Abdullah Öcalan: símbolo de los 100 años de resistencia kurda

Desde su secuestro por parte de la inteligencia militar turca en Nairobi, en 1999, el líder del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), Abdullah Öcalan, ha soportado casi 23 años de prisión. Durante gran parte de ese tiempo, ha estado confinado en la isla de Imrali, en el Mar de Mármara, sin ningún contacto con familiares o amigos.

Sus carceleros esperaban que al cerrar de golpe las puertas de la prisión, el mundo se olvidaría de la existencia de Öcalan. Pero para millones de kurdos y sus seguidores en todo el mundo, Öcalan es un símbolo vivo de resistencia a un siglo de opresión por parte del Estado turco.

Según el gobierno turco, Öcalan es un terrorista. El gobierno australiano está de acuerdo, catalogando al PKK como una organización terrorista.

La lista fue hecha originalmente en 2005 por el gobierno de la Coalición (australiana), de John Howard, después de una visita de Recep Tayyip Erdogan, el líder autocrático turco. Se ha renovado periódicamente desde entonces, incluso por los gobiernos laboristas. La inclusión se hizo por razones políticas puramente oportunistas. Las justificaciones gubernamentales simplemente no cuadran.

El PKK no es y nunca fue una amenaza para la seguridad de Australia, ni para ningún otro país fuera del Estado turco. Varios tribunales europeos, incluido el más alto tribunal belga, han dictaminado que el PKK no puede ser tratado como una organización terrorista. En cambio, es parte de un conflicto armado con el Estado turco.

Bajo el liderazgo de Öcalan, el PKK lanzó una lucha armada contra el Estado turco en 1984. Desde entonces, ha declarado varios altos el fuego unilaterales y, en 2013, se le permitió a Öcalan unirse a las conversaciones de paz. El líder kurdo continúa abogando por una solución pacífica a un conflicto intratable.

Originalmente formado como un partido marxista-leninista ortodoxo, con el objetivo de crear un Estado kurdo independiente, el PKK ha adoptado desde entonces un enfoque diferente bajo la dirección intelectual de Öcalan.

Öcalan argumenta que dada la pluralidad étnica de Turquía y Medio Oriente, la solución a la opresión de un siglo de los kurdos y otras poblaciones no turcas, radica en lo que él llama “confederalismo democrático”: una autonomía con plenos derechos para todos los pueblos.

Sin embargo, este cambio no hizo que el gobierno turco retrocediera en su determinación de mantener a Turquía como el organismo político-cultural étnicamente puro, previsto por Kemal Atatürk en el momento de la creación de la República turca en 1923. Desde entonces, el pueblo kurdo ha sufrido un genocidio cultural y, en ocasiones, físico.

En los últimos tiempos, el gobierno de Erdogan ha intensificado la represión tanto dentro como fuera de los límites del Estado turco. Miles de kurdos han sido arrestados y muchos asesinados, especialmente miembros del Partido Democrático de los Pueblos kurdo (HDP). Las ciudades en áreas fuertemente kurdas han sido bombardeadas.

El ejército turco también ha invadido y ocupado las regiones principalmente kurdas de Rojava, en el noreste de Siria, limpiando éticamente pueblos y ciudades, y colaborando con terroristas islamistas, incluido ISIS. Los yezidíes de habla kurda en la frontera con Irak también han sido atacados por las tropas turcas.

Sin embargo, los gobiernos del mundo y gran parte de los medios continúan apartando la vista de los crímenes de guerra y los crímenes de lesa humanidad cometidos por Turquía.

Los kurdos tienen un dicho muy conocido: no tienen más amigos que las montañas. Pero tienen muchos amigos en todo el mundo, incluidos los sindicatos, los partidos verdes y de izquierda, y otras organizaciones de la sociedad civil: personas que han visto la injusticia acumulada sobre el pueblo kurdo y están decididas a ayudar a ponerle fin a esta situación.

La clave para combatir tal opresión es exigir a los gobiernos que saquen al PKK de la lista de terroristas y pidan la liberación inmediata de Öcalan, para que pueda liderar la lucha por la paz con justicia para el pueblo kurdo en Turquía y los estados vecinos.

La prisión no ha roto a Öcalan, ni ha impedido que su cerebro funcione. En su celda, ha escrito una serie de libros y artículos originales que tratan sobre muchos aspectos de la libertad kurda y la emancipación humana de una forma más amplia.

Central a esto, es su insistencia en que “una sociedad nunca puede ser libre sin la liberación de la mujer”. Su lema es que “debes creer ante todo que la revolución debe llegar, que no hay otra opción”.

FUENTE: John Tully / Green Left / Traducción y edición: Kurdistán América Latina

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