La película cuenta la historia de Dilovan, una joven kurda de 20 años que crea una emisora de radio en la devastada ciudad de Kobani, en Siria, durante la lucha por la liberación contra el Estado Islámico.
El director de cine Reber Dosky lleva al espectador al horror más profundo de la guerra de Siria con su documental “Radio Kobani”, al tiempo que le arrastra junto a la determinación de los ciudadanos, decididos a seguir adelante a toda costa.
“La vida sigue a pesar del drama, después del dolor hay que rehacer la vida”, afirma el director kurdo en una entrevista con Efe, realizada en Madrid con motivo de su participación en la sección oficial de DocumentaMadrid, el certamen internacional de cine documental de la capital española que celebra su XIV edición.
“Mi película retrata lo difícil y lo fácil. La vida tiene que seguir a pesar del drama. Mi hermana ha sido mártir en la guerra. Uno de los amigos de mi protagonista, Dilovan, ha sido secuestrado y decapitado y eso le robó la inocencia, pero ella tenía que rehacer su vida y llegar a la normalidad”, explica.
La película cuenta la historia de Dilovan, una joven kurda de 20 años que crea una emisora de radio en la devastada ciudad de Kobani, en Siria, durante la lucha por la liberación contra el Estado Islámico.
Sin un plan de trabajo, el director se fue hasta allí porque no podía soportar que “el mundo no supiera la barbaridad de lo que estaba ocurriendo”.
Los ataques del Daesh a Kobani empezaron en agosto de 2014 y en septiembre ya eran demoledores. Molesto por el silencio de la comunidad internacional, consiguió llegar en diciembre cuando “todavía el 80 % de la ciudad estaba controlado por ISIS. Estuve un mes observando las condiciones de un pueblo en guerra hasta que conocí a la chica de la radio, Dinovan”.
“Ella peleaba con su micrófono, ponía canciones para levantar la moral de la resistencia; era una chica muy dispuesta, alegre y valiente y pensé que tenía que mostrar Kobani a través de su mirada”.
La película incluye un buen tramo de metraje con imágenes estremecedoras donde se ve cómo voluntarios retiran cuerpos a trozos de entre los escombros de la ciudad.
“Los cadáveres estaban ahí porque Kobani se estaba liberando y la gente quería eliminar las pruebas del genocidio antes de que sus paisanos regresasen a sus casas. La gente quería limpiar la ciudad para evitar que cuando volvieran los niños fuera un caos”, explica Dosky.
“Ya sé que no es bonito, ni agradable para el espectador, pero quería dar a entender a Europa y al mundo que esto es lo que pasa en la guerra. Mostrar un cadáver puede ser pornográfico, pero es la realidad y el mundo debe saber qué es lo que ha pasado”, afirma, tajante.
Pero la película también “trata sobre niños en guerra, ya sea en Kobani o en Colombia”, dice Dosky.
De ahí que optase por la voz en off de Dinovan hablando a un hijo aún por venir, “un bebé como símbolo de cómo seguiría la vida cuando acabase la guerra. Es a través de los niños cómo el pueblo podía pensar en recuperar la ilusión y la confianza en el futuro”, apunta.
No solo Dilovan es protagonista; un buen puñado de mujeres se asoman con papeles relevantes a la película.
“Los hombres olvidamos que la mujer pude hacer mejor todo, incluso en la guerra, y lo cierto es que en Kobani la resistencia y la revolución -señala- recayó en las espaldas de las mujeres. Es la primera vez que se muestra la participación de la mujer; esto conmociona a la gente y es un orgullo”.
FUENTE: Alicia G.Arribas/EFE