Kurda. Teníamos siete u ocho posiciones allí. Quemaron a una persona hasta la muerte en este bazar. Hacían guerra psicológica. Todavía puedo oír esos ruidos. Pero en ese momento había que fortalecer moralmente a las unidades. Después de todo, éramos humanos y teníamos sentimientos. El incendio de una persona ante nuestros ojos nos conmovió inevitablemente. Una persona esperaba que acudiéramos en su ayuda y gritaba a pleno pulmón. En ese momento, llamé por radio a todos los servicios de emergencia porque habían visto la imagen a través de los prismáticos. ‘Mantengan la moral alta, ISIS será derrotado. Si no estuviera agotado, no utilizaría la guerra psicológica. Junten sus posiciones, haremos un nuevo avance por la noche’, les dije. Fue una inyección de moral necesaria y entonces llevamos a cabo varias operaciones con éxito. A menudo utilizaban estas tácticas brutales. Soy testigo presencial de estas prácticas. El método que utilizaban más a menudo era la guerra psicológica.

El sol estaba a punto de salir. Me llamaron por radio y me dijeron que mirara a alrededor. Había tres sillas amarillas, rojas y verdes, y tres cabezas cortadas. Pensamos quién de nosotras había sido capturado, pero ninguna lo fue. A través de la conexión de radio que establecimos, nos quedó claro que las tres cabezas cortadas pertenecían a ciudadanos. El mensaje era: “Les cortaremos la cabeza a ustedes también”. Nos quedó claro que ISIS se enfrentaba a la derrota.

Crecí en un entorno islámico hasta la edad adulta. El Islam significaba cultura y moral, así lo aprendimos. Nunca lo olvidaré: a un bebé de tres meses le pasaron un palo por el ano y se lo sacaron por la boca. Cuando abrimos los ojos por la mañana, vimos los ojos de un bebé con sus manitas colgando de un palo. En el Islam los bebés son ángeles. Según el Islam, un bebé nunca puede ser un instrumento de guerra. Pero eso ocurrió en Kobanê. ISIS entendía el Islam como una forma de masacrar ángeles. Por mucho que cada atrocidad que experimentamos nos afectara, al final las convertimos en fuerza para la victoria de Kobanê.

FUENTE: Nûjiyan Adar / ANF / Edición: Kurdistán América Latina

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