Aumenta la presión turca sobre los kurdos de Siria

La atención se centra esta vez sobre el enclave de Ain Issa, una localidad que se encuentra en un cruce de caminos entre las carreteras que conectan Kobane, Raqqa, Manbij y Qamishlo, y que se sitúa en plena M4, la importante autopista siria que cruza el norte del país.

La ciudad se encuentra bajo control kurdo, y se ha convertido en el epicentro de la administración kurda del norte de Siria, gracias también al apoyo de Estados Unidos, que llegó a la ciudad en 2016. Sin embargo, tras la retirada estadounidense, Turquía ha tratado de hacerse con el control a pesar de que se encuentra más allá del límite establecido en los Acuerdos de Sochi de 2019.

Según estos acuerdos, se fijaba un corredor hasta las 20 millas de distancia de la frontera turca, en el que se establecerían patrullas conjuntas entre las fuerzas turcas y las rusas. No obstante, aunque Ain Issa se encuentra a 23 millas de la frontera con Turquía, la presión de las fuerzas turcas, con ayuda del Ejército Nacional Sirio (SNA, por sus siglas en inglés), una milicia pro turca, ha aumentado considerablemente.

A raíz del aumento de la presión, tanto kurdos como rusos se han reunido para valorar cuáles son las posibles respuestas que se pueden llevar a cabo para evitar una confrontación. Por parte de Rusia, se ha planteado a los representantes de las Fuerzas Democráticas de Siria (FDS), que lideran los kurdos, que cedan el control de Ain Issa al gobierno sirio, con el fin de evitar que el avance turco hacia la ciudad se consolide. Esta alternativa ya se llevó a cabo en la ciudad de Qamishlo, con la diferencia de que, en esa ciudad de mayoría kurda, la cercanía con la frontera turca era una amenaza evidente.

Las fuentes kurdas aseguran que no se ha aceptado esa fórmula, pero que se ha llegado a un acuerdo para establecer tres puestos de observación militar a lo largo de la autopista M4, para monitorear el posible avance turco hacia la ciudad y que, de conseguirlo, pudiera dirigirse después hasta Raqqa. El avance en esa dirección podría dar acceso a Turquía a los campos petrolíferos de la región de Deir Ezzor, en el este del país, una posibilidad que los representantes kurdos señalan para llamar la atención de Damasco sobre lo que está en juego.

Rusia, por su parte, trata de mediar para afianzar el control de Damasco en el norte, pero tampoco puede dejar a las fuerzas kurdas a su suerte, y que la injerencia territorial de Turquía aumente más de lo pactado en Sochi el año pasado. De ahí que haya accedido a la petición kurda y se haya reforzado la presencia rusa en la ciudad de Ain Issa.

A Turquía, al igual que a Rusia, también le interesa que se produzca la cesión del control territorial al gobierno sirio, debilitando así el poder de los kurdos en el norte, y la posible relación que puedan tener estos con los kurdos turcos y movimientos como el PKK, el enemigo acérrimo de Ankara. Un frágil equilibrio, y con demasiados actores sobre el terreno para permitir que el conflicto se acabe. Las fuerzas kurdas no dejan de denunciar violaciones del alto el fuego establecido por parte de Turquía, y la falta de contundencia de Rusia para responder ante ellas, para favorecer así los intereses de Damasco.

Además, la inminente llegada de Joe Biden a la Casa Blanca puede significar un cambio en la posición de Estados Unidos respecto a la situación en Siria, lo que reduciría el margen de maniobra de Turquía y, de ahí, que Ankara trate de buscar victorias de última hora para consolidar su posición en el norte de Siria.

FUENTE: Diego Urteaga / Atalayar

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