Actualización de la situación: norte y este de Siria

En Oriente Medio y en Turquía en particular, la cuestión kurda ha sido durante mucho tiempo fuente de conflicto e inestabilidad. Turquía ha aplicado deliberadamente políticas contra los kurdos durante décadas, poniendo en peligro la seguridad y la estabilidad de regiones predominantemente kurdas incluso más allá de sus fronteras, incluida Siria. Esto tiene profundas implicaciones para los derechos humanos en estos tres países.

El enfoque antikurdo de Turquía y sus consecuencias

Aunque el acercamiento de Turquía a los kurdos ha sido polémico durante décadas, empeoró tras el fracaso del proceso de paz turco-kurdo en 2015. Durante ese tiempo, la guerra civil asolaba Siria. Turquía aprovechó la situación para ampliar sus ataques sistemáticos contra los kurdos más allá de sus fronteras. Turquía inició intervenciones militares en el norte de Siria, dirigidas principalmente contra zonas fronterizas de mayoría kurda. En 2016, la Operación Escudo del Éufrates tuvo como objetivo partes del norte de Alepo, seguida de la invasión de Afrin en 2018 con la Operación Rama de Olivo. En 2019, Turquía invadió las ciudades de Serêkaniyê y Tel Abyad en la Operación Primavera de Paz. Estas operaciones, reivindicadas por Turquía como esfuerzos antiterroristas, provocaron el desplazamiento forzoso de casi 700.000 personas y causaron la muerte y heridas a cientos de civiles. Además, añadieron una nueva capa de complejidad al conflicto sirio, exacerbando la inseguridad y la inestabilidad que estas regiones ya experimentaban antes de las invasiones, a pesar de la derrota de ISIS en su último bastión en Baghuz, en la provincia de Deir Ezzor.

A pesar de un acuerdo de alto el fuego alcanzado con Washington 17 de octubre 2019 y un acuerdo ruso-turco el 22 de octubre, Turquía no cesó sus violaciones transfronterizas después de asumir el control de Serêkaniyê y Tal Abyad . Tras estos acuerdos, las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) se retiraron de las zonas fronterizas. Turquía llevó a cabo entonces una campaña de ataques con drones y bombardeos con armas pesadas desde su territorio hacia zonas del norte de Siria. La situación se agravó significativamente en 2022, cuando Turquía expresó su deseo de realizar una nueva invasión de las zonas autoadministradas del noreste de Siria y una mayor expansión territorial, lo que suscitó la oposición internacional.

Según el Departamento de Seguimiento y Documentación de la agencia de noticias North Press, en 2022 se registraron 90 ataques con drones dirigidos contra civiles e infraestructuras civiles. Además, a principios de 2023, Turquía atacó 350 localidades, con el resultado de 74 muertos y heridos, entre ellos 10 mujeres y 11 niños. 58 de estos ataques fueron con drones. Además, Turquía también atacó zonas del Kurdistán iraquí, causando víctimas entre la población civil.

Estas políticas aplicadas por Turquía contra los kurdos han tenido importantes ramificaciones para la paz y la estabilidad de la región. El conflicto en curso y las violaciones de derechos humanos perpetradas por Turquía no sólo han provocado pérdidas de vidas humanas, sino que también han tenido efectos de gran alcance en el panorama económico y en las relaciones entre los países vecinos, fomentando la animadversión y erosionando la confianza entre las comunidades. Esto, a su vez, dificulta la visión de un futuro pacífico.

Cómo lograr la paz

Las perspectivas de paz parecen improbables debido a la falta de esfuerzos internacionales significativos para abordar la cuestión y a los continuos conflictos militares de Turquía contra los kurdos en su propio territorio y en los países vecinos. Dicho esto, hay medidas que los actores internacionales, como la Unión Europea y Estados Unidos, pueden tomar para desempeñar un papel constructivo en la consecución de la paz, apoyar la estabilidad en las regiones afectadas y garantizar la justicia por las violaciones de derechos humanos y la política de represión de Turquía.

La paz puede ser posible mediante negociaciones y conversaciones de paz en las que participen todas las partes implicadas en los conflictos locales y regionales. Los derechos humanos, que Turquía ha ignorado, deben estar en el primer plano de estas conversaciones. La comunidad internacional debe ejercer más presión sobre las partes en conflicto para promover la paz y la equidad. Además, los actores internacionales deben contribuir al desarrollo sostenible en las zonas afectadas para mejorar las condiciones de vida. También deberían coordinarse con las potencias regionales e internacionales implicadas en este asunto, apoyando el proceso de transición política y económica. La sociedad civil y las organizaciones no gubernamentales también deben participar activamente en todos los esfuerzos de consolidación de la paz y en los procesos de toma de decisiones.

FUENTE: Helez Abdulaziz / Kurdish Peace Institute / Traducción y edición: Kurdistán América Latina

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