Un alto funcionario del gobierno de Ankara ha revelado este miércoles en el diario local Yeni Safak que Turquía construirá tres bases militares en el norte de Irak, concretamente en las áreas de Senat y Haftin. “El propósito y objetivo de establecer estas bases militares es evitar la infiltración de elementos kurdos en territorio turco”, según ha desvelado la misma fuente. “La campaña de Ankara continuará hasta que se logren sus objetivos. No hay un periodo concreto de tiempo para la operación; el proceso continuará”, ha añadido.
Esta noticia se conoce apenas una semana después del lanzamiento de la operación turca “Garra del Tigre” (Claw Tiger) contra las posiciones del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), considerado como terrorista por Ankara, en las regiones norteñas de Irak, con incursiones militares terrestres apoyadas por bombardeos aéreos. Turquía llevó a cabo la misión “para garantizar la seguridad del pueblo turco y sus fronteras contra los terroristas”, según informó entonces la agencia de prensa Anadolu.
Un día antes, el 15 de junio, 81 emplazamientos de los rebeldes kurdos fueron atacados por el ejército turco, en el marco de una operación denominada la “Garra del Águila” (Claw Eagle). El Ministerio de Defensa de la nación euroasiática confirmó, entonces, que los aviones de combate utilizados en esta misión habían destruido las cuevas donde se refugiaban los insurgentes, así como algunas de las principales bases kurdas en el norte de Irak, concretamente en Sinjar (Shengal), Qandil, Karacak, Zap, Avasin-Basyan y Hakurk.
Bajo estas misiones, el Ministerio ha informado el miércoles de que las Fuerzas Armadas turcas han confiscado una “gran cantidad de municiones” pertenecientes al PKK. En concreto, han incautado un lanzacohetes RPG-7, dos AK-47, un lanzagranadas de 40 milímetros, 18 granadas de mano, municiones para cuatro lanzadores antitanque, dos lanzacohetes y 25 lanzagranadas, entre otro tipo de armamento. También han sido requisados y destruidos “varios documentos y materiales de soporte vital”, de acuerdo con la entidad.
El balance total de la operación en dos etapas hasta la fecha se salda con la interceptación de 150 objetivos kurdos en la región de Haftanin, seguidos de ataques contra 500 objetivos entre los que se incluyen aviones, aviones no tripulados y artillería pesada en otras regiones: las montañas de Qandil, Sinjar y un campamento de refugiados en Makhmour, al sur de Erbil, la capital del Gobierno Regional del Kurdistán (GRK).
El Ministerio también ha asegurado que “mientras planificaban y ejecutaban la operación, las fuerzas turcas tuvieron mucho cuidado de proteger la vida y la propiedad de los civiles, así como el medio ambiente”, en unas declaraciones recogidas por el diario local Daily Sabah.
Sin embargo, Turquía ha sido duramente criticada por sus incursiones en la franja norte iraquí, puesto que, en ocasiones, sus bombardeos impactan sobre poblaciones civiles, según ha denunciado reiteradas veces el gobierno de Bagdad. “Ankara solía infiltrarse en el espacio aéreo iraquí, alegando perseguir elementos del PKK, pero estos ataques a menudo causan víctimas civiles”, recogen desde el medio Al-Ain. Así, el Comando de Operaciones Conjuntas del país condenó la penetración de aviones de la nación euroasiática en el espacio aéreo iraquí, que utilizó para llevar a cabo la operación “Garra del Águila”, puesto que atacaron un campo de refugiados cerca de las áreas del norte de Makhmur y en Sinjar. “Es una violación flagrante de la soberanía iraquí”, se aseveraba en el comunicado publicado por el Comando.
De hecho, la Comisión de Estados Unidos para la Libertad Religiosa Internacional también ha rechazado las operaciones militares turcas, puesto que “golpearon a Sinjar, el área donde las minorías yazidíes se están recuperando del genocidio que sufrieron a manos de Daesh en el año 2014”. “Los civiles han sido asesinados y los aldeanos son amenazados por los ataques aéreos generalizados de Turquía en el norte de Irak. Ankara afirma estar luchando contra ‘terroristas’, pero ha utilizado una fuerza desproporcionada. Los activistas temen que las minorías cristianas, ya amenazadas por las invasiones de Turquía en el norte de Siria, tengan que huir nuevamente”, aseguró el analista Seth J. Frantzman en The Jerusalem Post.
En esta línea, el Comité de Defensa y Seguridad del Parlamento iraquí ha instado al gobierno, encabezado por el primer ministro Mustafa Al Kadhimi, a presentar una queja ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) por las “intervenciones inaceptables de Turquía en el país”.
Cabe recordar, en este punto, que las operaciones turcas en el norte de Irak están siendo respaldadas desde Irán, con el lanzamiento de artillería desde su territorio. El 15 de junio, previamente al inicio de “Claw Eagle”, el ministro iraní de Asuntos Exteriores, Mohammad Javad Zarif, se desplazó a la capital turca para reunirse con su homólogo euroasiático, Mevlut Cavusoglu. Los dos funcionarios acordaron, entonces, una “acción conjunta contra el terrorismo”. Esto ha provocado, según ha informado Arab News, una reprimenda formal a los embajadores de los dos países en Bagdad. También Emiratos Árabes Unidos (EAU), en representación de la esfera árabe, condenó la operación turca y aseguró que violaba los “principios del derecho internacional”.
“Estos ataques son una proyección más del poder de Turquía en todo el Medio Oriente, con sus intervenciones militares en curso que cubren el norte de Siria, Libia y el Mediterráneo Oriental, y ahora el norte de Irak (…) En Siria e Irak, las actividades de Turquía se llevan a cabo, irónicamente, en colaboración con Irán, el rival regional y enemigo jurado de Estados Unidos”, explicó al respecto el analista Talmiz Ahmad en Arab News. Esto pone de manifiesto el complejo tablero de intereses en el que se ha convertido Oriente Medio, donde las potencias crean y borran alianzas en función de amigos o enemigos comunes.
FUENTE: Henar Hernández / Atalayar