Con los ojos puestos en Turquía

A couple walks past billboards with the portrait of Turkish President Recep Tayyip Erdogan (L) and with the portrait of Republican People's Party (CHP) leader and presidential candidate, Kemal Kilicdaroglu (R) in Sanliurfa, south-eastern Turkey on April 28, 2023. (Photo by OZAN KOSE / AFP) (Photo by OZAN KOSE/AFP via Getty Images)

Las elecciones en Turquía vuelven a demostrar que no es fácil vencer al poder cuando la oposición no es capaz de convencer y movilizar al pueblo para defender lo que queda de democracia.

Turquía no es un país más. Es la puerta de entrada a Europa desde Medio Oriente y, por conveniencia de Occidente, es miembro de la OTAN.

Recep Tayyip Erdogan, que lleva las riendas del país euroasiático por 20 años, primero como primer ministro y después como presidente, no fue eliminado en primera vuelta como muchos anticiparon y volverá a defender el bastón de la presidencia el 28 de mayo. Esta vez frente a un adversario más fuerte que los anteriores, Kemal Kiliçdaroglu.

Erdogan, el líder imperioso turco, que fue un tenaz religioso islamista en los años 1990 y estuvo incluso encarcelado e inhabilitado por promulgar el odio, aplica mano dura en su país y juega lo mismo con israelíes que con palestinos, rusos, ucranianos, chinos, europeos, estadounidenses y cada una de las fichas del tablero mundial; esta vez no logró el 50% más uno que le hubiera dado la victoria en primera vuelta.

Una vez más, no se cumple el resultado de encuestas, que daban por ganador a su adversario, quien ahora debe conquistar la voluntad del 5.6% que votó por otros aspirantes, que igualmente se oponen a Erdogan.

“Si Kiliçdaroglu logra sumar ese 5.6%, podría ganarle a Erdogan en segunda vuelta”, comentó a DIARIO LAS AMÉRICAS el profesor de Derecho de la Universidad de Lleida, en España, Ferran Espaser.

No obstante, el hombre opositor también debe mantener los apoyos del 44.76% que le votó. Basta leer la prensa internacional europea para saber que hay decepción entre sus seguidores.

“Es normal. Muchos, alimentados por las encuestas, albergaban la esperanza de ganar a Erdogan en primera vuelta. Y ahora se sienten como si tuvieran que empezar de cero”, señaló Espaser.

Sea cero o mitad, lo cierto es que Erdogan no ganó en primera vuelta y existe la probabilidad matemática de que pierda en segunda vuelta.

“Mientras haya segunda vuelta, la batalla no está perdida”, reflexionó el académico.

¿Quién es Erdogan?

El hombre fuerte turco asumió la presidencia en 2014. Con voz de mesías, como sucede en otras geografías, Erdogan prometió desarrollar el país y convertirlo en una pieza clave internacional, poderoso tal vez como fue el Imperio Otomano que antecedió a Turquía.

Entretanto, la nación turca aspiraba a ser miembro de la Unión Europea, con solo el 3% de su territorio localizado en Europa, y el otro 97% está situado en Asia.

Aun así, la Unión Europea accedió para tener en cuenta la solicitud de Turquía, pero tras varias negociaciones y acusaciones sobre violación de derechos humanos y civiles, en un país que no logra separarse de su tumultuoso pasado, la adhesión fue congelada.

Dos años después, el 15 de julio de 2016, un intento de golpe de Estado trató de sacar del poder a Erdogan, pero el rechazo masivo tanto de la ciudadanía, que salió a protestar en las principales ciudades, como de todos los partidos políticos (incluyendo los de oposición) y la comunidad internacional, lograron parar el asalto a la débil democracia turca.

Unos días más tarde, Erdogan arremetió contra todo lo que oliera a oposición y obtuvo poderes reforzados y autoridad legal, concebidos por referendo nacional y un Poder Legislativo establecido bajo su tutela, que le ha permitido promulgar leyes y controles que restringen los medios de comunicación, vigilan y apresan a opositores y promulgan normas que distan en algunos casos del pensamiento moderno del padre de la nueva Turquía,Mustafa Kemal Atatürk.

“Erdogan ha cambiado en parte el Estado de derecho y ha acabado en la práctica con la separación de poderes”, aseguró el profesor Espaser.

Reforzado con poderes adicionales, Erdogan disminuyó drásticamente la independencia del Banco Central y promulgó políticas económicas que reducen tasas de interés, impulsado por la teoría de que “la inflación es causada por la tasa de interés”.

Esta situación, junto con otros factores como el excesivo déficit y la deuda en moneda extranjera, provocó una crisis económica a partir de 2018, que conllevó a una gran depreciación de la lira turca y una inflación muy alta.

El economista estadounidense Paul Krugman describió la situación económica turca como “la clásica crisis monetaria y de deuda, del tipo que hemos visto muchas veces”.

De esta manera, sin que Occidente proteste como debe, porque le conviene tener a Turquía de socio; Erdogan cuenta en su haber con unos 40.000 presos políticos, el control de instituciones estatales clave, como la Junta Electoral Suprema, mano dura sobre kurdos y armenios, y un juego de preocupantes palabras con Rusia, China y países árabes.

¿Si pierde?

Aún si Erdogan pierde en segunda vuelta, su agrupación política, el AKP, controlaría el Poder Legislativo nacional.

De hecho, su partido obtuvo 322 de 600 escaños disponibles, lo que otorga mayoría para dictar o impedir resoluciones.

“Si Erdogan gana en segunda vuelta, tendrá prácticamente ganado su gobierno con un Congreso a su favor”, anticipó el catedrático español.

“Y si gana la oposición, el nuevo gobierno lo tendrá muy difícil con un Poder Legislativo en manos de quien supuestamente perdió”, vaticinó.

“Por ello, creo que esta nueva forma de hacer política, practicando el populismo, sin que los pueblos se den cuenta que son engañados, y haciendo uso de las instituciones democráticas, como sucede en otros países, es un peligroso camino que pudiera poner en jaque a la propia democracia internacional”, concluyó.

FUENTE: Jesús Hernández / Diario Las Américas

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