La historia de dos hermanos kurdos en España

Español y kurdo sirio, Ramzi Ala llegó a Castilla-La Mancha en la década de los ochenta del pasado siglo para trabajar como médico. Desde Ciudad Real, asiste con pesar a la devastación de Siria, sumida desde hace años en una cruenta guerra. Responsabiliza de gran parte de lo ocurrido en su país al Gobierno turco y asegura que solo la democracia pondrá fin a un conflicto que ha dejado muchas heridas abiertas.

Su hermano, Hamid Ala, vive en con él en Ciudad Real. Vino de visita a España antes de que estallara la guerra y a causa de una enfermedad le fue concedido el asilo humanitario. Asiste atento a la entrevista pero solo chapurrea el castellano y no participa en la conversación, salvo con algún gesto de asentimiento. En el salón de Ramzi destacan la artesanía y los símbolos kurdos. Sobre la mesita, un cuenco de pistachos, que invita a probar mientras comenta que hasta no hace mucho tiempo su gran afición era cuidar de un campo de árboles de este fruto seco.

Ramzi llegó a España 1970 para estudiar en Zaragoza. Tras pasar unos años en Francia, obtuvo la nacionalidad española trabajando ya en la provincia de Ciudad Real. La conoce bien, ha prestado servicio en localidades como Viso del Marqués, Solana del Pino, Guadalmez, Tomelloso, Campo de Criptaza, Villarrubia, Valdepeñas o Manzanares. Fijó su residencia en la capital en 1984 y desde el 1992 reside en el barrio de Los Rosales. Presume de una hija “culiparda” que ha seguido sus pasos y actualmente está estudiando el MIR.

A finales del año 2011, recuerda, estalló la guerra. Comenzó, al calor de la Primavera Árabe, “a raíz de unas protestas y después de que unos jóvenes hicieron pintadas reclamando democracia”. Intervinieron las autoridades y eso fue la chispa que encendió el conflicto. El Gobierno se dividió en dos. Aunque una parte se autodenominó como oposición o Ejército Libre, en realidad “eran miembros del mismo partido, pero sunitas”.  Detrás de Bashar al-Ásad, subraya, está el partido panarabista Baaz.

A los kurdos del norte de Siria “nos pilló en medio”, al igual que a minorías étnicas y religiosas como los armenios, asirios, cristianos, kurdos yazidíes o caldeos, “que conviven con nosotros”. Como respuesta, los kurdos formaron unidades de protección popular (YPG) y unidades femeninas de protección (YPJ), que luchan conjuntamente.

Por otro lado, “de Iraq surgió el autodenominado Estado Islámico; antiguos soldados suníes de Sadam Hussein, resentidos al carecer de autonomía como los kurdos, que la habían obtenido tras muchos años de guerra al norte del país”.

Se abalanzaron contra los kurdos yazidíes, esclavizando a sus mujeres, relata. Después atacaron a los kurdos de Siria, que se refugiaron en Kobane, una ciudad cerca de la frontera de Turquía. El ISIS, remarca, pretendía una salida al exterior. El Gobierno turco, asevera Ramzi Ala, les apoyaba: “es uno de los promotores, junto a Irán”. Kobane resistió durante cuatro meses un asedio encarnizado durante cerca de noventa días y vencieron a los atacantes, en gran parte por el arrojo de las mujeres kurdas. Resalta la creencia de los guerrilleros yihadíes de que morir a mano de una mujer significa la pérdida de 70 huríes (jóvenes vírgenes) en la otra vida.

El Daesh, apunta, ha atacado también a los kurdos musulmanes, acusándolos de apóstatas por no seguir sus doctrinas.

“Turquía acusa a las YPG de terroristas, cosa que no hacen la UE y Estados Unidos porque son los únicos que han combatido al ISIS, los únicos que han detenido el avance del terrorismo hacia Europa”, arguye Ala. A los kurdos, recalca, se unieron las unidades de protección Siria democrática, que son árabes que luchan en contra del terrorismo yihadista. Juntos liberaron la ciudad de Manbij, recientemente Tabqa y se dirigen a Al Raqa, al norte este de Siria y en la ribera del Éufrates.

El Ejército Libre se dividió en varios grupos “y ya no se sabía quién está a favor de la democracia o quién está contra el Gobierno”. Entre el caos “se generalizaron los saqueos”.

Los kurdos, lamenta, no han tenido apoyos. El Kurdistán, una región con territorios en Turquía, Irán, Iraq y Siria, y unos 40 millones de habitantes anhela la independencia, “o al menos la autonomía, al estilo de España”.

El Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), continúa Ala, ha sido declarado grupo terrorista por la Unión Europea y Estados Unidos a instancias de Turquía. Sin embargo, alega, el PKK “lucha por derechos legítimos del pueblo kurdo, se autodefiende”. Erdogan prometió negociar, recuerda, “pero no cumplió y Turquía ha atacado los pueblos del Kurdistán y ha encarcelado a miembros de partidos prokurdos”.

En Siria, el Ejercito Libre no pudo con el Gobierno. Arabia Saudí, Catar o Turquía, explica, “estaban detrás” de la oposición, mientras que el Gobierno recibió el apoyo de Irán, Hezbolá y Rusia. Los kurdos se mantuvieron aparte. “Solo queríamos, junto a las minorías, que nos reconocieran como pueblo con derecho a la autodeterminación o la autonomía”. No lo hizo ni la oposición ni el Gobierno, “pero hace tres años declaramos el confederalismo democrático e intentamos proteger a nuestra gente”. Los kurdos defendieron la ciudad de Kobane y avanzaron con apoyo de la coalición internacional hacia la ciudad de Raqqa, el feudo del ISIS en Siria.

La guerra ha destruido la mayoría de las ciudades de Siria. Alepo es el símbolo de la devastación del país. “Era una ciudad próspera e industrializada en la convivían todo tipo de personas”, señala apenado. Allí, su sobrina trabajaba de dentista.

Turquía, denuncia, “explotó” a los refugiados sirios como mano de obra barata, y después “los lanzó” a la Unión Europea “para obtener ayuda económica”. En la travesía a Grecia o Italia, recuerda dolido, han perdido la vida miles de refugiados. Un hermanastro suyo murió ahogado en el mar en una desesperada travesía hacia la costa helena. “Hay muchas desgracias; la gente ha vendidos sus cosas, todo lo que tenían, para escapar de la guerra porque entre los dos fuegos mueren los inocentes”, añade.

El gobierno confederal kurdo del norte de Siria pidió a la UE y a la ONU colaboración para acoger a todos los refugiados del interior a cambio de ayuda económica hasta que se restablezca la situación en Siria. “Hacen oídos sordos”, exclama indignado. Lo que se debe hacer, defiende, es actuar in situ y no a través de los turcos, “que tienen un Gobierno corrupto”.

Mientras no haya democracia, vaticina,  no acabará la guerra. Recuerda que cuando Iraq fue “liberada” quedó sumida en la guerra y el terrorismo. Los kurdos, a su juicio, son un ejemplo, al reclamar la democracia y exigir el fin de la guerra. En Siria, reconoce, “hay muchas heridas sin cerrar, y a las secuelas habrá que buscarles un remedio”. La paz requerirá de “mucho tiempo y diálogo”.

Por último, recuerda que España se comprometió a acoger más de 17.000 refugiados y que aún no ha cumplido. Las autoridades, opina, “podrían hacer algo más”. En todo caso, destaca los “buenos sentimientos” de los españoles, y el apoyo que manifiestan hacia el pueblo sirio y kurdo.

Antes de poner fin a la conversación, muestra una carta firmada por José Bono. Cuando estalló la guerra del norte de Iraq se celebraron corridas de toros para recabar fondos con el fin de ayudar al pueblo kurdo.

Tras el impacto de la fotografía del pequeño Aylan Kurdi tendido sin vida en la playa, una imagen que conmocionó al mundo, “se habló que podían llegar doscientos refugiados a Ciudad Real”. Entonces se formaron comités de acogida y se recogió ropa, además de otros materiales que pudieran servir de ayuda. Ramzi recuerda que se acercó a ellos y que le ofrecieron casas para acoger a quienes llegaran a la ciudad huyendo del horror. Los ciudadrealeños son “muy buena gente, y acogedores”. Pero, “por más voluntad que tenga el pueblo de ayudar, si las autoridades no actúan no se puede hacer nada”, concluye.

FUENTE: Eusebio García del Castillo/http://www.miciudadreal.es