Ante los ataques del ejército Turco contra la población civil de Afrin (Rojava/Kurdistan sirio)

Medio Oriente se encuentra sumido en un período de conflicto crítico producto de la conformación de un nuevo escenario político en el que se disputan proyectos decididamente anta-gónicos e irreconciliables.

Si bien los grados de conflictividad han sido variables en el último siglo, la guerra en curso desatada en Siria en el año 2011, es un hecho que condiciona a la vez que redefine en su constante dinámica, no sólo las nuevas zonas de influencia de los poderes regionales y extranjeros, sino principalmente, el rol de los pueblos que allí habitan y el protagonismo que están decididos a asumir en las etapas que se aproximan. En este contexto, el proceso emancipador que se ha iniciado en Rojava (Kurdistan sirio), desequilibra por completo los planes exógenos para una región que ha sido fragmentada durante décadas, no sólo en términos territoriales sino principalmente y sobre todo, en términos culturales, sociales y políticos.

Es así como hoy en día nos encontramos frente a un solo pueblo, el pueblo kurdo, de más de 40 millones de habitantes, dividido en cuatro partes como resultado de un proyecto colonizador delineado e impulsado por las potencias Occidentales después de la Primera Guerra Mundial, a sabiendas de la amenaza que hubiera significado para sus objetivos, un Kurdistan unificado.

A partir de allí, la conformación de nuevos Estados (Turquía, Irán, Irak y Siria), se convirtió en la herramienta más eficaz de explotación y dominación. Sin embargo, y pese a la implantación de regímenes instaurados adrede para cumplir con estos lineamientos, cada uno con sus particularidades, el pueblo kurdo durante los últimos 40 años, ha venido conformando un movimiento de liberación que en la actualidad conduce un proyecto político autónomo e inclusivo, sustentado en prácticas antipatriarcales, profundamente democrático, en donde la ecología, la economía comunitaria y el respeto irrestricto de otras minorías étnicas y religiosas, se ha convertido ya no en una amenaza, sino en una alternativa real, a partir de la puesta en práctica de que otro modo de vida y otro destino son posibles para todos los pueblos de Medio Oriente.

La declaración de autonomía y libre determinación de Rojava y el Norte de Siria ha significado un cambio drástico para los gobiernos vecinos de la zona. Éstos se ha visto forzados a aceptar la efectividad con la que las milicias de autodefensa kurdas (YPG-YPJ) combaten contra los distintos grupos terrorista s (Al Nusra, Fatah Al Sham, ISIS y otros) que los poderes imperiales han diseminado en la región y – pese a que declaren lo contrario – han dejado al descubierto los verdaderos intereses y objetivos de cada uno de estos grupos, que no son otros que debilitar el curso de la revolución en Rojava.

El proceso de autodeterminación de los pueblos de Rojava, está generando una poderosa influencia más allá de sus fronteras; y es precisamente por ello que el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdoğan -ante los esfuerzos inútiles por detenerla –decidió en los últimos días intervenir abiertamente en el conflicto, a través de ataques con artillería pesada, que incluyen tanques, morteros, disparos de obuses y bombardeos junto al despliegue de operaciones terroristas en manos del ELS (Ejército Libre de Siria) dentro del territorio del norte de Siria.

Sabemos que los gobiernos de Occidente fueron testigos omisos de las masacres contra el pueblo yezidí en Til Eran y Til Hasil en el año 2013, en Shengal durante agosto del 2014; y contra el pueblo kurdo en Kobanê en septiembre del mismo año – sólo por nombrar algunas de ellas -. Por ese motivo, somos los pueblos los que tenemos la obligación de romper el silencio. Tenemos el deber

moral de interponer todas aquellas acciones que sean necesarias para evitar un nuevo intento de genocidio que amenaza con aniquilar esta vez, a la población civil de Afrin y de las aldeas aledañas. El Ejército turco ha comenzado sus acciones que ya han dejado víctimas fatales, entre ellas varios niños. No podemos permitir que avancen.

Exhortamos al gobierno en representación del Estado Nacional Argentino que condene e interponga todos los mecanismos que sean necesarios, incluyendo el pedido de sanciones reales y efectivas y el planteamiento firme ante los Organismos Internacionales competentes, para que el Ejército Turco, que está violando todas las leyes y normativas internacionales vigentes, detenga estos ataques inmediatamente y sea posible de una vez por todas, que los pueblos de la región alcancen la paz que necesitan.

Hacemos un llamado a todas las fuerzas democráticas, partidos, organizaciones civiles, movimientos políticos y personas solidarias de nuestro país a alzar su voz contra la política genocida del Estado turco y sumarse a las acciones solidarias con los pueblos de Kurdistán y el Norte de Siria.

Equipo de Kurdistanamericalatina

Buenos Aires, Argentina, 9 de Julio de 2017