“Una flor que sale entre la nieve”

“Con voluntad muy fuerte” es la forma en la que Mizgin Ahmed describe a los pueblos del norte y este de Siria, quienes, a pesar de las adversidades, han logrado promulgar la nueva versión del Contrato Social el pasado 12 de diciembre de 2023. Frente a las dos versiones anteriores (2014 y 2016), en este contrato de 134 artículos se amplía el apartado III relativo a las instituciones que componen el Sistema Social, manteniendo como pilares de la Administración Autónoma Democrática del Norte y Este de Siria (AADNES) “la sociedad democrática ecologista, la copresidencia, la economía social, la justicia social y el principio de confederalismo democrático”. Para conocer más acerca de este proceso, el pasado 5 de febrero entrevistamos a Mizgin Ahmed, responsable de la diplomacia del Partido de la Unión Democrática (PYD) en su visita a Madrid.

Ahmed cuenta con una larga experiencia de lucha, ha sido parte de la Revolución de Rojava y del proceso de construcción del sistema de autonomía en el norte y este de Siria, así como integrante del comité de redacción y preparación del nuevo Contrato Social. Actualmente es responsable de la diplomacia del PYD, uno de los partidos más antiguos de la región. Ahmed, al igual que miles de mujeres kurdas, se ha volcado en sostener el proceso de transformación política que define como “una revolución dentro de otra revolución”, en alusión al potencial organizativo de las mujeres y su protagonismo dentro de la denominada Revolución de Rojava.

-¿Cómo ha sido el proceso de construcción del nuevo Contrato Social? ¿Y de qué forma se han recogido las opiniones de la población?

-Cuando se hace una revolución es necesario sistematizar los esfuerzos sociales, y para que exista ese sistema y esa disciplina en la sociedad hace falta un documento escrito. No queremos que el Estado ponga las normas y los límites de cómo tiene que regirse la sociedad, y como los estatutos de las organizaciones o de parte del sistema no son suficientes es necesario construir un nuevo Contrato Social que, de alguna manera, guíe la vida colectiva. En este sentido, si se quiere proponer un sistema social a la sociedad se tiene que analizar de manera sistemática cuáles son las necesidades, entrar en diálogo con ella e idear una propuesta. Las condiciones que prevalecen desde el inicio de la Revolución de Rojava son muy específicas, porque a la vez que se estaba haciendo la guerra, una guerra de resistencia, se estaba construyendo el sistema social. Desde el primer momento en el que se instituye la Autonomía Democrática, la construcción de un nuevo Contrato Social estuvo constantemente sobre la mesa.

Sabíamos que los principios de ese contrato debían estar basados en las necesidades de la sociedad y no por encima, para que sean practicados es necesario que emanen de ella. Si solo una parte de la sociedad es quien lo redacta y lo propone, nos acercaríamos a las formas en las que el Estado propone y dice: estas son las normas y ustedes como sociedad tienen que cumplirlas. Y no queríamos esto. Quizás no todas las personas pueden dedicarse a escribir el Contrato Social, porque en el norte y este de Siria viven 5 millones de personas, pero de esos millones puede salir un grupo que esté en constante diálogo con la sociedad. Ya desde el principio, como estábamos diciendo, la revolución tenía la necesidad de escribir su propio contrato. En 2014 comenzó la formación de un grupo. Según se liberaban nuevos territorios, se intentaba llegar lo más rápido posible a su población para abrir el diálogo en torno al Contrato Social.

En 2020 se conformó un grupo de 160 personas como comité de discusión de redacción del actual Contrato Social. Todas estas personas tenían algún tipo de profesión, ya sea como abogados, profesores, intelectuales, escritores o gente que de alguna manera producía conocimiento para la sociedad.

En 2021 salió un borrador, que se discutió de manera sistemática con la sociedad. Sin embargo, cada vez que se avanzaba en alguna fase de su redacción, el Ejército turco atacaba la región intentando frenar su desarrollo. La última vez que hubo una junta grande para discutir los avances entre el comité de redacción y todas las comunas, consejos y cantones fue en 2022, pero los ataques a la zona se intensificaron al punto de detenerlas. A pesar de que todas estas agresiones impedían que se avanzara rápidamente, en diciembre de 2023 se presentó la versión oficial, se votó y se aprobó. Gracias a todos estos esfuerzos y al proceso de construcción de este nuevo Contrato Social, podemos decir que la voluntad de toda la sociedad que vive en el territorio norte y este de Siria está representada.

Normalmente, la aprobación debió haberse celebrado en octubre del 2023, pero esto no fue posible debido a que el 5 de octubre el Estado turco atacó intensamente la infraestructura civil y de servicios en la región, por lo que nos vimos obligadas a aplazar esta reunión hasta diciembre. Así, el 12 de diciembre se aprobó el contrato y el 17 de ese mismo mes los ataques del Estado turco reiniciaron de forma sistemática, destruyendo nuevamente todas las infraestructuras de la sociedad. Podemos, en ese sentido, constatar que este Contrato Social se estableció en unas condiciones en las que ni siquiera fuerzas regionales, ni las fuerzas internacionales querían aceptar que se instituyera, pues supondría un avance en la construcción de este sistema autónomo. Sin embargo, fue una voluntad muy fuerte de la población que vive en esta región la que pudo sacarlo adelante.

-Respecto al anterior contrato ¿cuáles han sido los cambios y por qué?

-El Contrato Social que había antes representaba a tres cantones, que son los de Kobane, Afrin y Jazira. Cuando se liberaron los territorios de Tabqa, Raqa, Deir ez-Zor y Manbij también se incluyeron dentro del proceso de discusión. Fue un proceso que duró un tiempo, al principio en 2018 se liberaron Tabqa y Raqa; después Deir ez-Zor, último territorio que se logró liberar en 2019. Se han hecho algunos cambios para representar mejor a estas poblaciones. Uno de los cambios fue que el Consejo de establecimiento de las normas, pasó a llamarse Concejo del Pueblo, el Concejo Popular*.

Antes existía la unión de ayuntamientos y funcionaba más o menos con el rol de un consejo ejecutivo de las decisiones que tomaban las comunas y los cantones. Ahora sigue tres pasos. Las decisiones, las normas, todas las leyes se establecen dentro del sistema del Concejo Popular, que es el concejo mayor, en el que se confederan todas las comunas, concejos regionales, cantonales, y pasan por la unión de ayuntamientos. De ahí pasan al Consejo Ejecutivo. Antes este comité ejecutivo era el que se encargaba de supervisar si se cumplían las leyes o normas que se establecían. Ahora esa responsabilidad pasa a ser del Concejo Popular, el Concejo confederal de los cantones. Antes había delegaciones de justicia, educación, salud o de cualquier aspecto necesario para la sociedad, ahora todos estos se han conformado como Consejos. El Concejo de Mujeres a nivel general antes se organizaba de una manera totalmente independiente, ahora está dentro del sistema confederal general pero su organización es autónoma. Dentro de este mismo sistema, el Concejo de Juventud es también autónomo, pero está dentro del mismo sistema general. Hay una relación basada en el Confederalismo Democrático entre las autonomías de los jóvenes y de las mujeres. Estos son, en general, los cambios más esenciales que se hicieron y el resto de modificaciones persiguen avanzar en los pasos que ya existían.

-¿Se han dado experiencias en las que el régimen sirio limite el funcionamiento de la AADNES?

-El régimen sirio rechaza absolutamente la administración autónoma. De hecho, es quien más insiste constantemente en que el proyecto termine, presiona para ello. Es un sistema represivo y dictatorial.

-¿Ha habido algún diálogo con el régimen de Bashar al-Asad tras su regreso a la Liga Árabe?

-Nosotras estamos intentando resolver los problemas de Siria en general junto con el régimen sirio, pero con la mentalidad del régimen Baaz es imposible. Por ejemplo, existe ahora en la región de al-Sueida, en el sur de Siria, un interés por construir un sistema confederal pero el régimen sirio no lo permite, todas las protestas y levantamientos de la población son reprimidas y sofocadas.

-¿Se pueden considerar algunos actores regionales como aliados de la AADNES?

-Los regímenes árabes de la región están fundamentados en un sistema tribal y monárquico. Es la primera vez que en la región se establece un sistema confederal como el nuestro, por eso a ninguno de estos regímenes les gusta. Sin embargo, tenemos relaciones con muchos actores de la sociedad civil en Túnez, el Sahara, Líbano o con las mujeres en Afganistán. A muchas sociedades de Medio Oriente les gustan nuestras ideas, y en general, nuestra experiencia revolucionaria ha supuesto una inspiración para muchos pueblos de esta zona.

-¿Hay relación con Palestina?

-Sí, tenemos relaciones con el pueblo palestino en Líbano, pero tenemos relaciones con su gente, con la sociedad, y el pueblo. No con actores del sistema en Palestina, como por ejemplo uno de ellos, Hamás, no tenemos relaciones con ellos. Desde hace tiempo hasta hoy en día le estamos proponiendo al pueblo palestino el modelo de la nación democrática como solución para su propio territorio.

-El Contrato Social asume la comuna como máxima unidad de toma de decisiones y cada comuna se vale de las comisiones que estima necesarias para la gestión de la vida comunitaria. En ese marco es donde situamos la función de la reproducción social sostenida históricamente por mujeres. ¿Cómo se aborda y cómo se trabaja superar las visiones machistas en la gestión cotidiana de la vida dentro de las comunas?, ¿hay mecanismos al interior de la AADNES para frenar las violencias machistas?

-Estamos viviendo dentro de una sociedad y dentro de un sistema patriarcal. Si no se crean ciertos cambios en el sistema y en la vida cotidiana, las mujeres no pueden decir que realmente están construyendo un nuevo sistema. Por eso, en la Revolución de Rojava se puede decir que se ha hecho una revolución dentro de otra revolución, ya que a través de las academias y la educación se están intentando combatir las mentalidades machistas. Si quieres construir una sociedad política y ética lo primero que tienes que hacer es trabajar para cambiar la mentalidad. Por eso, siempre afirmamos que la Revolución de Rojava es principalmente una revolución dentro de la revolución, y principalmente una revolución de las mujeres, lo cual es al mismo tiempo una revolución cultural, educativa…, todo interrelacionado. Si eligiéramos un aspecto para distinguir nuestra revolución de otras sería exactamente éste. El objetivo es cambiar simultáneamente la mentalidad de la mujer y del hombre, y así poder construir un nuevo sistema; si este proceso no se tiene en cuenta, lo que va a producirse es otro modelo que seguirá estando mal.

La comuna es al mismo tiempo el sitio en el que establecer la vida libre entre mujeres y hombres, es el sitio de la vida colectiva. Por eso, en todos los ámbitos y en todos los niveles del sistema confederal se toma como modelo el sistema de copresidencias. En ambos contratos sociales, normas y artículos específicos del Contrato Social fueron escritos concretamente sobre la temática de la mujer. Estamos trabajando y esperamos que en el futuro sea posible constituir el Contrato Social de las mujeres. A la vez que las mujeres se han implicado en todo este proceso revolucionario, ahora se están consiguiendo hacer formaciones sistemáticas con los hombres. Antes no se había podido, había muchas dificultades que lo impedían porque también entre nosotras estábamos en una guerra constante.

-¿Esas formaciones son para la población en general, o para un grupo de hombres en especial?

-Empezamos por los miembros de la administración o las personas que tienen un cargo en alguna institución, pero ahora estamos pasando a la etapa en la que intentamos trabajar esto con todos los hombres de la sociedad, ya que no existe ninguna persona sin un cargo, sin alguna responsabilidad. Ahora la Jineolojî, la ciencia de las mujeres, la instituimos como una práctica que se estudia en las academias, en las escuelas e incluso en las universidades.

-El cambio de paradigma que ratifica el Contrato Social, ¿cómo afecta a la composición de clase de la zona?

-Este Contrato Social está establecido sobre la base del paradigma de la nación democrática. Es su filosofía. Nuestro paradigma es el paradigma de Abdullah Öcalan, es el paradigma de la liberación de la mujer, de la ecología y de la democracia de base. No solamente en el territorio de Rojava, sino que en general el movimiento de liberación ha puesto este tema sobre la mesa desde hace mucho tiempo. Desde la perspectiva de Reber Apo (Abdullah Öcalan), existía una oposición muy fuerte a la división de clases y las desigualdades sociales. Por eso, en nuestra vida cotidiana estamos en lucha constante contra esta mentalidad. Llevamos 12 años, todo lo que lleva la revolución existiendo, luchando en este tema, pero eliminar totalmente el sistema de clases es una lucha de largo plazo y por eso no es posible conseguirlo en tan solo 12 años. El sistema de clases lleva 7000 años existiendo, no es fácil de superar. Nuestro objetivo y nuestra ideología está encaminada hacia la superación de la sociedad de clases, pero insistimos: esto es una lucha de largo plazo. Empezamos, sobre todo, por las mujeres y hemos llegado ya hasta cierto punto, pero en general en todas las luchas para superar las mentalidades dominantes hace falta un proceso de largo plazo. En la historia, lo que podemos analizar es que la mujer es la clase más oprimida de todas y más que una clase incluso, tienen que verse como una nación, como la madre de la sociedad. Por eso, el punto de inicio para nuestro cambio parte de ahí, pero es de largo plazo.

-Además de la cuestión de clase y de la opresión de las mujeres, ¿de qué otra forma se expresa el capitalismo en la región?

-Otro de los aspectos contra los que se intenta luchar sistemáticamente es la mentalidad del liberalismo que está muy presente en la región, así como la división interna de la sociedad. Estas mentalidades perjudican a la sociedad, y es importante combatirlas. Esto que estamos mencionando no son características livianas, están profundamente arraigadas.

-Dentro del Contrato Social, uno de los derechos y libertades que señala es que todos los ciudadanos tienen derecho a vivir en una sociedad ecológica sana. En un entorno como el de Oriente Medio, marcado por el extractivismo y la guerra que destruye y contamina el entorno, ¿de qué manera el sistema democrático confederal aborda la defensa de este derecho?

-Hay artículos específicos que hablan de esto, el derecho a vivir en un entorno limpio, la necesidad de no ensuciar cuando se extrae algo; el objetivo de reverdecer la zona y hacerla más ecológica, pero todos estos puntos se hacen extremadamente complicados por la situación de la guerra. El objetivo es unir a la sociedad con la naturaleza y su entorno. En eso estamos.

-El Contrato Social entiende la justicia desde la perspectiva de la justicia restaurativa. ¿Cómo se relaciona esta perspectiva de la justicia con el sentido de la vida en libertad?

-No tenemos un sistema de justicia estatal, sino que tomamos el principio de la justicia social. No damos juicios sobre las personas que han hecho un mal a la sociedad. Existe un comité de resolución de conflictos, tenemos la casa del pueblo, y la casa de la mujer. Si estas instituciones no son capaces de resolver el conflicto, a estas personas concretas se les lleva a un juicio, pero se pasa por tres fases antes de llegar a esto. Por eso, insistimos en que este sistema se base en la justicia social. La cárcel es un recurso extremo que solamente se usa cuando una persona ha cometido crímenes muy graves e incluso dentro de la cárcel existe educación.

-Dada la compleja situación geopolítica en Oriente Medio, ¿cuáles son los objetivos inmediatos de la AADNES?

-Sin mencionar los objetivos más a largo plazo de la Administración, los inmediatos serían principalmente construir tranquilidad y estabilidad en la región que ya está liberada, a pesar de los ataques continuados en la región. Para lograrlo abrimos las puertas y hacemos un llamado a todos los sectores de la población y a toda la gente que quiera apoyar la estabilidad y el fin de las hostilidades. Es la primera vez que en esta región surge un sistema que realmente busca una vida democrática y libre en un entorno muy duro. Queríamos poner el ejemplo de una flor que sale de entre la nieve, por esto es urgente proteger este sistema y lo que representa.

-Frente a los últimos ataques, ¿cuál es la relación con Estados Unidos y Rusia? ¿Cómo está la distribución de las fuerzas extranjeras?

-La relación con Estados Unidos es únicamente en el marco de la Coalición Internacional en contra del Estado Islámico, donde participan las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS); más allá de esto no existe relación con la Administración Autónoma. Estados Unidos no apoya este sistema social, sin su permiso ninguno de los ataques a la región podría realizarse.

Estados Unidos podría cerrar el espacio aéreo, y también le podría decir a Turquía que no ataque. Pero como ambos son miembros de la OTAN y tienen intereses en común, el sacrificio que queda en medio somos nosotros. La presencia de Rusia en la región solamente está para devolver el régimen sirio al estado previo a la revolución, para volver a reforzarlo. El asedio en Afrin, por ejemplo, fue confirmado y apoyado por Rusia; la persona que confirmó la invasión de Serekaniye y Gire Spi fue Donald Trump. Todos tienen intereses políticos. Por eso, para nosotros lo esencial es la relación y la solidaridad entre pueblos, entre la sociedad. En el norte y este de Siria esa es la fuerza real que existe.

-¿Es un tema problemático la emigración?

-Exacto. De hecho, podemos ver esto reflejado en las decisiones de la coalición del régimen sirio con Rusia e Irak hace unos días en Astaná. El objetivo de los ataques contra la infraestructura civil y de servicios en la región es provocar migraciones masivas para vaciar el territorio. Por eso, Turquía, Irán, Rusia, Siria y Estados Unidos utilizarán cualquier recurso que tengan a mano para intentar acabar con el sistema de la autonomía democrática; aspiran a reforzar el Estado-nación por encima de la vida de los pueblos. La Administración Autónoma no es el proyecto de Estados Unidos ni de Rusia. El proyecto del Estado turco en la región es un modelo más parecido a la línea del Estado Islámico. Lo que quiere Irán, por su parte, es reforzar el eje chiita en las zonas de Líbano y Yemen, fortalecer su influencia. Ninguna de estas fuerzas hegemónicas regionales e internacionales representan los intereses de las sociedades, sus intereses siempre han sido económicos.

Notas:

*Nótese la distinción entre concejo y consejo que seguimos de acuerdo a la versión en castellano del Contrato Social.

FUENTE: Rocío Sánchez Cuenca (militante de Anticapitalistas) y Cristina de Lucio Atonal (politóloga) / Viento Sur

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