Kurdistán, la revolución de nuestros días

El pueblo kurdo es hoy en día el pueblo más grande del mundo sin un Estado. Son más de 40 millones de personas, originarias de la región mesopotámica, cuyo territorio se encuentra dividido entre Turquía, Irán, Siria e Irak.

El Kurdistán está ubicado en la parte septentrional de Medio Oriente, entre los ríos Tigris y Éufrates. Ocupan las alturas de las montañas de Anatolia y los montes Zagros; de ahí que se los conoce como “el pueblo de las montañas”.

El pueblo que habita Kurdistán es descendiente de los Medos, quienes vencieron a los asirios en el 612 antes de Cristo (aC). Según esta versión, la nación kurda lleva treinta siglos viviendo en esa zona.

En Irán habitan 8 millones de kurdos; en Irak viven 4 millones; en Siria hay 2 millones; en Armenia, Georgia, Azerbaiyán y Kazajstán 600 mil; en Turquía hay más de 20 millones; en Alemania y Europa Occidental 2 millones y en el resto del mundo hay 4 millones. En todo el pueblo se hablan cuatro dialectos, se practican más de cinco religiones, siendo la predominante el Islam sunita. Estas diferencias fueron explotadas al máximo por los imperios y los países opresores para dividir al pueblo kurdo.

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Es viernes 11 de noviembre y la esquina de las avenidas Cabildo y Lacroze está convulsionada. Su tranquilidad, marcada por las casas de dos pisos y jardines relucientes se ve interrumpida. En la coqueta esquina de Buenos Aires concentra una movilización para repudiar la nueva ofensiva del presidente totalitario de Turquía, Recep Tayypi Erdogan.

Desde hace varias semanas, Erdogan comenzó una nueva ofensiva sobre el pueblo kurdo. En este caso su objetivo fue el Partido Democrático de los Pueblos (HDP), una formación política creada por los pueblos kurdo, armenio, asirio, turcomano y demás nacionalidades que viven oprimidos dentro de Turquía para competir en las elecciones parlamentarias del 2015. Sus resultados fueron asombrosos: obtuvieron 59 bancas de 550, convirtiéndose en la tercera fuerza nacional. Por decisión de Erdogan, los copresidentes de este partido, Selahattin Demirtash y Figen Yukesedag, fueron encarcelados acusados de “terrorismo”. Junto a ellos fueron puestos tras las rejas otros diez parlamentarios e intervenidas más de 30 alcaldías, entre ellas, la de la ciudad de Diyarbakir, la ciudad más importante del Kurdistán turco. En total fueron intervenidas un grupo ciudades en las que habitan 2,3 millones de personas, cuyos legítimos intendentes están presos.

En Buenos Aires, más de 100 personas marchan hasta la embajada de Turquía. Kurdistán se encuentra a más de 10 mil kilómetros de aquí pero la solidaridad y la lucha no conoce fronteras. Al frente de la columna, una bandera dice: “Libertad a los parlamentarios del HDP”. “Erdogan, fascista, vos sos el terrorista” y “Erdogan, basura, vos sos la dictadura”, son las consignas que se cantan y dejan perplejos a los conductores de autos de alta gama.

Dilan es kurda, antropóloga y está realizando una maestría en Argentina. Ahora encabeza la marcha hasta la embajada: “Hay mucha gente, estoy muy feliz”, dice con una gran sonrisa y un acento muy marcado. Con su celular filma todo lo que ocurre junto a Erol, un hombre grande de espalda muy ancha y boina marrón que nació en Turquía pero que a los 14 años tuvo que irse a vivir a Alemania. “La respuesta del pueblo kurdo es resistir para seguir existiendo”, dice Dilan.

En la embajada de Turquía esperan dos patrulleros, dos camionetas fuertemente blindadas y más de 30 policías armados como para una guerra. “Lo único que les pido es que no haya problemas con la policía”, dice un delegado de la embajada. En Argentina no habrá problemas pero en Turquía esa misma mañana la única organización nacional que lucha por los derechos de los niños fue intervenida y sus bienes fueron embargados. Allá sí hay problemas con la policía.

La embajada está oculta y es difícil de ver por el gran paredón que la protege; lo único que se vislumbra es el segundo piso; la sede parece sucia y poco cuidada. Una periodista se acerca y le saca una foto al edificio, un policía con cara de pocos amigos, posa, levanta los ojos, sonríe y levanta los hombros. “Gracias”, le dice la periodista. Al rato, un militante toma otra foto pero ahora posan diez policías.

El primero en tomar la palabra con un megáfono es Delil Delali, miembro del Comité de Solidaridad Kurdistán-América Latina. Con un acento fuertemente marcado afirma: “Lo que está haciendo Erdogan es lo mismo que lo que ocurrió el 24 de abril de 1915, cuando encarcelaron a más de 200 dirigentes del pueblo armenio. Ya sabemos cómo terminó: el genocidio armenio dejó más de un millón de muertos”. La muchedumbre interrumpe “Erdogan, fascista, vos sos el terrorista”. Los representantes de las organizaciones desfilan uno por uno por el débil megáfono. Un joven representante de la comunidad armenia, asegura: “Nosotros como armenios sabemos de qué se trata esto. Somos armenios, somos kurdos, somos argentinos, somos latinoamericanos y decimos basta”.

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A lo largo de la historia los imperios mundiales le dieron la espalda al pueblo kurdo, les hicieron promesas que nunca cumplieron y los usaron como carne de cañón. Luego de la Primera Guerra Mundial, el Imperio Otomano fue derrotado por Gran Bretaña y Francia. Lejos de buscar la autonomía kurda, los franceses e ingleses se repartieron el botín: Francia se quedó con el Líbano y Siria, Inglaterra se quedó con Irak y Jordania, mientras que Persia se convirtió en Irán.

Las esperanzas de un Estado-nación volvieron a crecer y a florecer con el tratado de Sévres, en 1918, ya que con este acuerdo el Kurdistán obtendría la autonomía tan buscada. Pero la esperanza se rompió con un nuevo acuerdo imperialista, en este caso los tratados de Laussane y de Ankara, de 1923, con los cuales se determinó la división del pueblo kurdo en los cuatro estados en los que hoy están divididos.

No es casual esta división y esta separación del pueblo. En los territorios del pueblo kurdo se encuentra casi toda el agua potable que consume Turquía, las tierras más fértiles para cultivar y todo el petróleo que consume, explota y comercializa. Turquía no es el único que se aprovecha de los kurdos: Siria extrae casi el 100% de su petróleo de territorio kurdo, Irak el 74% e Irán el 50%.

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En la actualidad, en el Kurdistán hay dos granes modelos políticos. Por un lado los kurdos de Siria y por el otro de los de Irak, gobernados por el multimillonario Masud Barzani, del Partido Democrático de Kurdistán (KDP), quien está acusado de haber dividido al pueblo kurdo en beneficio de las grandes potencias mundiales e Israel.

Del otro lado, cruzando la frontera, se encuentran los kurdos de Siria, quienes están llevando a cabo la revolución más importante de nuestros días.

Confederalismo Democrático, una tercera vía en Medio Oriente

La organización más fuerte y grande del Kurdistán turco-sirio es el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y su líder es Abdullah Öcalan, quien está preso desde 1999 en la isla turca de Imrali en condiciones infrahumanas luego de una detención ilegal, llevada a cabo por el Mossad israelí y la CIA norteamericana en la embajada griega en Kenia.

El partido se creó en 1978 y desde ese momento lucha por la liberación de todo el pueblo kurdo. Durante años combatió por la creación de un Estado-nación propio, pero desde su Sexto Congreso, luego del año 2000, esa política cambió. El partido decidió seguir desarrollando la lucha armada pero cambió su fin político: no lucharía más por la creación de un Estado-nación, y a partir de ese momento lucharía por el Confederalismo Democrático. El comandante Bozan Tekin lo explica: “El sistema de los Estado-nación ha sido superado, fue un sistema impuesto por Europa a Oriente Próximo, que no ha funcionado porque esta región es un mosaico de culturas. Por eso el PKK está en contra de un Estado nacional. Lo que apoyamos es una solución confederal que nos garantice vivir de forma libre y democrática”.

Este sistema confederal se está aplicando en el norte de Siria desde el 19 de julio 2013, cuando se declaró la autonomía del gobierno central de Bashar al-Ásad. El Confederalismo Democrático es anticapitalista, pero también es muy crítico del socialismo real creado por la Unión Soviética. Luchan por ir un paso más lejos, superando el socialismo. Sus características fundamentales son una economía cooperativista, defensa del ecosistema, participación popular, democracia directa, igualdad de género y tiene la particularidad de ser no sólo una lucha exclusivamente para los kurdos, sino para todos los pueblos de Medio Oriente, juntando a los pueblos asirios, armenios, turcomanos, etcétera. Algo muy importante en este proceso es que la autonomía no se plantea romper la territorialidad de Siria, sino que están dispuestos a defenderla de cualquier injerencia extranjera.

Leandro Albani es periodista especialista en Medio Oriente, viajó al Kurdistán para vivir en primera persona este proceso y escribió varios libros sobre la cuestión. Sentado en un bar de la calle Talcahuano, explica: “Ellos están diciendo que somos todos iguales, tenemos nuestras diferencias culturales, religiosas, pero a la hora de construir la sociedad somos iguales, no hacen diferencias”.

La avenida de Mayo está convulsionada, en la Plaza de Mayo hay una gran movilización y las trompetas y bombos no paran de sonar. Mehmet Dogan es antropólogo kurdo-armenio, viste un saco azul impecable que le hace juego con las zapatillas y su acento marcado a la hora de hablar es la única diferencia que uno puede encontrar al compararlo físicamente con un argentino nacido en Buenos Aires o Mendoza: “El Confederalismo Democrático hace cuatro críticas al Estado-nación: el Estado es la dominación de una clase sobre clases populares, es la dominación de los hombres sobre las mujeres, es la dominación de un grupo étnico sobre otros y es la dominación de la economía productivista sobre la madre tierra”.

El Confederalismo Democrático funciona a través de comités en cada barrio: un comité de mujeres, uno de jóvenes, uno de salud, se crean según las necesidades de los propios habitantes del pueblo. Estos comités se articulan a nivel comunal y de esta forma se crean los órganos municipales que, a la vez, articulan y forman los cantones a nivel regional. Siempre bajo democracia directa, es decir, los pueblos kurdo, armenio, árabe y demás que habitan esta región tienen la misma representación en cada comité. Los armenios, que representan menos del 2% de la población total, tienen la misma representación política que los kurdos, quienes son la amplia mayoría.

La mujer, el motor revolucionario

Marx escribió, en el siglo XIX, que el motor revolucionario es la clase obrera; hoy los kurdos dicen que son las mujeres. Öcalan lo explicó: “El papel que desempeñó la clase trabajadora en el pasado, debe ahora ser asumido por la hermandad de las mujeres”.

Las mujeres tienen un papel protagónico en la sociedad kurda. Cuentan con guerrillas propias y tienen un sistema colegiado de dirección: en cualquier organización de poder, sea militar, política, económica o social debe haber un presidente hombre y una presidenta mujer.

Soledad es militante de la Juventud Guevarista y fundadora del Comité de Solidaridad del Kurdistán de La Plata. Bajo la mirada de un cuadro del Che Guevara, dice: “Los kurdos analizan que la mujer, y no sólo en Kurdistán, sino en el mundo entero, desde que la sociedad existe es la primera nación oprimida, la más antigua esclava. Antes de que el hombre fuera esclavo, la mujer era esclava, la mujer ya era propiedad privada. La cuestión de la mujer es lo más revolucionario y lo que tiene más proyección y encarnación en la vida diaria”.

El rol protagónico de la mujer en Kurdistán tiene como contraste la brutal represión que sufren las mujeres en todo el mundo. En Arabia Saudita la mujer debe salir a la calle tapada hasta los talones, no puede caminar sola, la familia decide con quién se casa y recién el año pasado pudieron votar en las elecciones por primera vez. Pero la mujer no es sólo explotada y maltratada en Medio Oriente. Según un estudio de la Organización de Naciones Unidas (ONU) una de cada tres mujeres ha sufrido violencia física o sexual en el mundo. Mehmet es claro: “Todo eso es un fruto de la resistencia de las mujeres no sólo contra estados opresores, también al interior contra sus propios compañeros”, y pone un ejemplo: “En el último congreso de la Unión de Comunidades del Kurdistán (KCK) las mujeres recibieron el 63% de los votos. Quiere decir que los hombres votaron por las mujeres, es un cambio muy importante. Cuando las mujeres logran cambiar la mentalidad del hombre es la revolución”.

Un futuro incierto

La revolución que está llevando a cabo el pueblo kurdo está lleno de preguntas. ¿La autonomía declarada en Siria se sostendrá en el tiempo? ¿Vencerán? ¿Triunfarán? Son preguntas que, por ahora,  no tienen respuestas.

Hoy día el pueblo kurdo está haciendo una revolución y además está combatiendo contra el Estado Islámico y otros grupos terroristas de la región, logrando victorias muy importantes. Debido a esta lucha cuentan con el apoyo de dos grandes potencias mundiales, Rusia y Estados Unidos. Con ambos países tienen alianzas a la hora de luchar. Leandro lo analiza: “Ellos dicen que tienen alianzas tácticas, Estados Unidos y Rusia les dan armamento. Creo que tanto Rusia como Estados Unidos están tratando de controlar lo que hacen los kurdos, pero me parece que los kurdos tienen claro que en algún momento todos se van a poner en contra de ellos. No creo que el proceso del norte de Siria lo pierdan tan fácilmente, les va a costar la vida”.

En este análisis, coincide Mehmet: “Los kurdos son muy inteligentes, no tienen un aliado estratégico, hacen alianzas tácticas, a veces con Francia, con Estados Unidos, con Rusia o con Siria, pero siempre guardan su autonomía”. Ante las preguntas inciertas del futuro, aclara: “Cuando hablamos de una solución permanente en Medio Oriente nadie puede rechazar la propuesta de los kurdos, si la rechazan van a resistir”.

“Sabemos que ni Turquía, ni el Estado Islámico, ni las naciones árabes, ni todos los imperialistas quieren que el modelo kurdo se desarrolle. Tanto Rusia, como Estados Unidos, Israel, Turquía e Irán tienen sus propios intereses. Los kurdos lo saben pero también saben que no lo van a negociar con nadie porque ya fueron carne de cañón de un montón de negociaciones internacionales donde siempre terminaron perdiendo. Como ya aprendieron de esa historia, no va a pasar lo mismo”.

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En estos días, el pueblo kurdo está sufriendo los embates, nuevamente, de Erdogan. Mehmet está preocupado: “Erdogan está aplicando las mismas tácticas del 24 de abril de 1915 contra los armenios: arrestos totales de los líderes, polarización entre el nacionalismo turco y el kurdo, crear una guerra civil y así tomar más apoyo y después aplicara el genocidio. Pero no van a poder porque los kurdos están muy organizados”. El genocidio armenio dejó más de un millón de asesinados y hasta el día de hoy Turquía no lo reconoce. Los kurdos están sufriendo lo mismo pero no caben dudas que resistirán como lo hicieron toda su historia.

FUENTE: Lucio Garriga Olmo/Kurdistán América Latina