“Vivos o muertos”: los yazidíes de Irak esperan ansiosos a sus familiares secuestrados por ISIS

Tras pagar casi 100.000 dólares en rescates para liberar a 10 familiares, KhaledTaalou, miembro de la minoría yazidí de Irak, sigue trabajando para liberar a otros familiares desaparecidos o secuestrados por combatientes del grupo Estado Islámico (ISIS).

A pesar de sus esfuerzos, otros cinco familiares, junto con otros miles de yazidíes, siguen desaparecidos tras ser secuestrados por los yihadistas.

“Seguimos buscando. No perdemos la esperanza”, dijo el hombre de 49 años.

En agosto de 2014, ISIS arrasó el monte Sinjar (Shengal, en kurdo), hogar histórico de la minoría de habla kurda en el norte de Irak. Masacraron a miles de hombres yazidíes, reclutaron a niños y secuestraron a miles de mujeres para venderlas como “esposas” de los yihadistas o reducirlas a la esclavitud sexual.

ISIS considera herejes a los yazidíes, que siguen una fe monoteísta no musulmana.

Los investigadores de la ONU calificaron de genocidio las atrocidades cometidas por ISIS.

19 miembros de la familia de Taalou fueron secuestrados, entre ellos su hermano y su hermana, junto con sus cónyuges e hijos.

“Pedimos dinero prestado como pudimos, aquí y allá, para sacarlos”, declaró el periodista y escritor.

Actualmente desplazado y residente en Sharya, un pueblo del Kurdistán iraquí (Bashur), tras huir de su hogar en Sinjar, Taalou ha conseguido liberar a 10 familiares a lo largo de siete años.

Las costosas liberaciones se negocian “a través de redes de traficantes en Irak y en el extranjero”, afirma.

La última fue la nieta de su hermano, en febrero de 2022, localizada en un campo sirio. Ha sabido que, junto a los cinco familiares que permanecen desaparecidos, dos de ellos murieron en bombardeos aéreos en la lucha contra ISIS.

Ojos en la carretera

Tras el rápido ascenso de ISIS en 2014, Irak declaró la victoria sobre los yihadistas en 2017 y el último bastión sirio del grupo fue retomado en 2019.

Pero el número de víctimas que ha dejado tras de sí su autoproclamado califato sigue contándose. Se siguen exhumando fosas comunes en Sinjar y la Organización Internacional para las Migraciones afirma que más de 2.700 yazidíes siguen desaparecidos, algunos de ellos todavía cautivos de ISIS, mientras que “el paradero de otros es incierto”.

Bahar Elias fue separada de su esposo Jassem y de su hijo Ahmed, que apenas tenía 19 años, cuando la familia fue secuestrada cuando ISIS se apoderó de Sinjar.

Los familiares pagaron a intermediarios 22.000 dólares para conseguir la liberación de Bahar y sus tres hermanas menores.

Bahar, de 40 años, que ahora vive en un campo de desplazados cerca de Sharya, dijo que tiene “los ojos pegados a la carretera” con la esperanza de que su marido y su hijo regresen.

Pidió ayuda internacional para “encontrar el rastro de nuestros familiares, para saber si están vivos o muertos”.Conocer su destino, añadió, le permitiría “liberarse del dolor”.

No queda nada en Sinjar

Hussein Qaidi, director de una oficina pública en la región autónoma del Kurdistán iraquí que trabaja para rescatar a yazidíes secuestrados, dijo que ISIS secuestró a 6.417 yazidíes de Sinjar. Más de 3.500 han sido rescatados en Irak o en las vecinas Siria y Turquía.

Calculó que 2.855 yazidíes siguen desaparecidos y afirmó que su equipo trabaja sin descanso para “reunir la información disponible y liberar a todos los secuestrados”.

Hayam tenía 17 años cuando ISIS la secuestró el 3 de agosto de 2014, junto con sus padres, cinco hermanas y dos hermanos.

Ahora vive en Sharya y ha conseguido rehacer su vida tras un viaje por el territorio que una vez controlaron los yihadistas.

En una prisión de ISIS conoció a Leila, otra yazidí. En mayo de 2015, Hayam fue vendida a un sirio y Leila a un iraquí.

Cuatro meses después, Hayam fue entregada a un hombre de Daguestán, antes de escapar de su terrible experiencia y llegar al Kurdistán iraquí, tras año y medio de cautiverio.

Ahora se ha casado con el hermano de Leila, Marwan, y la pareja y sus dos hijos han pedido asilo en Australia, donde Hayam tiene familia que la espera.

Lleva la palabra “huriya” (libertad) tatuada en la muñeca y no tiene intención de regresar a su antiguo hogar.

“No nos espera nada en Sinjar”, afirma, y añade que su familia y sus amigos ya no están allí. “A algunos los mataron, otros siguen cautivos del IS y otros han emigrado. Todo ha cambiado”.

FUENTE: Kamal Taha / Al Monitor / Traducción y edición: Kurdistán América Latina / Foto de portada: Safid Hamed

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