Una solución para un Irán más libre: el confederalismo democrático

Lograr la libertad en Irán plantea más preguntas que respuestas. ¿Es posible la autodeterminación sin que cada etnia tenga su propio Estado nacional? ¿Hasta qué punto nos tomamos en serio la liberación de las minorías nacionales y de las mujeres? ¿Podríamos superar la dominación centralizada aplicando la noción liberal de libertad entendida no como injerencia? ¿O la liberación nacional y de la mujer requiere otras ideas de libertad política como la noción republicana de no dominación y la concepción positiva de la libertad como autodeterminación?

Obviamente, en el mundo existe una gran variedad de modelos de gobernanza, tanto teóricos como prácticos. Mientras que Francis Fukuyama, al final de la Guerra Fría, afirmaba que la democracia liberal occidental es “la forma final de gobierno humano”, este ensayo sostiene que un sistema de gobierno tiene una historia y un carácter propios y, por tanto, no todas las formas de gobierno se adaptan a todos los sistemas de gobierno. En otras palabras, antes de reproducir una forma de gobierno es necesario comprender la naturaleza y la constitución de un sistema político. Por lo tanto, si se pretende resolver los problemas existentes en el Kurdistán Oriental (Rojhilat, noroeste de Irán) y en la nación iraní en general, primero debemos comprender y aceptar realmente la composición de la sociedad iraní y su multitud de problemas, como el de las minorías nacionales y el sexismo sistemático.

El objetivo de este ensayo es argumentar que una propuesta basada tanto en una noción republicana de la libertad como no dominación y una concepción positiva de la libertad como autodeterminación, daría a la consecución de la liberación de la mujer y la autodeterminación nacional en Irán su mejor oportunidad. En otras palabras, la mejor manera de liberar a las mujeres y liberar a las naciones de la dominación es aplicar el confederalismo democrático, tal como lo formuló Abdullah Öcalan, teórico, político y líder encarcelado del movimiento kurdo por la libertad. Para argumentar esto, utilizo el actual movimiento revolucionario de “Jin, Jiyan, Azadî” (Mujer, Vida, Libertad) en Rojhilat e Irán como estudio de caso para mostrar cómo el confederalismo democrático podría tanto liberar a las mujeres como ser una solución al trato de las minorías nacionales en todo Irán.

Ni monarquía ni federalismo

Existe un consenso básico sobre el hecho de que las mujeres iraníes están liderando un movimiento revolucionario bajo la bandera de Jin, Jiyan, Azadî, desencadenado por el asesinato de Jina Masha Amini, una mujer kurda que fue asesinada por la llamada policía iraní de la “moralidad”, el 14 de septiembre de 2022. A pesar de ello, el papel de la mujer y las cuestiones de género, en general, suelen estar ausentes, intencionadamente o no, del debate sobre la posible estructura política futura de Irán. A medida que el movimiento revolucionario en Irán y Rojhilat entra en una nueva fase, también se han desarrollado debates sobre la sustitución del régimen iraní. Las propuestas oscilan entre la monarquía constitucional, la democracia liberal y la socialdemocracia, y cada una de ellas suele proclamar su intención de proteger los derechos básicos liberales normales. Algunas propuestas del lado socialdemócrata han considerado una república federal. La pregunta para nosotras es: ¿alguna de estas propuestas protegería y lograría lo que el movimiento revolucionario de Jin, Jiyan, Azadî ha pretendido en realidad? Mi afirmación básica es que estas protestas han versado sobre la liberación de la mujer y la autodeterminación nacional. Por lo tanto, ¿cuál de estos tipos de régimen lograría mejor la liberación de la mujer y la autodeterminación nacional? Mi respuesta es esencialmente “ninguno de los anteriores”, al menos no del todo. Sólo un sistema basado en el confederalismo democrático cumpliría los objetivos de este movimiento.

En los últimos meses, hemos visto a grupos y a ciertas personas esforzarse por revivir el régimen monárquico de Reza Pahlavi en Irán. Pahlavi, hijo del antiguo Shah derrocado de Irán, dice insistentemente que: “Extiendo mi mano, una vez más, para la cooperación a todas las fuerzas pro-democráticas, incluidos individuos, partidos y grupos, para apoyar la revolución nacional iraní sobre la base de tres principios mínimos comunes: la integridad territorial de Irán, la democracia secular basada en los derechos humanos, y el derecho del pueblo a determinar la forma del (futuro) sistema político mediante una votación libre”.

Aunque Pahlavi evita proponer una estructura de gobierno clara para cualquier futuro Irán, en sus recientes entrevistas anunciando su recién creado partido político, llamado “Partido de Irán Novin”, se muestra claramente partidario de una monarquía constitucional mezclada con algunos elementos de democracia liberal. Por ejemplo, en una entrevista con Mano TV, afirma que: “Cualquier fuerza democrática que crea en las instituciones democráticas y en la transparencia política puede formar parte de la coalición política que exigimos, pero debe creer que la integridad territorial de Irán es una línea roja. Cualquiera que no crea en la unidad del territorio de Irán no puede formar parte de la coalición política y este es nuestro claro mensaje para todos los partidos”.

Los partidarios de la monarquía creen que una forma de gobierno monárquica constitucional, aunque laica y liberal, podría resolver tanto los problemas de identidad nacional como los de género. Creen que garantizando la igualdad de derechos ciudadanos, basados en los derechos humanos, a todos los individuos de un sistema político, podrían resolver estos problemas. Podría decirse que Pahlavi y sus partidarios ofrecen una visión negativa de la libertad como no interferencia, una visión liberal bastante clásica. Implica que uno es libre si está libre de impedimentos externos. Sin embargo, es difícil ver cómo esta noción individualista de la libertad resolvería los problemas nacionales y de género de Irán. La identidad nacional tiene una relación esencial con la identidad política de un grupo.

En otras palabras, como sostiene Sandra Joireman en su obra Nationalism and Political Identity, el nacionalismo es siempre un nacionalismo politizado. Es decir, los grupos nacionales no persas de Irán exigen libertad tanto en sentido positivo como negativo, haciéndonos eco de la famosa distinción de Isiah Berlin. La libertad positiva se refiere a la idea de que uno es libre si tiene el poder y los recursos para actuar. Adoptando un lenguaje rousseauniano, uno es libre si puede participar libremente en el proceso colectivo de toma de decisiones, basándose en su “voluntad general”. En sentido estricto, la libertad requiere autogobierno y democracia directa. Además, garantizar los derechos de los ciudadanos mediante la aplicación de la noción liberal de libertad no superaría los problemas de la dominación nacional, el patriarcado y la desigualdad de género. A menudo se argumenta que el liberalismo incluso potencia el patriarcado y la dominación. Con la práctica del liberalismo simplemente se cambia una forma de dominación por otra, pero la dominación en sí permanece.

Algunos detractores de la monarquía constitucional han ofrecido una propuesta más socialdemócrata. En sus propuestas, se han incluido consideraciones a favor de un nuevo Estado iraní basado en los principios de una república federal. Un problema básico de estas propuestas es que también comparten una concepción liberal de la libertad política como no interferencia. Además, el propio federalismo no puede superar la dominación de las minorías nacionales, ya que nunca garantiza la prevención de la dominación por parte del propio gobierno federal. Un ejemplo de ello podría ser el gobierno federal de Irak y su ataque a la ciudad kurda de Kirkuk, en 2017. Dentro de cualquier entidad política que realmente encarnara la liberación nacional y de la mujer, tendría que haber tanto no dominación como autodeterminación. La coexistencia pacífica requiere garantizar los derechos nacionales e individuales de autodeterminación. La autodeterminación es necesaria para alcanzar la libertad, tanto en su significado individualista como colectivo, pero un yo no puede autodeterminarse a menos que no esté dominado. Las repúblicas federales en sí mismas no lo proporcionan. Además, una república federal basada en la socialdemocracia no eliminaría los problemas de la dominación nacional, la jerarquía social, la misoginia y el patriarcado.

Irán como mosaico étnico

Tal vez estas propuestas no hayan captado la composición real de la geografía política de Irán. Tal vez no hayan comprendido realmente las raíces de los problemas de Irán. Por lo tanto, podría ser fructífero esbozar algunos hechos sobre la composición de Irán. Desde la creación del Estado iraní moderno, en 1923, su objetivo ha sido establecer una identidad nacional iraní unificada, basada en una identidad persa monolítica. Podría decirse que Irán ha perseguido un “nacionalismo dirigido por el Estado”, tomando prestadas las palabras de Charles Tilly. Este proceso de construcción de la identidad se ejecutó mediante la aplicación de políticas excluyentes, discriminatorias y aniquiladoras contra las nacionalidades no persas. Sin embargo, esta opresión y dominación multifacética de las nacionalidades no persas no condujo al establecimiento de una identidad nacional iraní compartida. Por ejemplo, una encuesta reciente realizada por Akbarzadeh (2019) revela el hecho de que los kurdos rojhilatî (que representan más del 10% de la población de Irán) anteponen su identidad kurda a su identidad iraní.

Además, las medidas de fraccionalización étnica, lingüística y religiosa en la región de Oriente Medio y Norte de África (MENA) son de 0,453, 0,330 y 0,346 respectivamente. Basándonos en la investigación de Alesina (2003), la fraccionalización étnica en Irán en 1995 tenía una puntuación de 0,6684, la fraccionalización lingüística tenía una puntuación de 0,7462, y la medida de fraccionalización religiosa era de 0,1152. Por lo tanto, podría afirmarse que Irán es el país de Oriente Medio más diverso en términos de nacionalidad e idioma. A partir de este debate, se podría afirmar que si Irán es algo, es una sociedad multinacional, o incluso se podría decir que es una confederación étnica. En Irán hay ocho grandes grupos nacionales: persas, azeríes, kurdos, lors, árabes, baluches, turcomanos, mazaníes y gilaks. Cada grupo nacional tiene su propia lengua y territorio en Irán. Aunque no disponemos de estadísticas precisas sobre la distribución espacial exacta y la población de las naciones en Irán, la mayoría de los estudios sostienen que la población de hablantes sólo de persa apenas supera el 50%. Sin embargo, ninguna agrupación lingüística de Irán posee más del 20% del territorio. La lengua y los factores culturales son los principales rasgos definitorios de la nacionalidad en Irán. De hecho, al igual que en algunos países europeos como Luxemburgo, Bélgica y Suiza, los grupos lingüísticos coinciden en gran medida con los grupos nacionales. Territorialmente, cada nacionalidad se asienta mayoritariamente en una región demarcada. La sorprendente diversidad nacional de Irán es, por tanto, inconfundible, lo que da una razón más a la reivindicación de que debe permitirse a cada nación determinar su propia existencia política.

Liberar a la mayoría, liberar a las mujeres

Al igual que las minorías étnicas, las mujeres de Irán y Rojhilat se han enfrentado a formas aún más graves de dominación y discriminación sistemática y legal. La Constitución iraní niega los derechos básicos tanto a las mujeres como a las minorías. Es una Constitución que potencia y refuerza el patriarcado y la discriminación, al tiempo que niega a las mujeres sus libertades básicas. Por ejemplo, según la Constitución iraní el valor de una mujer es la mitad que el de un hombre. A estos hechos hay que añadir que las mujeres iraníes son de las más instruidas del mundo, y especialmente de Oriente Medio. Las mujeres constituyen el 60% de las estudiantes y licenciadas universitarias, y el 70% de las estudiantes de secundaria. Sin embargo, la tasa de natalidad en Irán es inferior al 1,71%, por debajo del nivel de reemplazo. Al mismo tiempo, la participación femenina en el mercado laboral formal es sólo del 14%. Además, en términos políticos, las mujeres sólo ocupan el 5% de los escaños del Parlamento iraní. Estos desequilibrios son claramente inaceptables, e indican que las mujeres iraníes y rojhilatíes no sólo sufren el patriarcado y la falta de libertad individual, o libertad liberal entendida como no interferencia, sino que están dominadas tanto por el Estado como por la sociedad.

Teniendo en cuenta todos estos hechos, se podría afirmar que Irán es un país con multitud de problemas. Ahora, volviendo a nuestras preguntas ¿qué forma de gobierno podría superar estos problemas? Y ¿qué tipo de estructura política permitiría una coexistencia pacífica de diferentes identidades? Ya hemos visto cómo la noción liberal de libertad inherente tanto a las propuestas monárquicas constitucionales como a las socialdemócratas, no consigue el tipo de liberación nacional y de la mujer que persiguen las protestas. Sin embargo, existe un modelo constitucional que proporcionaría la máxima liberación femenina y autodeterminación nacional. Se trata del confederalismo democrático propuesto por Öcalan. El confederalismo democrático combina la autonomía regional, étnica y nacional con la democracia directa. Implica una red de auto-administraciones políticas no jerárquicas basadas en una política ética inclusiva. Es un sistema flexible, multicultural, antimonopolista y orientado al consenso. La “Jineolojî” (Ciencia de las Mujeres), la ecología social y la autonomía democrática son sus tres pilares constitutivos.

Un posible argumento a favor de la confederación en lugar de la federación es que la primera garantiza la coexistencia pacífica de diferentes nacionalidades bajo un modelo descentralizado y, como mucho, semi-soberano. La coexistencia pacífica requiere el reconocimiento de la existencia de nacionalidades no persas en Irán como plenamente autónomas y autodeterminadas. Requiere el reconocimiento de estas nacionalidades como entidades independientes en las que sólo se unirían a una confederación iraní basándose en su propia voluntad real, no como resultado de la desesperación, la fuerza o la dominación. Así es como todas estas naciones podrían vivir juntas en armonía y paz. Como las minorías nacionales gozan de un mayor grado de autonomía, estarían más dispuestas a ceder a una unión política multinacional. En una confederación, cada nación, considerada como una entidad independiente que goza del derecho de autodeterminación, decidiría por sí misma en qué cuestiones y hasta qué punto aceptaría ceder autoridad a una entidad más amplia. Sería una forma de garantizar que ninguna nación pudiera monopolizar el poder político. Distribuiría el poder político de forma horizontal y vertical entre todas las naciones de Irán, sin basarse en ninguna medida como la de la proporción de la población más amplia.

Pero, ¿cómo supera el confederalismo democrático la dominación de las mujeres? Partiendo de cualquier concepción aceptable de la dominación, cualquier distribución del poder de forma vertical o desequilibrada podría conducir a la dominación. El confederalismo democrático es un intento de romper con la centralización y el sistema representativo común a los actuales estados democráticos. Pretende superar la dominación ofreciendo una forma de gobierno en la que el poder político se distribuye de forma horizontal y equilibra así las capacidades entre todos los miembros de la sociedad. A diferencia de la democracia liberal contemporánea, se esfuerza por empoderar a los locales. Se organiza a nivel local mediante asambleas y consejos, que luego se coordinan a nivel confederal. Las comunas autónomas, como unidades locales más pequeñas, son el principal órgano de decisión política. Las unidades autónomas superiores existen para garantizar que las decisiones de los distintos municipios no entren en conflicto. Se basa en una democracia directa de abajo hacia arriba, de base, una democracia en la que el propio pueblo, basándose en su expresión inmediata de voluntad, decide sobre todos los asuntos de su vida. Teóricamente, la autonomía democrática denota esencialmente el autogobierno de comunidades e individuos que comparten una mentalidad similar a través de su propia voluntad. El pueblo se gobierna a sí mismo y posee una noción muy revisada de poder soberano o autoridad suprema en la toma de decisiones legislativas. Sólo en esta forma de orden político, las mujeres podrían obtener el grado necesario tanto de no dominación como de autodeterminación para contar realmente como libres.

Una confederación democrática

¿Cómo podría funcionar el confederalismo democrático en Irán? Podría funcionar bien, tan bien que incluso podría cumplir las tres condiciones de Pahlavi sin ninguno de los conservadurismos y la evidente dominación que inevitablemente se derivarían de su tipo de régimen favorito. Las tres condiciones de Pahlavi son que cualquier nuevo régimen iraní tendría que mantener la integridad territorial de Irán, respetar y proteger los derechos humanos básicos, y celebrar elecciones libres y justas. La exigencia de Pahlavi de mantener la integridad territorial de Irán podría cumplirse. Se pueden mantener las fronteras actuales, pero la mayoría de las cuestiones legislativas importantes se delegarán en las comunidades locales. Las comunidades locales seguirán, en su mayoría, las líneas nacionales. La forma en que las comunidades locales tomarían decisiones sería a través de medios directamente democráticos como referendos, consejos, asambleas y similares. En el ámbito de los estados confederados multinacionales, se pueden establecer acuerdos para compartir objetivos económicos, como el libre comercio, y militares, como la defensa común, entre otros. No hay ninguna razón por la que Irán, tal y como está constituido geográficamente en la actualidad, deba modificarse inmediatamente para dar cabida al confederalismo democrático.

Con respecto a las otras dos condiciones, es difícil ver cómo un régimen monárquico podría hacer un mejor trabajo respetando y protegiendo los derechos humanos y garantizando unas elecciones libres y justas que otro directamente democrático. El confederalismo democrático implica que cualquier comunidad local puede protegerse legalmente con el conjunto habitual de derechos constitucionales liberales si así lo desea. Y puede poner como condición para pertenecer a la confederación que todas las demás unidades hagan lo mismo entre ellas. Si algún régimen va a proteger los derechos individuales y colectivos, probablemente será el que dote a cada individuo y comunidad de la máxima autodeterminación y, por tanto, de no dominación. No en vano al confederalismo democrático también se le suele llamar “municipalismo libertario”. Y garantizar unas elecciones libres y justas es un aspecto esencial del propio sentido y propósito del confederalismo democrático. Si una comunidad local quisiera arriesgarse a una forma representativa de democracia para sí misma, por supuesto nada se lo impediría. Los derechos y las elecciones nunca estarían más protegidos y serían más libres, respectivamente, que en un sistema confederalista democrático.

El confederalismo democrático es la mejor propuesta para el país con mayor diversidad étnica de Oriente Medio. También es una solución potencial para la población femenina más culta pero menos representada/participativa (tanto económica como políticamente) de Oriente Medio. Por consiguiente, un Irán democráticamente confederal sería el remedio más eficaz para acabar con la dominación de las minorías étnicas y las mujeres, al tiempo que les concedería su autodeterminación. Un Irán democráticamente confederal sería la verdadera realización del movimiento Jin, Jiyan, Azadî.

FUENTE: Rojin Mukriyan / The Kurdish Center of Studies / Traducción y edición: Kurdistán América Latina

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