La insuficiente victoria de Erdogan anticipa una tumultuosa segunda vuelta que decidirá el futuro de Turquía

Las elecciones del domingo no han dibujado un panorama claro para Turquía. Ninguno de los candidatos logró más del 50% del voto requerido para finiquitar los comicios en primera ronda. Con más del 99% escrutado, y mientras continuaba un tenso recuento con acusaciones mutuas de juego sucio, todo apunta a que el país se verá abocado dentro de dos semanas a una segunda vuelta de las elecciones presidenciales. Y, si esta se confirma, se anticipan dos semanas tumultuosas. En juego está si continúa en el poder el actual presidente, Recep Tayyip Erdogan, hombre fuerte del país desde hace 20 años, o si lo releva el candidato que ha logrado aglutinar a los principales partidos de oposición, el centroizquierdista Kemal Kiliçdaroglu.

Según los datos de la agencia oficialista Anadolu y de la agencia independiente Anka, el presidente Erdogan partiría con cierta ventaja al haber obtenido el 49,4 % de los votos, frente al 45% de Kiliçdaroglu. El recuento oficial de la Comisión Electoral, que en la mañana del lunes no había concluido aún pero estaba cerca de hacerlo, ofrecía unos datos similares. El tercer candidato, el ultranacionalista Sinan Ogan, obtuvo el 5,2%. Su decisión de apoyar a un candidato u otro podría decantar el resultado.

Erdogan compareció ante sus simpatizantes de madrugada y declaró que cuenta con “una clara ventaja” sobre su principal rival y que aún no descarta la posibilidad de ganar la elección en primera vuelta. El mandatario acusó a la oposición de “intentar engañar a la opinión pública” y felicitó al pueblo turco por su “madurez democrática”.

En las elecciones legislativas, estos resultados preliminares prevén que la alianza gubernamental -compuesta por el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, islamista) de Erdogan, el MHP de extrema derecha y varias formaciones de tendencia fundamentalista- mantendrá la mayoría en el Parlamento, debido a la división entre partidos de la alianza de la izquierda kurda y a unos resultados peores de lo esperado para la formación centroizquierdista Partido Republicano del Pueblo (CHP), que lidera Kiliçdaroglu. Ambas formaciones obtuvieron cerca de una decena de diputados menos cada una respecto a lo previsto por los sondeos.

El opositor Kiliçdaroglu acusó a la alianza gubernamental de “bloquear la voluntad popular mediante objeciones a las actas” cuando todavía quedaban por computar oficialmente más de 10 millones de votos. Por ello, hizo un llamamiento “a la responsabilidad” a la Comisión Electoral para que “saque a este país de la incertidumbre” y “se respete la voluntad popular”. Kiliçdaroglu anunció que su partido se mantendrá alerta “hasta que se cuente el último voto” y dio por hecho que habrá segunda ronda: “En los próximos 15 días (aunque son 14), vamos a luchar por el derecho y la justicia y vamos a traer de nuevo democracia a este país”.

El presidente de la Comisión Electoral Suprema, Ahmet Yener, explicó poco antes de las 23.00 (una hora menos en la España peninsular) que, hasta esa hora, solo se había computado en el sistema de este organismo la mitad de los votos. A última hora del domingo, todavía no había hecho públicos los resultados oficiales, pese a las quejas de la oposición, que lo acusó de retrasar la inclusión de datos. Según el reputado analista Murat Yetkin, este retraso se debería a que los interventores de la formación de Erdogan presentaron objeciones en las urnas donde Kiliçdaroglu había ganado, de manera que no se podían cerrar las actas hasta que estas objeciones fueran resueltas, y tampoco se podían añadir al recuento. “En las grandes ciudades industriales y comerciales se están obstruyendo los resultados mediante objeciones y obstáculos de transporte”, tuiteó Yetkin.

Los dirigentes de la principal coalición opositora comparecieron varias veces a lo largo de la noche para acusar de “manipulación” a la agencia Anadolu, principal fuente de información sobre datos electorales en la mayoría de los medios de comunicación turcos. Esta agencia oficialista comenzó la noche electoral reflejando unos resultados muy abultados a favor de Erdogan (en torno al 60%), que posteriormente fue reduciendo a medida que aumentaban los datos computados.

Los alcaldes de Estambul, Ekrem Imamoglu, y de Ankara, Mansur Yavas, ambos del CHP y candidatos a vicepresidentes en caso de victoria opositora, comparecieron en tres ocasiones para pedir a sus seguidores que no abandonasen la esperanza. “Ya nos hicieron vivir este escenario. Estamos viendo la misma película. No os creáis cuando digan que han ganado, seguidnos a nosotros”, denunció Imamoglu en referencia a la noche electoral de las municipales de 2019, cuando Anadolu mostró durante horas como vencedor al candidato progubernamental a la alcaldía de Estambul, y detuvo la transmisión cuando la candidatura opositora empezó a remontar.

Quejas de la oposición

Aparte de las quejas de la oposición y de las concentraciones en varias localidades ante las delegaciones provinciales de la Comisión Electoral, no se produjeron mayores incidentes durante la jornada, que transcurrió con una gran afluencia a las urnas: participó alrededor del 89% del electorado.

Cientos de simpatizantes del Gobierno se concentraron ante la sede del gobernante AKP en Ankara, donde esperaron durante horas la comparecencia de Erdogan. A las 22.00, el presidente publicó un largo comentario en la red social Twitter en el que felicitó al pueblo turco por su “madurez democrática”, pero también cargó contra la oposición por sus críticas a los datos de la agencia Anadolu, que calificó de “usurpación de la voluntad nacional”. Al mismo tiempo, pidió a sus seguidores que, del mismo modo que los voluntarios de la oposición, “permanezcan junto a las urnas, pase lo que pase, hasta que el recuento esté oficialmente finalizado”.

Erdogan no compareció ante los suyos hasta las dos de la madrugada y, en un discurso victorioso, afirmó ir “por delante, con mucha ventaja” sobre la oposición, a la que acusó de intentar “engañar” a la opinión pública. “Le hemos sacado 2,6 millones de votos a nuestro principal rival y, cuando salgan los resultados oficiales, estoy seguro de que esa diferencia se incrementará”, afirmó sin descartar que su victoria se pudiera proclamar incluso en primera ronda. “Todavía no se ha computado la mayor parte del voto exterior”, aseguró; según los resultados preliminares, el mandatario islamista habría obtenido apoyos de entre el 62% y el 75% en países con gran número de inmigrantes turcos, como Alemania, Francia, Austria, Países Bajos o Bélgica. Al mismo tiempo, volvió a acusar a la oposición de ir “de la mano de los terroristas”, en referencia al apoyo dado al candidato opositor por el partido de la izquierda kurda HDP, al que el Gobierno considera el brazo político del grupo armado PKK. Durante la campaña, Erdogan ha utilizado vídeos manipulados para mostrar que Kiliçdaroglu contaba con el apoyo directo del PKK, un mensaje que ha calado entre los simpatizantes de la alianza gobernante.

Turquía no tiene experiencia en segundas vueltas, ya que la elección popular del presidente solo se ha tenido lugar en dos ocasiones (2014 y 2018). En ambas votaciones, Erdogan salió elegido con el 52% de los votos en primera ronda.

Hay cerca de un 6% de electores que no ha optado por ninguno de los principales candidatos. Uno de ellos, el populista de centroizquierda Muharrem Ince, obtuvo solo el 0,5% de los votos, ya que, pese a haberse retirado de la contienda tres días antes de los comicios, su nombre siguió en las papeletas. Más importante es el nombre de Sinan Ogan, político ultranacionalista que se presentó al frente de una coalición de pequeños partidos de ultraderecha cuyo principal lema de campaña fue la expulsión de los refugiados que acoge Turquía.

“Sabíamos desde el inicio que estas elecciones podían quedar para una segunda vuelta y nuestro objetivo es hacer valer estos votos. Los ataturkistas nacionalistas serán quienes decidan el ganador en segunda ronda”, afirmó en su comparecencia. Ogan aseguró que su candidatura todavía no ha decidido a quién apoyar en segunda ronda y que tomará una decisión en los próximos días. Eso sí, dijo que sus demandas “innegociables” son que no se modifiquen los primeros cuatro artículos de la Constitución (algo que pedían formaciones kurdas e islamistas que apoyan tanto a Erdogan como a Kiliçdaroglu), la “lucha contra el terrorismo” de grupos armados kurdos e islamistas y la “expulsión de los 13 millones de refugiados”. Se trata de una cifra a todas luces exagerada (en realidad el número de sirios e iraquíes refugiados en Turquía es de cuatro millones), pero que su campaña ha utilizado para atraer el voto y espolear la xenofobia.

Aunque, de confirmarse el resultado preliminar, Erdogan partiría con ventaja en la segunda vuelta, este sistema presidencialista binario podría suponer también su tumba política. Si con el sistema parlamentario en vigor hasta 2018 a su partido le solía bastar con obtener entre el 40% y el 45% de los votos para gobernar con mayoría absoluta, la puesta en marcha del sistema presidencialista, por mucho que le ayudase a concentrar buena parte del poder en sus manos, también lo obligó a mantener el apoyo por encima del 50%. La polarización promovida por su forma autoritaria de gobernar ha hecho el resto: la oposición, tremendamente fragmentada en líneas políticas y étnicas, ha terminado por buscar fórmulas de colaboración para deshacerse del polémico presidente, y la imagen de reformista de la que gozaba en su primera década de gobierno se ha disipado, especialmente para aquellos nuevos votantes que no han conocido otra cosa que la Turquía de Erdogan. Una Turquía que en los últimos años se ha hecho más autoritaria y represiva, con la constante persecución de periodistas, críticos y políticos de la oposición. El carismático líder kurdo Selahattin Demirtas está en prisión desde 2016 pese a que el Tribunal de Estrasburgo exige su liberación desde hace cinco años y, en diciembre, el popular alcalde de Estambul, Imamoglu, fue condenado a una pena de dos años de cárcel y a la inhabilitación política por llamar “estúpidos” a los miembros de la Comisión Electoral. La condena aún está pendiente de recurso.

Dos días antes de las elecciones, Erdogan había prometido, en una entrevista televisada por 40 canales a la vez, que si las urnas así lo pedían dejaría su puesto: “Llegamos al poder en Turquía de forma democrática. Y, del mismo modo, haremos lo que exija la democracia si nuestro pueblo decide lo contrario. Consideraremos legítimo cualquier resultado de las elecciones”. Ese mismo día, eso sí, firmó un decreto presidencial según el cual cerca de 3.000 cargos por él designados seguirán recibiendo un sueldo público durante dos años o hasta que accedan a un nuevo puesto de trabajo.

FUENTE: Andrés Mourenza / El País

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