“Ya han destruido unas réplicas de los budas de Bamiyán. Si han hecho esto con unas réplicas, ¿qué no harán con las piezas originales?”

En el Museo de Kabul hay 80.000 piezas de arte, muchas de las cuales son de un valor incalculable. De hecho, hace pocos años que el Oriental Institute, de la Universidad de Chicago, había conseguido hacer el primer inventario digital completo de todas las obras. Ahora toda esta riqueza patrimonial está en manos de los talibanes. Los radicales han ocupado el edificio del museo y no dejan entrar a nadie. Lo asegura por teléfono, desde Kabul, el director del Instituto de Arqueología de Afganistán, Noor Agha Noori, que no da crédito al hecho que todo el trabajo hecho durante las últimas dos décadas se vaya a pique en pocos días.

Noori explica que los talibanes han nombrado un nuevo director del museo. Con todo, cree que no es ninguna garantía que tengan la intención de conservar las piezas. De hecho, se muestra bastante escéptico: “Ya han destruido unas réplicas de los budas gigantes de Bamiyán. Si han hecho esto con unas réplicas, ¿qué no harán con las piezas originales?”.

Un pasado de destrucción

Cuando los talibanes estuvieron en el poder a mediados de los años 90 decretaron la destrucción de todas las esculturas no islámicas del país, incluidos los llamados budas de Bamiyán: dos esculturas enormes, de 38 y 55 metros de altura, que representaban a dos budas gigantes derechos y que se habían excavado entre los siglos VI y VII en un acantilado. En marzo de 2001 las hicieron añicos con dinamita. En los años anteriores de guerra, el 70% de las piezas del Museo de Kabul ya habían sido destruidas o robadas. Muchas fueron a parar al mercado ilegal internacional de antigüedades.

Precisamente por eso, desde hacía dos meses, ante el rápido avance de los talibanes, se había preparado un plan de contingencia para que la historia no se volviera a repetir. “Habíamos hablado con instituciones de Estados Unidos, Alemania y el Reino Unido para trasladar algunas obras, y también teníamos previsto construir algunos refugios para guardar otras. Pero la llegada de los talibanes a Kabul fue tan rápida que no tuvimos tiempo de hacer nada”, lamenta el director del Instituto de Arqueología.

La directora general de la Unesco, Audrey Azoulay, hizo público un comunicado el 19 de agosto, cuando los talibanes ya habían ocupado Kabul, en que hacía un llamamiento a “la preservación de la herencia cultural de Afganistán en toda su diversidad, y un respeto pleno a la ley internacional”. La Unesco ha declinado hacer declaraciones al diario ARA. Noori considera que un comunicado no sirve de nada. Lo que esperaba era que la comunidad internacional arrancara de los talibanes algún tipo de compromiso para asegurarse que preservarían el patrimonio cultural. “De la misma manera que Estados Unidos consiguió que se comprometieran a no volver a atacar las tropas norteamericanas”, pone como ejemplo.

Isber Sabrine, que es presidente y fundador de Heritage for Peace -una entidad internacional que trabaja para preservar el patrimonio cultural-, recuerda que la Unesco solo puede trabajar con gobiernos reconocidos internacionalmente y, en consecuencia, esto también la ata de manos y pies para actuar ahora en Afganistán. Los talibanes no han sido reconocidos de momento como gobierno legítimo del país. “De todas formas, habrá que ver cómo se comportan. Probablemente su manera de actuar será muy diferente en Kabul que en zonas rurales donde hay yacimientos arqueológicos”, opina, y da a entender que en la capital afgana probablemente ofrecerán una imagen de moderación.

Un rico patrimonio cultural

Afganistán tiene un riquísimo patrimonio cultural. De hecho, arqueólogos franceses hicieron excavaciones en el país durante casi dos décadas, y después también se sumaron norteamericanos, japoneses e italianos. Pero la guerra posterior a la invasión soviética de 1979 paró los trabajos. El Museo de Kabul reúne piezas de un gran valor, como imágenes grecobudistas, hechas de barro, cal o estuco; y esculturas de madera que representan efigies de ancestros pertenecientes a una civilización preislámica. Incluso en los últimos años se habían recuperado obras robadas y se habían devuelto a Kabul desde el extranjero. Por ejemplo, un espectacular pie de mármol del siglo III aC de una escultura monumental de Zeus que se calcula que debía de medir unos 4 metros de altura.

“No sé quién se encargará de preservar ahora todas estas obras”, destaca Noori, porque la mayoría de expertos del museo han pedido ser evacuados o ya han salido del país. Y este es otro problema. “Sinceramente, creo que si no se hace nada habremos perdido todo el trabajo hecho estos años. Es frustrante”, indicó.

FUENTE: Mònica Bernabé / ARA

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