Una investigación sobre derechos humanos encomendada por las Naciones Unidas informó en junio (2016) que el Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS) -también conocido como Daesh- está cometiendo un genocidio contra los yezidíes. El resumen del informe titulado They came to Destroy: ISIS Crimes against the Yazidis (Vinieron a destruir: los crímenes de ISIS contra los yezidíes) comienza con las siguientes palabras: “ISIS ha cometido el crimen de genocidio, así como múltiples crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra contra los yezidíes…”, y termina con la frase “El genocidio de los yezidíes continúa”.
Si bien el informe se centra principalmente en actos prohibidos contra las mujeres de etnia yezidí, no menciona de forma expresa “feminicidio”, aunque todos los actos referidos contra las mujeres y niñas yezidíes constituyen feminicidios.
Si examinamos la historia de los genocidios en Kurdistán, como en otras partes del mundo, podemos ver un paralelismo entre genocidio y feminicidio. Más aun, podemos afirmar que la mayor parte de los genocidios se cometen a través de feminicidios. Se podría argumentar que el feminicidio es parte del genocidio y, por lo tanto, no necesita ser reconocido por separado. Pero si nos centramos en los actos de genocidio llevados a cabo en Armenia Occidental en 1915, en Dersim en 1937/38 o actualmente en Sinjar, vemos la necesidad de tratar el feminicidio por separado. Porque sin reconocer el fenómeno particular y la realidad del feminicidio como una forma especial de genocidio contra las mujeres, no será posible llevar a los responsables a rendir cuentas ni asegurar la justicia para las víctimas.
La Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio (CPPCG), adoptada por la Asamblea General de la ONU en 1948, define el genocidio como “actos cometidos con la intención de destruir, total o parcialmente, un grupo nacional, étnico, racial o religioso”. Sostengo que la Convención no debe permanecer ciega al género, ya que el feminicidio no desempeña un papel subordinado en el genocidio, sino que en muchos casos constituye el principal mecanismo del genocidio. Así pues, estoy hablando de paralelismo de genocidio y feminicidio.
Quiero demostrar esta tesis señalando concretamente el feminicidio de mujeres yezidíes en Sinjar cometido por el ISIS. Como todos ustedes saben, en las primeras horas del 3 de agosto de 2014, los combatientes del ISIS atacaron Sinjar desde Mosul y Tel Afar en el Kurdistán Meridional-Norte de Irak y Al-Shaddadi y la región de Tel Hamis en Siria. La región de Sinjar, que en su punto más cercano está a menos de 15 kilómetros de la frontera con Siria, es el hogar de la mayoría de los yezidíes del mundo, una comunidad religiosa distinta, cuyas creencias y prácticas se han mantenido por miles de años y cuyos fieles son denigrados públicamente por el ISIS como infieles.
En su ocupación de Sinjar, los combatientes de ISIS se enfrentaron con poca o ninguna resistencia tras la retirada de las fuerzas peshmerga, dejando a la mayor parte de la región de Sinjar indefensa. Cuando el ISIS entró en Sinjar, había pocos objetivos militares en la región. Los combatientes del ISIS centraron su atención en capturar yezidíes. En cuestión de horas, los yezidíes que no habían sido capaces de escapar a la cercana ciudad de Duhok se encontraron rodeados por combatientes del ISIS. Aquellos que huyeron lo suficientemente temprano para alcanzar la meseta superior del Monte Sinjar fueron sitiados por el ISIS. Una crisis humanitaria se desató rápidamente cuando el ISIS atrapó a decenas de miles de hombres, mujeres y niños yezidíes, bajo temperaturas que superaban los 50 grados, y les impidió acceder a agua, comida o atención médica. Cientos de yezidíes murieron en el monte Sinjar antes de que las fuerzas de defensa kurdo-sirias, las YPG, pudieran abrir un pasillo desde Siria hasta el monte Sinjar, permitiendo que los asediados en la montaña fueran trasladados a zona segura. Junto con voluntarios yezidíes, repelieron los ataques del ISIS en el corredor, ya que éste trataba de restablecer el sitio.
Durante el genocidio perpetrado por el ISIS en Sinjar, hasta 5.000 yezidíes fueron ejecutados. Casi 200.000 personas lograron huir, 50.000 de ellos a la montaña. Hoy en día sólo quedan unos 20.000 yezidíes viviendo en Sinjar.
Cuando el ISIS capturó Sinjar, sus combatientes ejecutaron en mayor medida a los hombres. Las fosas comunes muestran que también mataron a decenas de ancianas, a las que no podrían vender como esclavas sexuales. Los combatientes del ISIS mataron a un número desconocido de mujeres mayores yezidíes en la aldea de Kocho en las primeras horas del 16 de agosto de 2014. En noviembre pasado se descubrió una fosa común con más de 70 mujeres yezidíes ejecutadas por el ISIS. Un número incalculable de mujeres y muchachas yezidíes se suicidaron antes de ser secuestradas o vendidas a los combatientes del ISIS.
Pero durante su campaña en Sinjar, el ISIS consiguió capturar a mujeres y niñas yezidíes vivas. Porque el ISIS está manteniendo una guerra especial y sistemática contra las mujeres en general y las mujeres yezidíes en particular, en la que no se trata de matar a las mujeres físicamente, sino más bien de esclavizarlas y deshumanizarlas. Y éste es un tipo de genocidio muy profundo, que apunta a destruir la identidad, la indivisibilidad y la integridad de los miembros del grupo, en este caso las mujeres yezidíes.
La declaración de una fatwa misógina en las ciudades capturadas, como una de sus primeras prácticas, muestra que el ISIS ha declarado la guerra a las mujeres y tolera la existencia de las mismas sólo como objetos que sirven para satisfacer las necesidades de los hombres. Pero la práctica del ISIS en Sinjar va mucho más allá. El secuestro de mujeres yezidíes como despojos de guerra, esclavitud, violación sistemática, conversión forzada, no son sólo partes de una guerra sistemática contra las mujeres, sino que es feminicidio.
Echemos un vistazo a la extensión y forma del feminicidio perpetrado por ISIS en Sinjar. Se debe prestar especial atención a la violación y la violencia sexual, incluida la esclavitud sexual. Según el Tribunal Penal Internacional para Rwanda (TPIR), la violación y la violencia sexual constituyen un daño grave tanto a nivel físico como mental y, en consecuencia, si se lleva a cabo con el propósito específico de destruir, total o parcialmente, un grupo protegido, constituyen genocidio. Los combatientes del ISIS sistemáticamente violan a mujeres y niñas yezidíes a tan temprana edad como los nueve años. El grave daño físico y mental que el ISIS comete contra las mujeres y niñas yezidíes capturadas se extiende más allá de la violación en sí. Mujeres y niñas son sometidas a una violencia sexual atrincherada, en la que son esclavizadas sexualmente por el ISIS y sus combatientes. La esclavitud sexual como crimen contra la humanidad está definida en el artículo 7 del Estatuto de Roma.
Una vez capturadas por el ISIS, las mujeres y niñas yezidíes son consideradas propiedad del grupo terrorista y, más tarde, de los combatientes individuales que las compran. En los días y semanas posteriores al ataque de agosto de 2014, ISIS detuvo y registró a mujeres y niñas yezidíes en diferentes sitios de Siria e Irak. El proceso de registro fue diseñado para determinar su valor monetario, deshumanizándolas por este medio. Poco después, el grupo terrorista comenzó a dedicarse a la venta organizada de mujeres y niñas yezidíes. Las ventas se llevan a cabo con combatientes individuales que llegan a los lugares de retención, en los mercados de esclavos donde grupos de hombres del ISIS inspeccionan y seleccionan a las mujeres y niñas, así como en subastas en internet. Los intentos de negarse a ser vendida o impedir que otras mujeres lo sean son respondidos con violentas palizas. Una vez vendidas, las mujeres yezidíes son propiedad exclusiva de su combatiente-dueño, que puede volver a vender, regalar o lo que desee a otros combatientes de ISIS. Los combatientes del ISIS amenazan con matar a mujeres y niñas que se resisten a la violación. La resistencia también es rutinariamente recibida con palizas y amenazas contra los niños que la mujer yezidí mantiene con ella.
La comunidad yezidí llama a la campaña del ISIS en Sinjar “Ferman”, término kurdo que significa mandato u orden. La campaña del ISIS constituye el 74º “Ferman” en la historia de los yezidíes. A causa de su identidad religiosa y étnica se han convertido en objetivo una y otra vez. Como declaró la ONU, el genocidio de los yezidíes continúa. Lo mismo ocurre con el feminicidio. Según la ONU, 3.200 mujeres yezidíes siguen en manos del ISIS. Si la comunidad internacional quiere poner fin al genocidio de los yezidíes y prevenir otros nuevos, entonces también es necesario reconocer el feminicidio en curso, pues como también en el caso de la comunidad yezidí, a través de la destrucción sistemática del cuerpo y el alma de las mujeres yezidíes, es la existencia cultural, social y física de toda la comunidad la que se encuentra amenazada.
La mayoría de las veces, como en el caso de los yezidíes en Sinjar, el genocidio se lleva a cabo en gran medida a través del feminicidio, por lo que se necesita el reconocimiento del feminicidio como una forma especial de genocidio y de crímenes contra la humanidad en el derecho internacional. De lo contrario, no será posible garantizar el acceso de las mujeres yezidíes a la justicia si también tenemos en cuenta la condición social de las mujeres dentro de la comunidad yezidí y sus estructuras socioculturales.
FUENTE: Meral Cicek (copresidenta de REPAK)/Peace in kurdistan campaign/Traducción: Rojava Azadî