Los kurdos pueden ser socios de defensa confiables en el tumultuoso Medio Oriente

En respuesta al ataque de Israel al consulado de Irán en Siria y al asesinato de los principales cuadros del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI) de Irán, Teherán lanzó su primer asalto aéreo directo contra Israel el 13 de abril de 2024. Empleando un enjambre de más de 300 drones, misiles cruceros y balísticos, Irán tenía como objetivo abrumar los sistemas de defensa israelíes. Sin embargo, muchos de estos proyectiles fueron interceptados con ayuda de Estados y entidades no israelíes antes de que pudieran traspasar el territorio y fueron neutralizados por las defensas aéreas y antimisiles de Tel Aviv.

Este incidente subraya el imperativo de una reevaluación integral de las estrategias de defensa en el tumultuoso Medio Oriente. El panorama en evolución requiere un enfoque matizado para identificar aliados potenciales y forjar alianzas sólidas para abordar de manera efectiva las amenazas emergentes a la seguridad.

El ascenso del Estado Islámico (ISIS) en la región llevó a las potencias occidentales a forjar alianzas con Estados regionales, y otros Estados de todo el mundo reconociendo el imperativo de una acción colectiva para contrarrestar la creciente amenaza del terrorismo. Sin embargo, además de los actores estatales tradicionales, ha habido un reconocimiento creciente del papel fundamental que desempeñan las entidades kurdas no estatales en la configuración de la dinámica de seguridad de la región. Estas entidades, aunque no reconocidas formalmente como Estados soberanos en el escenario internacional, se han convertido en actores formidables sobre el terreno, ejerciendo una influencia significativa y control sobre territorios estratégicos.

A pesar de no ser reconocidas internacionalmente como Estados soberanos, dos entidades kurdas autónomas –Rojava (Kurdistán occidental en Siria) y el Gobierno Regional del Kurdistán (GRK, Kurdistán del Sur en Irak)– ejemplifican este fenómeno. A través de su liderazgo efectivo, capacidades militares y alianzas estratégicas, particularmente con Estados Unidos, han desempeñado un papel fundamental en la lucha contra el terrorismo y la estabilización de áreas asoladas por conflictos que anteriormente estaban bajo el control del Estado Islámico.

Si bien han firmado acuerdos militares con Estados Unidos, estos acuerdos carecen del peso legal de tratados formales entre Estados soberanos debido a las limitaciones impuestas por el derecho internacional. Esta ambigüedad legal expone a estas entidades a vulnerabilidades, dejándolas susceptibles a la interferencia externa y la explotación por parte de poderes regionales.

Se han llegado a compromisos en virtud del Artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas, permitiendo a Estados Unidos y otras naciones occidentales proporcionar armas, entrenamiento y otro tipo de asistencia a cambio de derechos de facto sobre bases y apoyo terrestre. Sin embargo, estos acuerdos no ofrecen garantías duraderas contra las invasiones de otros Estados, como lo demuestran las recurrentes incursiones de Turquía en Rojava y la ocupación de partes del territorio kurdo desde 2018, así como las acciones del gobierno iraquí tras el referéndum de independencia del GRK en septiembre de 2017.

Además, el ataque con misiles de Irán contra el GRK en enero de 2024, supuestamente justificado por la presencia no demostrada de “bases secretas del Mossad” dentro del territorio controlado por el GRK, subraya aún más esta fragilidad. Otro claro ejemplo es el asalto de Irán a las sedes de los partidos de oposición kurdos durante el levantamiento tras el asesinato de Jina Amini en 2022 y 2023, mediante drones y misiles suicidas. Estos incidentes perpetúan un patrón de agresión, lo que pone de relieve los persistentes desafíos de seguridad que enfrentan las entidades kurdas en la región.

La importancia del reconocimiento de la soberanía kurda

A raíz de los acontecimientos del 13 de abril de 2024 y el posterior derribo de varios drones y misiles iraníes sobre el sur de Kurdistán, los kurdos podrían volver a emerger como socios confiables en un nuevo realineamiento de la defensa. Sin embargo, para que tales asociaciones sean sostenibles y efectivas, existe una necesidad apremiante de alianzas de tratados mejoradas con las garantías de seguridad y protecciones legales necesarias equivalentes en estatura a las de los Estados formales.

Las entidades kurdas, fundamentales y situadas a la vanguardia de las asociaciones de defensa, no deben ser susceptibles de explotación con el fin de promover objetivos ad hoc estadounidenses u occidentales. Esto es particularmente crucial dada la posibilidad de un contraataque contra Israel tras su ataque al corazón de Irán. Brindar asistencia a todos sus aliados para que se protejan contra ataques armados es beneficioso para Estados Unidos. Ampliar ese apoyo se alinea con el derecho de los kurdos a la autodeterminación.

Para cumplir este objetivo, es crucial reconocer la soberanía de facto de las entidades kurdas. A pesar de carecer de reconocimiento internacional como Estados soberanos, sus gobiernos gobiernan efectivamente sus territorios y poblaciones, y han demostrado la capacidad de entablar relaciones diplomáticas con otros Estados. En particular, el GRK alberga más de 40 misiones diplomáticas internacionales, incluido el consulado de Estados Unidos. Por el contrario, Rojava carece de reconocimiento por parte de Estados Unidos, a pesar de las asociaciones militares y los esfuerzos en curso, apoyados por la administración estadounidense, para modernizar los campos petroleros a través de acuerdos con las autoridades autónomas de Rojava.

Para Estados Unidos, entablar negociaciones para acuerdos de defensa con los kurdos es esencial. Dichos tratados podrían abarcar asistencia militar, entrenamiento, intercambio de inteligencia y apoyo logístico. Igualmente importante es el desarrollo de estrategias a largo plazo para la cooperación en materia de seguridad y la estabilidad en la región, teniendo en cuenta las circunstancias y aspiraciones únicas de las entidades no estatales.

El derecho kurdo a la autodefensa

El reconocimiento también implica defender internacionalmente el derecho de la entidad a la legítima defensa. Esto requiere ejercer presión con países que comparten preocupaciones de seguridad similares y colaborar con organizaciones internacionales para reconocer las necesidades de seguridad de las entidades kurdas. Forjar alianzas estratégicas con Estados o entidades de ideas afines que comparten objetivos de seguridad comunes es esencial. Aprovechar los recursos y capacidades colectivos puede abordar desafíos de seguridad compartidos, mejorar las capacidades de defensa y brindar apoyo adicional en momentos de necesidad.

También es primordial invertir en el desarrollo de las capacidades de defensa de la entidad. Esto debería incluir programas integrales de capacitación, transferencia de tecnología y desarrollo de infraestructura. Si bien Estados Unidos ha logrado avances significativos en esta área durante la última década, sigue habiendo una brecha en la defensa aérea tanto para el gobierno del GRK como para el de Rojava. La adopción de acuerdos ad hoc flexibles adaptados a amenazas o circunstancias de seguridad específicas es esencial para facilitar una respuesta y cooperación rápidas en tiempos de crisis.

En última instancia, se necesitan estrategias de defensa integrales a largo plazo. Estas estrategias deben abordar el entorno de seguridad, las amenazas y las vulnerabilidades únicos de la entidad y, al mismo tiempo, alinearse con marcos de seguridad regionales e internacionales más amplios.

Más allá de los acuerdos transaccionales

Si bien los dos Estados de facto del GRK y Rojava han demostrado ser socios más confiables para Estados Unidos en comparación con Turquía, este último, como Estado soberano y miembro de la OTAN, presenta desafíos importantes, lo que supone esfuerzos de lobby para obstaculizar la profundización de los lazos entre los dos países. A pesar de tener aliados dentro de estructuras clave del gobierno estadounidense, las entidades kurdas siguen siendo vulnerables a la explotación, al carecer de las garantías a largo plazo de las que disfrutan los aliados del tratado de la OTAN. Esta dinámica ha erosionado la confianza en Estados Unidos entre sus aliados y debilitado su posición geopolítica.

A la luz de estas complejidades, cualquier realineamiento de la defensa propuesto, si se limita únicamente a acuerdos transaccionales desprovistos de tratados internacionales vinculantes, corre el riesgo de empañar aún más la reputación y credibilidad de Estados Unidos en el escenario mundial. Si bien albergar bases militares estadounidenses dentro de territorios kurdos puede conferir ventajas tácticas (particularmente para interceptar amenazas a la estabilidad regional y contrarrestar acciones hostiles dirigidas a aliados como Israel), la cuestión fundamental sigue siendo la de fomentar una confianza y confiabilidad duraderas en las asociaciones diplomáticas y de seguridad.

FUENTE: Loqman Radpey / ABC / Traducción y edición: Kurdistán América Latina

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