“Era un hombre que representaba la humanidad de Turquía, la paz”. La joven Ece, una turca originaria de Esmirna, resiste el frío de Estambul, junto a miles de personas más, frente a las oficinas del semanario Agos, en la avenida Halaskargazi. Allí fue asesinado hace diez años Hrant Dink. “Vengo cada año”, explica la joven trabajadora de una galería de arte. “Él habló de temas de los que nadie más se atrevía”.
El 19 de enero de 2007, Ogün Samast, un menor de 17 años procedente de la ciudad de Trebisonda, disparó a plena luz del día contra Dink, una de las voces más lúcidas que no dejó nunca de luchar por el acercamiento entre turcos y armenios. Su muerte conmocionó una ola de solidaridad sin precedentes. A su entierro acudieron cientos de miles de personas, que corearon “todos somos Hrant Dink. Todos somos armenios”, en un país donde el genocidio y la persecución sufrida por esta minoría eran y son un tabú.
Dink no solo se atrevió a hablar abiertamente de las matanzas de armenios cometidas en 1915 y que Turquía todavía niega que fueran un genocidio, sino que también osó tocar otros temas prohibidos. Por ejemplo, publicó un artículo en el que defendía el origen armenio de la hija adoptiva de Mustafá Kemal Atatürk, el padre de la República y el pilar fundamental del nacionalismo turco. Su hija, Sabiha Gökçen, es ella misma una heroína entre los más patriotas, pues se convirtió en la primera mujer que pilotó aviones de combate en Turquía. La publicación de la historia causó tal revuelo que incluso el Estado Mayor respondió cargando con contundencia contra el periodista.
Hrant Dink, aunque creció en Estambul, nació en Malatya, localidad del este de Anatolia que durante el Imperio Otomano dio cobijo a una amplia población armenia. Su militancia en movimientos de izquierda le causó problemas con las autoridades, lo que no evitó que continuara con su actividad profesional y que en 1996 cofundara Agos, el primer semanal de la ciudad del Bósforo que publicaba en ambos idiomas: turco y armenio.
Hrant Dink era un símbolo de la convivencia de las dos identidades. “En muchos aspectos Dink personificó la promesa de ‘normalización’ entre Turquía y Armenia. Con su muerte también vino a representar el peligro de un proceso de normalización”, explica a ABC Richard Giragosian, director del Centro de Estudios Regionales, un laboratorio de ideas de Yerevan, capital de Armenia.
En busca de justicia
Cuando se cometió el asesinato, el entonces primer ministro y ahora presidente Recep Tayyip Erdogan prometió que el caso “no se perdería en los oscuros pasillos de Ankara”. No obstante, una década después de su muerte, todavía son muchas las incógnitas sobre quién estuvo involucrado en el asesinato. La investigación judicial, que continúa a día de hoy, ha atravesado diversas etapas, obstáculos e, incluso, negligencias.
Amigos, familiares y periodistas que han cubierto el caso aseguran que la falta de protección policial del periodista, a pesar de las innumerables amenazas que recibía, es inseparable del asesinato en sí y que la responsabilidad alcanza a personal del gobierno, policía, militares y miembros de la Agencia Nacional de Inteligencia. El pasado mes de diciembre el ex jefe de inteligencia de la policía, Ali Fuat Yilmazer, reconocía ante el juez que el asesinato fue “deliberadamente no evitado”.
En un primer momento, Ogün Samast, como autor material, y Yasin Hayal, como principal instigador del crimen, fueron condenados. Otros sospechosos fueron absueltos, pero el Tribunal Constitucional dictó en 2014 que se habían cometido violaciones en los procedimientos legales.
“Pienso que llegará un momento en el que sí se sabrá qué pasó, pero no por la justicia”, señala la joven Ece. “Hay grupos dentro del Estado que antes estaban protegidos pero ahora no. Están enfrentados entre ellos, y esto hará que poco a poco se vaya conociendo la verdad”.
Precisamente, el fallido golpe de Estado del pasado 15 de julio ha supuesto un nuevo impulso en la investigación. Después de apuntar hacia los grupos más seculares y nacionalistas del Estado turco, ahora el gobierno acusa a los gülenistas, acusados de orquestar la sublevación militar, como principales autores de la conspiración detrás del asesinato de Hrant Dink. De hecho, la fiscalía considera su muerte como “el primer ataque armado de FETO [como Ankara se refiere a los gülenistas] de un camino que llevó al golpe de Estado”.
A pesar de los problemas legales y de la crispación social en la que vive Turquía durante los últimos meses, hay quienes siguen creyendo que los valores defendidos y divulgados por el periodista turcoarmenio tendrán reflejo en la realidad de Turquía. “A veces en la historia algunos hombres logran un significado todavía más alto con el sacrificio supremo. Hrant Dink fue uno de esos hombres”, cree Giragosian.
FUENTE: Javier Pérez de la Cruz / ABC