Cómo un pañuelo de guerra kurdo se ha convertido en símbolo de resistencia épica

La historia kurda no tiene leyes escritas, pero los kurdos son un pueblo antiguo y siempre ha habido costumbres y tradiciones no escritas. Si, a pesar de la asimilación a Estados extranjeros, han conservado sus propios valores kurdos, es gracias a esas costumbres y tradiciones no escritas, pero sagradas. Tradiciones que han sido defendidas por las mujeres kurdas.

Según una de estas tradiciones, siempre que había una disputa entre dos bandos -dos tribus o dos personas-, las mujeres de ambas partes tomaban la iniciativa para calmar la lucha e intervenir en favor de la paz.

De hecho, una mujer que no asumía este papel era vista como carente. Y si los protagonistas no respondían a su llamada, las embajadoras de la paz les quitaban los pañuelos de la cabeza y los agitaban en medio de la pelea.

Hay que mencionar que las mujeres de Mesopotamia se cubrían la cabeza antes de la invasión del Islam, y sus coberturas son muy diferentes de las de la tradición islámica, ya que no sólo sirven para cubrirse, sino más bien como adorno.

Las acciones emprendidas por las mujeres en nombre de la paz eran una exigencia más vinculante que cualquier ley escrita. Quienes se negaban a obedecer perdían el respeto de su comunidad.

Históricamente, las mujeres kurdas se quitaban el pañuelo por la paz, pero en Kobane ocurrió lo contrario.

Esta vez no fue por la paz, sino por la guerra por la libertad. En un desafío a la oscura mentalidad que les ordenaba ir tapadas, las mujeres se quitaron sus vistosos pañuelos.

Agitándolos al grito de “Jin Jiyan Azadi” (Mujer Vida Libertad) lucharon calle por calle, casa por casa, posición por posición. Ahora ya no eran pañuelos, sino símbolos de libertad: una bandera femenina. En Kobane, fuimos testigos de cómo el pañuelo de la paz se convirtió en el pañuelo de la guerra.

La primera vez que oí hablar del “Sarpika Ser” -el pañuelo de la guerra- fue por Viyan Peyman. Mientras se preparaba para el conflicto, que se intensificaba con la oscuridad del atardecer, Viyan se ató el pañuelo con su estilo característico; y diciendo “Sarpika Ser está completo”, se puso en posición.

Este pañuelo de guerra y de libertad se convirtió en la posesión más sagrada de todo guerrero. Se utilizaba como cinturón para su arma y como venda para las heridas de los amigos abatidos a su lado.

Un amigo anónimo que había recibido un disparo y exhalaba su último suspiro se cubría con un colorido pañuelo de un guerrero anónimo. Las manchas de sangre añadían nuevos motivos al diseño.

A medida que las mujeres desafiaban la mentalidad que quería esclavizarlas, el pañuelo de guerra empezó a ser llevado por amigos varones y la adopción del pañuelo femenino por los guerreros varones fue tan significativa como la victoria de Kobane.

Esta acción, símbolo de la mujer y la libertad, penetró en la mente enemiga con más eficacia que cualquier bala. El pañuelo de las YPJ que apareció, bailó y luchó en aquellos días en Kobane, pronto ondeó con el grito de victoria en Raqqa, antigua capital de la oscuridad.

El pañuelo de guerra se ha convertido en la bandera femenina más bella y potente, llevada con orgullo por mujeres de todo el mundo. Hoy, una vez más, muestra una resistencia épica, empapada de polvo, sangre y sudor, y ondeando con todas sus fuerzas para no caer al suelo. Las mujeres de Rojava, con sus coloridos pañuelos de libertad, resisten por el futuro de todas las mujeres.

FUENTE: Roni Riha / The National / Fecha de publicación original: 3 de diciembre de 2019 / Traducido por Rojava Azadi Madrid

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