Estados Unidos y Turquía durante la Guerra Fría: de la cooperación a la tensión

Las relaciones bilaterales entre Turquía y Estados Unidos se han caracterizado por los momentos de colaboración y de tensión. Desde el momento en el que nace el actual Estado turco, las élites ya tenían en mente la cooperación con Estados Unidos. Tanto es así que el propio Mustafa Kemal (Ataturk) solicitó apoyo estadounidense durante el conflicto del que saldría el actual Estado turco. Además, nunca debemos perder de vista que el proyecto que Ataturk tenía para Turquía pasaba por que el país estuviese orientado hacia Occidente. A pesar de ello, las relaciones entre los países tardaron cuatro años en formalizarse, hasta que en 1927 el Congreso estadounidense aprobó el tratado de amistad. Este tratado se concretó poco después del nacimiento de Turquía, ya que Estados Unidos continuaba conservando sus intereses en los antiguos puertos otomanos. No obstante, existía una fuerte oposición dentro de Estados Unidos a la firma de dicho tratado de amistad, protagonizada por la diáspora armenia, y el proyecto se paralizó. Posteriormente a la firma del tratado, las relaciones bilaterales se desenvolvieron con lentitud, y en 1947 se firmaba un tratado comercial que dibujaba las líneas básicas en este ámbito.

En 1947 se data el inicio de la Guerra Fría que enfrenta a Estados Unidos contra la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y divide al mundo en dos bloques muy marcados. Turquía había mantenido una política de “cero problemas con sus vecinos”, ya que así el gobierno podía centrarse en reconstruir el país y llevar a cabo el proyecto kemalista. Sin embargo, la Unión Soviética mostró exigencias con respecto al cambio del régimen jurídico del Estrecho del Bósforo, previamente delimitado en la Convención de Montreux. Esto hizo que Turquía se alinease con el bloque capitalista liderado por Estados Unidos, buscado protección y evitando el peligro de convertirse en un Estado a la sombra de la superpotencia soviética.

Estados Unidos recibió con enorme alegría a su nuevo aliado y en ese mismo año Turquía quedaba catalogada como “prioritaria en la lucha anticomunista”, pasando a formar parte de la Doctrina Truman. La incorporación de Turquía al bloque capitalista supuso una importante ventaja para la superpotencia norteamericana, debido a su posición estratégica ya que se encuentra ubicada próxima a las regiones de Oriente Medio, Europa y, sobre todo, cerca de los países que conformaban el bloque soviético. Las ventajas fueron bidireccionales ya que Turquía entró a formar parte del Plan Marshall y todos los flujos de comercio e inversión que eso suponía. Estos fondos fueron de gran utilidad al plan de estabilizar y reconstruir el país.

Turquía buscaba la ocasión de demostrar su compromiso con esta nueva alianza y la Guerra de Corea fue la ventana de oportunidad que el gobierno estaba esperando. En 1950, Turquía mandaba 4500 soldados al país asiático y poco después Estados Unidos propuso a Turquía para formar parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), de la que pasó a formar parte como miembro de plenos derechos y obligaciones en 1952.

En la década de 1950, se produce la sucesiva apertura de bases militares estadunidenses en Turquía, aprovechando así su posición estratégica. Estos puntos de enclave fueron de suma importancia durante la Guerra Fría en las misiones de monitorización de los movimientos de la Unión Soviética en el Mar negro, Capio y Asia Central. En 1957, Estados Unidos instaló los primeros misiles guiados en suelo turco, lo que supuso un golpe a los intereses soviéticos ya que el armamento norteamericano se posicionaba peligrosamente cerca de su territorio. De forma posterior a la Guerra Fría, las bases militaren fueron de suma importancia para las operaciones militares estadounidenses en Siria, Irak y Afganistán.

La más importante de las bases militares era la de Incirlik, ubicada en el sur de Turquía y considerada un símbolo de las buenas relaciones entre los dos países, la cual albergaba alrededor de 50 bombas nucleares. La importancia de esta base venía aparejada de tensiones, ya que es utilizada como un elemento de presión por parte del gobierno turco, y Estados Unidos busca no depender tanto de ella.

No obstante, como comentábamos al inicio, las relaciones entre los países se han caracterizado por la alternancia entre la cooperación y la tensión. La década de 1960 es de los mejores ejemplos para ilustrar estos últimos. Los golpes de Estado militares han sido una constante y en 1960 tenía lugar uno de ellos que derrocó al gobierno y supuso un fuerte cambio en la política exterior del país. Durante esta década, se dieron ciertos acercamientos a la Unión Soviética y un distanciamiento de Estados Unidos, pero que no suponían un cambio de bloques.

En 1963, se retiraron los misiles Júpiter de Turquía y ese mismo año una delegación turca visitaba la Unión Soviética, la primera en 31 años. Cuatro años más tarde, la Unión Soviética concedió líneas de créditos a Turquía por valor de 200 millones de dólares. Durante este periodo, tuvo lugar un proceso de militarización de la política turca que colocó a Chipre en el punto de mira de la agenda exterior del país. El conflicto en Chipre se originó en 1963 y continúa sin solucionarse a día de hoy.

El presidente chipriota Makarios buscaba propiciar un cambio constitucional con el fin de eliminar derechos de la población turco-chipriota. Turquía respondió llamando a la intervención directa en Chipre, buscando que la Constitución se mantuviese intacta. Las declaraciones turcas fueron contestadas por la Unión Soviética, que amenazó con intervenir en favor de la isla mediterránea.

La OTAN posee el famoso principio de defensa colectiva, materializado en el artículo 5, por el cual un ataque contra uno de los estados miembros constituye un ataque contra todos. Las partes convienen en que un ataque armado contra una o contra varias de ellas, acaecido en Europa o en América del Norte, se considerará como un ataque dirigido contra todas ellas y, en consecuencia, acuerdan que si tal ataque se produce, cada una de ellas, en ejercicio del derecho de legítima defensa individual o colectiva, reconocido por el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas, asistirá a la Parte o Partes así atacadas. En el posterior artículo 6, se habla expresamente de que Turquía entra dentro de esta protección: “A efectos del artículo 5 se considera ataque armado contra una o varias de las Partes, un ataque armado: a) Contra el territorio de cualquiera de las partes en Europa o en América del Norte, contra los departamentos franceses de Argelia (1), contra el territorio de Turquía o contra las islas bajo jurisdicción de cualquiera de las partes en la región del Atlántico Norte al norte del Trópico de Cáncer”. Debido a estos artículos, si la Unión Soviética atacase directamente el territorio turco en represalia por la crisis chipriota, la OTAN debería acudir en su defensa si el país activase el artículo 5, algo que proporcionaba seguridad y sensación de respaldo a Turquía. Sin embargo, el presidente estadounidense Jonhson envió una carta al gobierno turco buscando evitar una intervención militar. Este escrito fue muy mal considerado por parte del gobierno de Ankara, ya que se declaraba que si Turquía llevaba a cabo una operación militar sobre Chipre, la OTAN no auxiliaría a Turquía en caso de una ofensiva soviética. Esto supuso un punto de inflexión en las relaciones bilaterales, ya que la superpotencia era vista como un aliado incondicional, y a nivel interno comenzaron a cobrar fuerza las posturas más escépticas con respecto a Estados Unidos. Se llegó al punto de replantearse la permanencia de Turquía en la OTAN, pero el país tenía unos fuertes vínculos a nivel económico y de seguridad. Esa dependencia jugó un importante papel a la hora de que esos debates no se tradujesen en hechos.

En 1969, se firmaba un tratado de Cooperación Económica y Militar que buscaba asegurar que las actividades de defensa mutua se realizasen en el marco de la Organización de la OTAN.

La década de 1970 supuso un mayor empeoramiento de las relaciones entre Estados Unidos y Turquía, y el punto de discordia continuaba siendo Chipre. A pesar de los ultimátum y advertencias, Turquía continuó con sus planes de intervención directa en Chipre, que desembocaron en la partición de la isla, a la que aún no se ha encontrado una solución pacífica. Las acciones turcas supusieron el embargo económico por parte de Estados Unidos, entre los años 1975 y 1978. A raíz de este embargo, Turquía dio por finalizado el acuerdo de mutua defensa firmado en 1969, y declaró que las bases norteamericanas que estuviesen en suelo turco pasarían a estar controladas directamente por el gobierno. En 1978, se firma un nuevo acuerdo de defensa entre Estados Unidos y Turquía, que restaura el anterior orden. Sin embargo, la confianza entre los países se vio seriamente afectada, ya que el inicio de la década de 1980 está marcada por unas negociaciones en las que los países buscan blindarse contra las acciones mutuas. Por una parte, Estados Unidos tenía garantizado el uso de 12 bases militares y numerosa infraestructura. Por otra parte, Turquía tenía ayuda económica proveniente de la potencia norteamericana, pasando a ser el tercer país receptor de la misma detrás de Egipto e Israel.

En la década de 1980 se vuelve a dar un golpe de Estado militar y tras él se trata de revertir la politización social que comenzó en los años 1960 y organizar el sistema político en torno a un bipartidismo carente de polarización; no fue hasta 1983 cuando volvió a haber elecciones. Los militares turcos encabezados por el general Evren impusieron una dictadura militar que duró tres años, en la que la izquierda fue brutalmente perseguida por todo el país. Durante esta época se denuncian torturas, encarcelamientos, ejecuciones y otras violaciones de los derechos humanos. No obstante, el golpe militar fue acogido con entusiasmo en Washington y la Comunidad Económica Europea (CEE), ya que el país se había convertido en un agujero negro de las ayudas exteriores. Los militares eran profundamente anticomunistas, lo que garantizaba que el país se mostraría colaborativo en la lucha contra el comunismo y en la defensa del bloque occidental.

Durante esta década, las relaciones bilaterales se refuerzas, en gran medida influidas por la revolución iraní (1978) y la invasión de Afganistán (1979). A pesar de la situación política de Turquía, Estados Unidos y Europa mantuvieron una posición de no tomar ninguna medida que contribuyese a un alejamiento de dicho país, como se hizo en el caso de la Dictadura de los Coroneles griega (1967-1974), en el que el país fue expulsado del Consejo de Europa. Durante el periodo de regencia militar, se encargó a Halil Turgut Özal, que posteriormente sería primer ministro, la reestructuración de la economía del país. Este acontecimiento supuso sentar las bases del neoliberalismo en Turquía, ya que el ajuste económico, aunque eficaz, supuso desmontar el Estado de bienestar y unos estrictos paquetes de medidas de corte neoliberal. Estas medidas fueron muy aplaudidas por Estados Unidos, en el que por esos momentos Ronald Reagan ocupaba el Despacho Oval.

Como ya comentábamos, estas medidas consistieron en muchas ocasiones en desmantelar el Estado social turco, lo que abrió una ventana de oportunidad para que los partidos islamistas desplegasen una estrategia de beneficencia que llegaba donde el Estado no estaba, logrando así ganar una amplia base social. Este fue el caso del Refah Partisi, o Partido del Bienestar, en el cual militaba Erdogan y con el cual llegó hasta la alcaldía de Estambul.

Los años 1990 comenzaron con un acontecimiento que cambiaría el mundo, el fin de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y de todo su bloque de influencia. En este punto, la amenaza del comunismo se diluye considerablemente y, en consecuencia, el papel de Turquía como actor clave en la lucha contra el comunismo desaparece.

Sin embargo, la importancia de Turquía como activo estratégico para Estados Unidos no desapareció, sino que evolucionó. Al mismo tiempo, Turquía no mostró signos de querer distanciarse de la superpotencia a pesar de haber desparecido la amenaza que suponía la Unión Soviética.

En este momento, el país pasa a ser un enclave fundamental para la estrategia de Estados Unidos en Oriente Medio. Esto supuso la intervención directa de Turquía con conflictos como el de Irak o la Guerra del Golfo, que causó polémica a nivel interno, ya que se cruzó la línea no escrita de no interferir en asuntos de países cercanos.

Aparte de para la estrategia en Oriente Medio, la posición geográfica de Turquía era ventajosa para Estados Unidos en otro sentido. La superpotencia buscaba restarle poder de presión a Rusia e Irán, por lo que procuró que los oleoductos más importantes no pasasen por dichos países. Estados Unidos apoyó la construcción de un oleoducto Bakú-Ceyhan, que supuso una inversión de 4000 millones de dólares e impulsó la economía de Turquía, Georgia o Azerbaiyán

En el 1995, se da una nueva oleada de incorporaciones a la Unión Europea en la que entran a formar parte de la organización Austria, Finlandia y Suecia, pero Turquía no fue admitida. A raíz de esto, en 1997 el ministro de Exteriores de Turquía, Mesut Yilman, viaja a Estados Unidos para fortalecer vínculos con la superpotencia en detrimento de sus vecinos europeos a la que amenazaría con la retirada si no era admitida antes de junio. Esta estrategia no es nueva en Turquía ya que en otras ocasiones en las que el país ha recibido respuestas negativas por parte de Europa y sus instituciones ha buscado los lazos de amistad e influencia en otras regiones como, por ejemplo, Asia.

Por otra parte, Estados Unidos había sido un firme defensor de la entrada de Turquía en la Unión Europea y ha vigilado el proceso de cerca de manera constante llegando hasta el presidente Obama, punto en el que las negociaciones de integración se congelaron. Sin embargo, en esta organización su influencia se encontraba más acotada que en el caso de la OTAN por lo que el apoyo estadounidense fue útil pero no suficiente para lograr el ingreso en la Unión. El énfasis que ponía Estados Unidos al ingreso de Turquía en la Unión Europea fue duramente criticado por varios Estados miembros que lo calificaron como una injerencia en los asuntos internos.

Las relaciones entre Estados Unidos y Turquía se profundizaron durante toda la década, y esta política no tuvo virajes a pesar de las posiciones exceptivas con Estados Unidos, que habían tenido lugar en décadas anteriores. En 1999 tiene lugar un punto de inflexión con la visita del presidente estadounidense Bill Clinton a Turquía. Las relaciones entre los países habían sido buenas durante toda la década y parecía que se habían dejado atrás las turbulentas relaciones que se dieron entre 1960 y 1980.

No obstante, existía un acontecimiento que muy pocos vieron venir: la arrolladora victoria del Partido de Justicia y Desarrollo (AKP) y la llegada al poder estatal de Recep Tayyip Erdogan. A partir de este momento, se comienza a gestar una nueva acción estratégica en la que Turquía buscaba convertirse en un actor regional, sin depender de ningún bloque sino de poseer el suyo propio en la medida de sus posibilidades. Los cambios que se han generado tras la llegada de Erdogan al poder han sido muy profundos y se espera que sus efectos duren varias décadas.

Las relaciones bilaterales entre Estados Unidos y Turquía han pasado por diferentes etapas a lo largo de su historia desde la más estrecha cooperación a ser aliados incómodos. Es necesario comprender estas etapas para entender a la actual Turquía y su política exterior.

FUENTE: Andrea Chamorro / Descifrando la guerra

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